O la burocracia jurídica es muy farragosa o la discusión
duró hasta el final, pero lo cierto es que las nueve
personas designadas para constituir el jurado popular en el
caso ‘Bermúdez’ han tardado dos días en alcanzar un
veredicto sobre si hubo o no delito de cohecho en la
decisión de Susana Bermúdez de convertirse en tránsfuga y
apoyar la moción de censura propuesta por el GIL tras las
elecciones de 1999.
El ‘encierro’ comenzó el martes por la tarde, cuando el
jurado se reunió con el magistrado para recibir las
instrucciones pertinentes acerca de cómo debían llevarse a
cabo las votaciones y cuáles eran los factores que debían ir
discutiendo hasta alcanzar un veredicto. Durante todo el
miércoles, tanto los nueve jurados como sus dos suplentes
permanecieron recluidos en las instalaciones de la Audiencia
Nacional hasta casi la hora de la cena, pero nada. Seguían
sin tomar ninguna decisión. La jornada del jueves se
presentaba como la decisoria, “apenas unos minutos y todo
habrá acabado”, pensaban los acusados, pero nada. La mañana
avanzaba y seguían sin producirse cambios. Cuando todo
apuntaba a que habría que regresar nuevamente por la tarde,
se abrió la puerta. El jurado ya había tomado su decisión.
Tanto los abogados defensores como Bermúdez, Cazalla y
Sampietro, permanecen a la expectativa, poco a poco se van
relajando y comienzan a asomar tímidamente las sonrisas.
Alegría contenida ante el veredicto del jurado popular: no
culpables.
Según leyó el portavoz del jurado popular, la decisión
tomada fue favorable a los acusados debido a que “no fueron
probados los hechos imputados”. No hay ninguna prueba que
demuestre que hubo cohecho tras la decisión de Susana
Bermúdez de pasarse de las filas del PSOE a las del GIL por
lo que los tres acusados son declarados no culpables.
“Consideramos al señor Sampietro no culpable de ofrecer a
Susana Bermúdez un puesto mejor para cambiar de partido”,
“consideramos a la señora Bermúdez no culpable de recibir
ningún dinero para apoyar la moción de censura contra el
Gobierno”, “consideramos a Francisco Cazalla no culpable de
contribuir a que su esposa cambiase de opción política para
que hubiera un cambio de Gobierno”. Con estas palabras
expresó el portavoz del jurado el veredicto sobre este caso.
Sólo en este momento los tres acusados manifiestan en sus
rostros la alegría por el veredicto aunque en nada se
pareció a las películas. No hubo brincos, ni abrazos ni
gritos, sólo caras de satisfacción, sonrisas y descarga de
tensión.
Con el veredicto hecho público, el juez tan sólo tuvo que
firmar la sentencia y dar carpetazo. El caso ‘Bermúdez’
había llegado a su fin. Después de seis años de vistas,
declaraciones y, sobre todo, juicios paralelos en la calle,
entre sus propios vecinos, todo ha terminado. Los tres
acusados pueden marcharse tranquilos a sus casas porque un
jurado popular los ha declarado no culpables de la comisión
de un delito de cohecho que convulsionó la ciudad en 1999.
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La falta de pruebas ha sido la clave de la decisión
absolutoria
A pesar de los temores que pudiera
haber por un condicionamiento previo de los jurados respecto
a un tema de sobra conocido de la política local, el jurado
ha evaluado exclusivamente las pruebas presentadas y ha
actuado en consecuencia.
La discusión puede adivinarse ardua pero lo que es seguro es
que las opiniones de la calle, esos juicios de valor que a
Susana Bermúdez le hicieron marcharse de su ciudad natal,
han quedado fuera de la sala en la que ha deliberado el
jurado.
Según leyó su portavoz, ni la defensa ni el fiscal aportaron
documentos que acreditaran los hechos.
Sin embargo, lo determinante para la absolución fueron “la
ausencia de memoria y el tono poco convincente de los
testigos presentados” considerados insuficientes para hallar
la culpabilidad de los acusados.
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