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DEPORTES - MIÉRCOLES 11 DE ENERO DE 2006


Ernesto Valero. el pueblo

futbol / a.d. ceuta
 

Con mentiras no se arreglan
los problemas de la Asociación Deportiva Ceuta

La columna "Las cosas claras"
 

Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com

Corría el mes de julio cuando se publicó la noticia de que ya existía una entidad bancaria dispuesta a financiar la deuda de la Asociación Deportiva Ceuta. Cuya presidencia había decidido abandonar José Antonio Muñoz. Al día siguiente, y en El Oasis, columna de la contraportada de este periódico y bajo el título de Las cosas claras, escribía yo la poca atención que los aficionados le habían prestado a la decisión tomada por un hombre que había conseguido que el primer club de la ciudad jugara seis promociones de ascenso y que el Barcelona rindiera visita al Alfonso Murube para jugar una eliminatoria de la Copa del Rey, además de los enfrentamientos con otros clubes de la Primera División.

E insistía, tachándolo de injusticia, que se estaba más pendiente de las críticas acerbas que se hacían contra él que a las dificultades que tendría su sustituto para evitar que el equipo no pasara las de Caín para salvar la categoría. Para argumentar una opinión tan complicada, me basaba en la enorme dificultad que entraña formar una plantilla con garantía de éxito para quienes carecen de los conocimientos precisos.

En otro párrafo de la referida columna, respondía de la siguiente manera a lo que por aquellos días declaraban las autoridades sobre la formación de un conjunto para mantener la categoría e ir dando oportunidades a jugadores locales: veremos en el mes de diciembre, caso de que pinten bastos, cómo las mismas autoridades salen pidiendo refuerzos sin acordarse de que el presupuesto inicial deberá ser incrementado notablemente. Pues bien, ambas predicciones se han cumplido a su debido tiempo.

Tampoco he olvidado lo que escribí en relación con unas declaraciones del recién nombrado presidente, Ernesto Valero, en las que confesaba no tener la menor idea de fútbol y que jamás había tenido ningún interés por este deporte. Le respondí que cuando alguien se atreve a dar el paso que él había dado, sin ningún tipo de imposición y sin saber ni papa del asunto en cuestión, lo ideal hubiera sido ir con los billetes por delante y no confiándolo todo a la subvención del Gobierno. Hubo otra demostración de falta de respeto hacia la figura del ex presidente cuando pusieron a circular por las calles un vehículo cuya megafonía iba pregonando que el equipo volvería a recuperar el prestigio perdido. Lamentable espectáculo, en todos los sentidos, que no fue rebatido porque el editor de este periódico no quiso.

Ahora, sin embargo, tras lo que venimos oyendo en relación con las deudas dejadas por la directiva saliente, callarse sería dar pábulo a un infundio ideado para tratar de cubrir el fracaso de una directiva en todos los aspectos. En lo económico, porque los doscientos millones que han gastado, quizá el tercer presupuesto más alto del Grupo IV, no les ha permitido nada más que mantener al equipo a tres puntos de la zona de descenso. Y con un futuro tan oscuro como necesitado de la intervención de quienes tienen potestad para ello. Y qué decir de la organización interna del club: un desastre del que hemos ido teniendo conocimientos durante los meses transcurridos.

Nunca ha sido fácil llevar la gestión de un club. Los equipos de fútbol suelen generar deudas y hay que saber capearlas para que cada temporada se puedan hacer frente a los nuevos fichajes, tras haber pagado a la plantilla del ejercicio anterior. Todo déficit se combate por medio de avales del presidente o miembros de la junta directiva y van quedando deudas reconocidas a quienes ponen los dineros de su bolsillo. Es lo que estuvo haciendo José Antonio Muñoz durante muchos años. Ya que la subvención de la Ciudad no le permitía cubrir los gastos que requería formar una plantilla capaz de jugar seis eliminatorias de ascenso. De ahí que la Asociación Deportiva Ceuta terminara convirtiéndose en un equipo prestigioso y donde los futbolistas deseban venir en cuanto se les ofrecía la posibilidad.

Todos cobraban y, por tanto, no había ningún problema cuando la directiva decidía que era necesario reforzar la plantilla. Algo que les está prohibido a los actuales dirigentes, debido a que se han gastado todos los dineros y no hay nadie que dé un paso al frente para adelantar las cantidades necesarias en estos momentos. Algo que solía hacer el anterior presidente. En lo tocante a cómo se llevó la administración del club, durante los años de mandato de José Antonio Muñoz, pidan las auditorías hechas por Ernest & Young, cuyas copias fueron remitidas al ICD a fin de cumplir con los trámites reglamentarios obligados. De no haber sido así, estaríamos hablando de una manifiesta ilegalidad cometida por los rectores del Instituto. Y no creo que nadie tire piedras contra su tejado.

Pero vayamos al quid de la cuestión: Ernesto Valero se hizo cargo del club a sabiendas de que se estaba metiendo en un lío monumental, aunque confiado en que le sonara la flauta para convertirse en la persona mejor situada para hacerse con la dársena del puerto y también para poder explotar los locales del Alfonso Murube. De momento, le ha salido el tiro por la culata: el equipo está en los últimos lugares de la clasificación y él no acaba de meterse la mano en el bolsillo para traer refuerzos.

El tiempo apremia y las autoridades empiezan a mosquearse. Mal asunto. Sobre todo porque un club acostumbrado a gallear, durante muchas temporadas, se ha convertido en un conjunto perdedor.

Esa es la verdadera razón. Amén de que –actualmente- pocas personas en la ciudad están a la altura de la familia Muñoz para gestionar los intereses de la Asociación Deportiva Ceuta. Así de claro.
 


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