Una nueva ubicación, un derribo, la tristeza de tener que
abandonar toda una vida y la indignación. Sentimientos que
ayer afloraban en el Tejar de Ingenieros; allí la maquinaria
del Ejército comenzaba a derribar las viviendas afincadas en
el terreno en el que el Ministerio de Defensa construirá la
nueva base militar de la ciudad. Los derribos comenzaron a
primera hora de la mañana de ayer cuando los habitantes de
las viviendas comenzaban a salir a la calle y a sacar de sus
hogares los muebles. En sus caras mezcla de decepción y
alegría. El secretario de la Unión Demócrata Ceutí,
Abdelmalik Abdelkader, acompañaba a los ciudadanos y
criticaba la “falta de servicios y de colaboración por parte
de Asuntos Sociales”. Según Abdelkader, “ni siquiera habían
enviado una ambulancia que podría ser necesaria”.
La estampa mostraba una zona repleta de militares que
vigilaban los trabajos. Junto a ellos, varios vecinos se
agolpaban en la calle acompañados de todas sus pertenencias.
Esperaban así a que alguien viniera a ayudarles. Una mujer
de 70 años aseguraba que “nadie me va a ayudar” y que “son
mis nietos los que van a llevar todo ésto en coches”.
Finalmente, uno de los vecinos ponía a disposición de la
mujer una furgoneta en la que cargar el mobiliario; un
material que, ellos mismos, tendrían que subir, horas más
tarde, a sus nuevas viviendas. “La Delegación del Gobierno
prometió que iban a tener una ayuda por su parte y aquí no
se ha presentado nadie, ni ellos ni los miembros del Parque
Móvil de la Asamblea”, denunciaba el secretario de la UDCE.
Por otro lado, una vez comenzados los derribos algunos de
los vecinos aún estaban a la espera de que se les entregase
una nueva ubicación. “Todavía no tengo vivienda y esta
mañana han intentado tirar mi casa. ¿Por qué yo aún no tengo
las llaves de otro sitio?”, preguntaba Mohamed. Durante toda
la vida ha residido en el Tejar de Ingenieros, al igual que
lo hicieron sus padres y, aunque preferiría continuar aquí,
asegura que no le disgusta la idea de vivir en una casa del
Príncipe. “El problema es que aún no me la han concedido”.
Una encomendación de la que se tiene que encargar la Ciudad
Autónoma, según explicaban los técnicos de la Delegación del
Gobierno que visitaban la zona para “comprobar que la obra
transcurre tal y como estaba previsto”.
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