“Tengo setenta años y nunca había visto una escasez así”,
dice José Hernández, presidente de la Cofradía de Pescadores
de Ceuta. La pesca no abunda precisamente. Ya no se
encuentran atunes en la Almadraba, los boquerones pasaron al
olvido, y las redes sólo traen a puerto sardinas, caballas o
jureles, especies de poco valor que no encuentra su sitio en
el mercado ante la presión de l flota pesquera marroquí.
Poco pescado para muchas redes.
Más cien barcos de la flota alauí faenan en las mismas aguas
que los pescadores ceutíes. Marruecos es desde hace años el
dolor de cabeza del sector pesquero. La mercancía marroquí
llena los mercados sin restricción alguna diezmando el valor
de las capturas ceutíes.
“Cuando volvemos puerto nuestra pesca carece de valor porque
casi todo el pescado que entra viene de Marruecos”, apunta
Hernández. “Si yo fuera gobernante impediría muchas cosas”,
dice el portavoz de los pescadores, “pero que me tengo que
conformar con pedir a la Delegación de Gobierno que haga
algo urgentemente para frenar la entrada de mercancía
marroquí”.
A la espera de licencias
El pasado mes de diciembre, la Unión Europea y el reino de
Marruecos alcanzaron un acuerdo para la concesión de
licencias de pesca en el caladero marroquí, el que da de
comer a la flota ceutí. Son exactamente 97 permisos que
podrían sacar del apuro al sector pesquero de la Ciudad
Autónoma, necesitado de cualquier cabo al que agarrarse.
“Yo le pediría (al Gobierno central) que si va a conceder
licencias para un centenar de barcos españoles que se
acuerden de Ceuta”, suplica el patrón mayor de los
pescadores ceutíes, que considera ala flota caballa
“merecedora” de una parte del codiciado caladero marroquí.
“Deben conceder una licencia a los barcos que siempre hemos
pescado en Marruecos, que somos más que vecinos, somos
hermanos y hemos trabajado juntos muchos años, así que si
dan licencias para Almería, Barbate o Huelva que no se
olviden de los pescadores de Ceuta”, advierte José
Hernández.
Años de crisis
La dura competencia del país vecino no es ni mucho menos una
novedad y sus efectos son cuantitativamente palpables. “En
diez años nos hemos quedado la mitad y nos hemos tenido que
buscar la vida”, recuerda Hernández, “los pescadores venden
los barcos, se jubilan, se van a la Península a pescar
porque la competencia de Marruecos nos está machacando y ya
no se puede pescar tranquilamente como se pescaba antes”.
Las costas de Algeciras, Tarifa o Estepona, además de la
Bahía Norte y la Banda Sur son ahora el destino de la flota
ceutí que busca en aguas peninsulares las especies de valor
que ya no encuentran en la costa africana.
Paradojas de la economía, en una ciudad marcada por la
inmigración, la crisis del sector ha empujado a la
emigración a pescadores ceutíes que hoy, obligados por la
crisis, echan sus redes al otro lado del Estrecho.
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