El Barcelona sigue ganando y su
juego de conjunto destaca poderosamente. A los hechos me
remito: causa baja Xavi, futbolista fundamental en cualquier
club, y ni siquiera se nota su baja. Ahora los azulgrana se
quedan sin Eto’o, durante varias semanas, pero a buen seguro
que la máquina continuará funcionando bajo la regla de que
cada futbolista sabe la misión concreta que ha de cumplir
para ponerla a contribución del bien general.
Mientras ello sucede, los madridistas nos preguntamos, una y
mil veces, que está sucediendo en el Madrid para que los
componentes del cuadro técnico no dejen de dar palos de
ciego. De momento, a mí me cabe pensar que tanto Butragueño
como Ramón Martínez tendrían que retirarse a cualquier
monasterio para meditar sobre sus numerosos errores y que
tratan de solucionar tomando decisiones sin tener las ideas
muy claras al respecto.
Uno, que algo debe saber de un deporte que vivió desde que
empezó a echar los dientes, vio con buenos ojos que se
eligiera a López Caro como entrenador, siempre y cuando éste
fuera revestido de la autoridad suficiente para hacer las
alineaciones. Pero mi gozo en un pozo.
Me explico: en El Madrigal me di cuenta de que el
entrenador, nacido en Lebrija, se deja influenciar por
Butragueño y Martínez en todos los sentidos. De no ser así,
resulta inexplicable que Roberto Soldado permaneciera en el
banquillo cuando Ronaldo se retiró por lesión.
La cuestión es clara: mantener a los equipos filiales les
cuesta a los clubs mucho dinero. Ya no digamos en equipos
como el Madrid y Barcelona. Los canteranos saben que es
difícil jugar en el sitio de las grandes estrellas. Pero son
conscientes de que su oportunidad les puede llegar si acaso
el primer equipo, por diversas causas, se queda huérfano de
futbolistas en la demarcación que ellos ocupan.
Y es entonces, la historia está repleta de oportunidades
tales, cuando consiguen destacar y hasta convertirse en
jugadores muy necesarios para el club que los vio crecer.
Recordemos a Michel, a Chendo (un ejemplo de constancia y
sentido común futbolístico), a Butragueño, etc. Así, aparte
de los trueques que el Madrid pueda hacer con sus
canteranos, es la forma de recuperar parte o todo el dinero
que se invierte en las categorías inferiores.
Pues bien, en Villarreal se vio claramente cómo López Caro
estaba esperando la ocasión para presentar en sociedad a
Cicinho, aunque fuera a costa de renunciar a Soldado y, por
supuesto, a quedarse sin un verdadero delantero centro en un
partido que necesitaba ganar. Lo cual no quiere decir que no
me gustara el debutante.
Entiendo que López Caro, agradecido a Ramón Martínez por la
ayuda que le ha venido prestando desde hace años, quiera
corresponderle aceptando las sugerencias de éste,
encaminadas me imagino a contentar a Florentino Pérez. Pero
actuando de esa manera, es decir, sin imponer sus criterios,
perderá la gran oportunidad de su vida deportiva: ser algo
más que el entrenador circunstancial del Madrid.
Otro error del entrenador fue volver a caer en la tentación
de situar a Helguera en el medio terreno. Zonal vital que
disminuye todas las cualidades de un jugador que como
central saca a relucir sus mayores virtudes: colocación y
seguridad, que le permiten ocultar su falta de velocidad.
Desde atrás, el santanderino Iván saca la pelota jugada; en
el medio terreno se le nublan las ideas y se convierte en un
pasador impreciso que deambula por tan grande zona sin orden
ni concierto. La oportunidad que disfruta López Caro es la
soñada por cualquier entrenador. Pero es imprescindible no
fracasar con las ideas de otros.
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