Jorge León se define como un bombero al que le gusta pintar.
Buscador incansable de la autenticidad de las cosas, indaga
en la cultura occidental y oriental para conocerse mejor. La
pintura es su vía de escape emocional porque le permite ser
fiel a si mismo. Su inspiración aparece sin avisar y
cualquier circunstancia puede convertirse en arte. Con esta
premisa, presenta su exposición ‘Entre Ceuta y Marruecos’,
en el museo del Revellín.
Pregunta- ¿Qué hay entre Ceuta y Marruecos que tanto une y
separa?
Respuesta- Ambos países tienen una luz muy especial que
siempre trato de plasmar en mi obra. Marruecos me encanta,
tengo un pequeño bungalow en Tardil, a cuarenta kilómetros
de aquí y Ceuta es mi ciudad. Aprovecho los fines de semana
para sentarme en el porche y pintar.
P.- Qué te resulta más inspirador: perderte por las calles
de la Ciudad Autónoma o sentarte en tu porche?
R.- Da igual, me inspiro en mi casa, en el trabajo, en
cualquier lado donde tenga un poco de tiempo, siempre voy
preparado. En Marruecos tengo mis pinturas y en mi trabajo
también tengo mi caballete guardado. Siempre tengo dibujos
preparados porque la inspiración aparece en cualquier
momento y hayque aprovecharlo. Es un ‘aquí te pillo, aquí te
mato’.
P.- En tu exposición prima el paisaje sobre las figuras
humanas, ¿sientes predilección por los espacios físicos?
R.- Si te fijas; sólo hay dos cuadros en los que retrato
personas en Ceuta. ‘Amanecer en el ‘Caballa’’ y ‘Bote de la
luz’. Soy partidario de pintar cosas antiguas, lo moderno no
me gusta, por eso voy a Marruecos porque es una tierra
virgen, donde no ha llegado la modernidad. En mis cuadros de
Marruecos suele aparecer gente paseando; vienen del mercado,
venden pan o verdura y portan vestimentas antiguas. No me
interesan los coches, las motos, o la ropa de hoy en día,
busco la autenticidad de las cosas; en Marruecos, se
mantiene la chilaba, el gorro de paja, el burro y gente está
vendiendo en el suelo. Es lo que me gusta retratar.
P.- El único retrato de la muestra se llama ‘El viejo’;
transmite una historia personal a través de su mirada,
parece que esté de vuelta de todo.
R.- Cuando lo pinté, lo pensé. Estaba con mi mujer comprando
en el mercado de Martil y le ví. Su mirada decía “yo ya
estoy resignado en la vida, ya he hecho todo lo que tenía
que hacer, me ha salido mal o bien, pero hecho está, termina
y déjame tranquilo, no te diré nada, después deja que siga
mi camino. Mi intención al retratarle fue alegrarle la vida,
aunque fuera en el cuadro. Cuando hice la foto, la imagen
era mucho más natural, un viejo arrugado, sentado y apoyado
en una pared, pero al pintar le quise dar mi toque personal.
Después no le volví a ver, era un hombre humilde, errante,
le haces la foto y te vas.
P.-Tu obra es una fusión de quietud y sosiego.
R.- La sensación de tranquilidad que transmiten mis cuadros
es fiel a la actitud con la que pinto. Soy una persona muy
nerviosa y cuando dibujo me relajo muchísimo, cuando pinto
no quiero ni hablar. Tranquilo y a gusto pintando. Aunque
haya un temporal de Levante delante mio, prefiero reflejar
la tranquilidad, nada agresivo.
P.- Se percibe tu presencia en los oleos realistas, ¿rondas
por el interior de tus cuadros?
R.- Son las ganas de pintar las que hacen que mi presencia
se quede impregnada. La gente eso no lo suele ver, pero si
que me gusta transmitir vida. Pintar para la gente es
forzado, no es natural, tiene que salir del corazon. Cada
uno tiene su toque, se trata de exponer tu arte. Nadie pinta
mejor, cada uno tiene su estilo.
En un día ha vendido la mitad de las
obras
“Estoy alucinado, en un día y medio, he vendido la mitad de
la exposición”. León se muestra satisfecho del éxito de su
trabajo, y es que todo esfuerzo compensa. La muestra
pictórica ‘Entre Ceuta y Marruecos’ (Museo del Revellín) ha
recibido gran afluencia de público en poco más de 24 horas.
“Lo importante es que disfruten con mis cuadros, y si vendo,
mucho mejor”. Prevé la venta de todo el catálogo.
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