Si no ha tenido suficiente con la Navidad. Si las rebajas se
le quedan cortas. O acaso necesita un detalle surreal, es
usted adicto a las rarezas ‘kitsch’ o simplemente busca un
regalo para vengarse de la enésima corbata que le regaló su
cuñada, aún está a tiempo. El mercadillo de La Marina que
hoy abandona Ceuta es su última oportunidad. Este es un
paseo por una veintena de puestos llenos de artesanía en
serie y caprichos delirantes. Abajo el regalo práctico.
La sorpresa está cara. Los mismos bolsos de cuero, ceniceros
de barro clónicos, idénticos ponchos de lana y los mismos
collares y anillos brillan en un puesto y en otro. En una
ciudad y en otra. El mismo monedero de cuero o la misma
tetera de ‘plata de ley’ podemos encontrarla en Ceuta o en
Cáceres, en Madrid o en Barcelona. Pero buceando entre las
mercancías siempre puedes quedarte boquiabierto.
Este tipo de mercados ‘hippies’, como popularmente se les
conoce, son sin duda el reino de la plata de la bisutería de
fantasía, entre la que puedes encontrar pendientes
minúsculos con forma de plancha (de planchar) o conejito de
playboy, o anillos con calaveras y sortijas con piedras
preciosas de andar por casa.
Entre tantos lugares comunes del regalo (bolsos, gorros,
guantes, bufandas, marroquinería y demás moda étnica) que se
repiten año tras año, pronto te topas con la primera
curiosidad. Tanú, un malagueño que regenta uno de los
primeros tenderetes, es una de las curiosidades del
mercadillo. Tanú personaliza, desde cinco euros, tazas,
camisetas diminutas e incluso baberos. Curiosamente, las
tazas de desayuno han sido el objeto personalizado más
solicitado estas Navidades y una sola palabra, “Ceuta”, ha
sido el diseño más estampado. Muchos ceutíes tendrán a su
ciudad siempre presente desde ahora, al menos a la hora del
desayuno.
Paraíso kitsch
El mercadillo es también el último paraíso kitsch. Dónde si
no encontrar esos inquietantes perritos que balancean la
cabecita en el salpicadero de los coches. Una joya que creía
mos perdida para siempre y que tiene en los tenderetes de La
Marina uno de sus últimos refugios.
Un poco más allá nos encontramos otra joya olvidada: los
artículos de broma. Auténticos incunables como el
cigarrillo-petardo, heces hiperrealistas, sobrecillos de
azúcar con mosca de plástico para amargar el café a algún
inocente, vendajes falsos... Un verdadero tesoro, todos los
clásicos de la broma de ayer, hoy y siempre juntos.
Pero no todo es tan inocente. Colgados con pinzas de un
cordel destacan “Los dados del sexo”, un sencillo juego
erótico en el que un dado decide el dónde (la cocina, la
bañera, el salón) y el otro señala la postura amatoria. Una
desinhibida propuesta que no ha calado entre los compradores
ceutíes. Quizá las fechas, entrañables y familiares, no sean
las más propicias para el regalo picarón. O sí. Es habitual
encontrarse con regalos salidos de tono; muy cerca de los
‘dados del sexo’ cuelgan varios llaveros bastante
explícitos. Uno de ellos reza: “Si quieres sexo, sonríe”.
Sonrío. Pero no sucede nada.
La delgada línea que separa la originalidad de lo chusco
salta por los aires en muchos tenderetes. En uno de los
últimos puestos un zoológico de imposibles, se agolpan
regalos inauditos y figurillas decorativas que merecen un
hueco en el código penal. En sus estantes conviven bulldogs
malhumorados tocados con todo tipo de sombreros, con flores
que rompen a bailar si das palmas, ristras de ajos de
atrezzo, la última moda del “Corteinglés de Castillejo” o un
completo kit de cepillos de pelo con la leyenda “Feliz
2006”.
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