Pasado el tiempo, ese juez
insobornable que sitúa a cada cuál en su sitio, se puede
hacer un cierto balance al hilo de que ahora ha vuelto a la
actualidad -aunque ya cansa- la archiconocida etapa más
negra de la política ceutí desde que un grupo de listos
quisieron sacar provecho de un cierto alejamiento de Madrid
a los candentes problemas de la ciudad.
Dicho y hecho, no había nada como apelar a la zanahoria de
los sentimientos para aclimatarse por detrás y urdir la
estratagema de los píngües beneficios a repartir entre los
cabecillas del entuerto quienes acabaron abofeteándose entre
ellos por el llamado reparto del pastel... Así acabó el GIL
y con él la etapa lúgubre hacia la que se encaminaba la
ciudad con una ciudadanía obnubilada y hasta hipnotizada con
proyectos y más proyectos de los que poco se supo en
realidad.
Ahora, pasado ese tiempo oscuro contra el que luchó, en
solitario este medio enfrentándose al poder de todo un
gobierno autónomo, volvemos a reiterar nuestro
convencimiento en el papel adoptado en defensa de los
intereses de Ceuta. Los únicos que estuvimos ahí, en esos
momentos difíciles apoyando un escenario donde no hubiese
especulación y en el que la ciudad no se convirtiera en la
urbanización de unos listos con pretensiones de ricos a
costa del futuro de nuestra tierra.
Llegado ese momento para recordar, mínimamente, ante el
hecho -reiteramos- de la actualidad generada por el famoso
juicio por transfuguismo, caemos en la cuenta de que la
Justicia hará su papel y condenará o no, con pruebas si las
tienen, la acción política de aquellos tiempos.
Dejado bien atrás épocas lastre para Ceuta, lo importante,
lo ideal, desde el mismo momento que se les hizo coger las
maletas a los ‘arribados’ es pensar, trabajar, apostar por
mejorar la ciudad y la calidad de vida de los ciudadanos
demandando lo que, por derecho, Ceuta debe demandar para
estar equiparada con el resto de los territorios de nuestra
nación evitando así arribistas de conveniencia.
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