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OPINIÓN - SÁBADO 14 DE ENERO DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

Refrescando memorias
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Uno tiene la satisfacción, de vez en vez, de acordarse que hubo un tiempo en el cual compartió muchas horas de su vida con personas de las que se fue distanciando por motivos diferentes. En algunos casos, ese alejamiento se produce por causas tan absurdas como inexplicables. Es el que contaba yo, el jueves pasado, que se había producido tras la estupenda relación laboral que mantuvimos Luis Fossati y yo cuando se hacía una televisión local carente de medios, pero de manera atrevida y entusiasta.

Eso sí, bastaron unas palabras amables de Luis en la SER de Ceuta, recordando aquel pasaje donde ambos estuvimos enfrascados en una apasionante tarea, y el acierto de Patricia Salgado al ponerme al tanto de éstas, para sentirme dispuesto a revisar la alacena de la memoria con cierto regocijo. Y, por qué no decirlo, recreándome en la suerte de saber que con nuestro trabajo fuimos unos adelantados en lo que luego venderían como algo singular, por ejemplo, cadenas televisivas como Canal Plus.

Me estoy refiriendo, entre otras cosas, al uso de la pizarra magnética para explicarles a los televidentes los movimientos tácticos del partido que habían presenciado. Y muchas acciones del juego que se les aclaraba moviendo figuras imantadas en aquel campo de juguete.

En aquellos programas televisados, sometidos a una precariedad de medios inimaginables, contaba mucho la imaginación. Esa loca de la casa a la cual tanto le temía Fossati: un técnico que lo pasaba muy mal en cuanto se hablaba de improvisar y de salir al espacio en condiciones tan inseguras.

Ni que decir tiene que nuestra alegría se disparaba en cuanto nos llamaban muchos de los que se enchufaban a nuestra emisora para contarnos lo bien que se lo estaban pasando. Personas que esperaban tener cubierto el ocio de las tardes dominicales con lo que nosotros les ofrecíamos. También es verdad que los había exigentes al máximo: tal vez porque nunca calibraron las dificultades que ofrecía lo que se les estaba proporcionando.

Pero hay más: el que Luis Fossati contara en la radio estas peripecias de hace tantísimos años, además de sentarle muy bien a mi ánimo, me va a permitir que pase casi de puntillas por otro pasaje de mi vida en esta tierra del que suelo hablar poco y cuando lo hago es entre bastidores y según con quienes esté pegando la hebra.

En momentos donde tanto se está hablando de la Asociación Deportiva Ceuta, a mí se viene a la memoria los domingos de fútbol en un Alfonso Murube a donde los aficionados iban en cantidad y mostraban unas exigencias inexistentes actualmente.

Me explico: en aquel equipo, que yo dirigí en esa época, había muchos futbolistas locales cuyo rendimiento estaba en fase declinante, mientras otros comenzaban a despuntar sin haberse fogueados en la categoría. Con ese equipo estuvimos mandando en la clasificación durante bastantes semanas y ocupando los primeros puestos durante gran parte de la temporada. Sólo las graves lesiones de Paco y Lópe Acosta, dos delanteros insustituibles, nos privaron de alcanzar un triunfo resonante en aquella temporada. Mas no es, créanme, ese el punto crucial que yo trato de aclarar en esta columna, aunque sea de manera superficial. Lo que quiero decir es que los aficionados, estaban en su perfecto derecho, nos abroncaban incluso remontando un 0-3 adverso ante conjunto muy encopetado. Y hasta nos despedían con música de viento levantisco, tras empatar con un rival extraordinario y al que nos habíamos enfrentados con un solo delantero, firmado urgentemente de las filas del Imperio.

Resumiendo: jugar hoy en el Murube es como hacerlo en el patio de nuestra casa. Lo cual no es saludable para el fútbol.
 

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