Collares de hueso, pulseras de nácar, pendientes de plata,
bufandas y jerseys de lana, ceniceros de cerámica o espejos
de bronce eran, hasta hace no tanto, patrimonio, casi
exclusivo, de las ferias artesanas que recorren el país. El
paseo de La Marina es el enclave donde se concentran, desde
hace más de cinco años, los propietarios de los puestos
navideños, gente como Juan Carlos que, durante los cuarenta
días de feria, no ha vendido “gran cosa, aunque casi todo
sea hecho a mano”, y es que, a su juicio, 2005 ha sido “un
mal año” en la Ciudad Autónoma. A esta opinión se suma
Linda, dueña de un puesto, “en Ceuta antes se vendía muy
bien, era la mejor ciudad, pero el cambio del euro ha ido
empeorando la situación”, señala.
Los puestos con productos manufacturados son, hoy, una
excepción. Cada vez cuesta más encontrar diseños originales
de bisutería o moda a un precio asequible; los vendedores
ambulantes apuestan, cada vez más, por objetos que provienen
de China, Corea, Taiwan o Estados Unidos; es la era de la
globalización “a todos los niveles de los usos y
costumbres”. “La artesanía se ha perdido totalmente”,
lamenta Juan Carlos. En los últimos cinco años, el declive
de la venta ambulante es “alarmante”, “antes eran los
ceutíes los que nos esperaban a nosotros, ahora ha
desaparecido la clientela”.
El llamativo descenso en las ventas se achaca también a
Marruecos. Otro artesano de nombre Tanu comenta,“vengo desde
hace 20 años y era habitual que compartieramos el espacio
con marroquíes, pero hoy en día prefieren quedarse al otro
lado de la frontera, y se nota su ausencia porque traían
mucha gente”. A este respecto, gran parte de los dueños de
los puestos lo tiene claro: la península ya no está tan
lejos y el traslado a las medinas del país vecino tiene un
coste más que accesible. Las ferias son hoy de compra-venta,
y se deja más de lado la artesanía en cerámica, vídrio,
madera o lana. Aún así, los pocos que optan por continuar
con la tradición, como Juan Carlos, se reafirman “nuestra
mayor satisfacción personal es hacer nuestros objetos y que
a la gente le gusten”.
Seguridad
Mientras que, en 2005, las ventas han sido escasas, casi la
totalidad de los dueños de los puestos han percibido gran
seguridad y presencia policial, en los alrededores de La
Marina. Según ellos, durante los últimos cinco años, los
robos de material y de dinero eran constantes, “daba miedo,
no se podía estar”, dice Linda. En su opinión, estas
navidades, “ha remitido la violencia” y la policía “ha
estado más presente”.
La valoración positiva de la mayor parte de los vendedores
contrasta con la de Hamid, “la policia no pasa, esta de 20 a
21 horas, pero nada más, el año pasado habia un guarda y
este año no hubo acuerdo. Según explica, durante las fechas
navideñas se produjeron hurtos en dos puestos, “de uno se
llevaron una cartera y un pasaporte y también robaron 200
euros” del bolso a una mujer que paseaba por los puestos.
Los problemas de ir de feria en feria “son muchos, nadie
sabe lo duro que es; el frío y la mala salud van de la mano,
explica Pepe, propietario de un puesto de frutos secos,
gominolas y juguetes.
Cuatro duros por salud
“No es tan bonito como parece, pocos conocen el estrés de
este trabajo; hay muchos factores en contra como el mal
tiempo y trabajar a la intemperie”. “Cobras cuatro duros por
tu salud”, reseña Pepe. La vida itinerante ofrece un país
por descubrir; pueblos y ciudades de la geografía española a
la elección del vendedor ambulante, lo fundamental es elegir
bien los destinos y que haya actividad comercial.
Aún así, hay condicionantes menos interesados, “vengo a
Ceuta porque tiene algo especial, más allá del clima, está
en el aire”, dice Tanu que se dedica a la sobreimpresión de
camisetas y tazas. Juan Carlos se revela amante de su
libertad. “Es una forma de vida diferente, pero ser autónomo
no tiene precio, además que, en nuestro caso, elegimos sólo
las provincias del Sur”. Una profesión a espensas del clima
y de la economía; de la oferta y la demanda. Los maestros
artesanos dejan de hacer ruído.
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