De los cerca de 2,6 millones de extranjeros que han
regularizado su situación en España hasta el mes de
septiembre, 2.672 han seguido este proceso en Ceuta. Son
datos que recientemente ha remitido el Ministerio de
Presidencia a petición de una diputada popular en el
Congreso. Se trata de la cifra más baja del territorio
nacional, por debajo de Melilla, cuyas regularizaciones
alcanzan las 4.356 personas. Los pasos burocráticos se han
seguido en la Oficina de Extranjería de la Ciudad Autónoma,
que gestiona todos los expedientes de regularización.
Al otro lado están los 650 inmigrantes que se estima que
viven de forma irregular en la ciudad. La mayoría, unos 550,
se encuentran en el Centro de Estancia Temporal (CETI);
algunos inmersos en el proceso de petición de asilo; y la
Policía estima que alrededor de un centenar lo hacen en el
barracón abandonado del Sardinero, lugar en el que desde
hace unos años se refugian los extranjeros que entran en
España desde Marruecos de forma irregular. En la nave
abandonada conviven magrebíes; a juicio de las autoridades,
la mayoría serían marroquíes que se hacen pasar por
argelinos para no ser devueltos de manera inmediata. En el
CETI, los subsaharianos serían los más numerosos: 250. El
resto, procedentes de países como India o Bangladesh.
Los inmigrantes del sureste asiático han establecido rutas
de entrada a España a través de Ceuta. Según informaba la
Policía recientemente, el viaje comienza con un vuelo hasta
Casablanca, en Marruecos, o al aeropuerto de Mali; cruzan el
país y a unos diez kilómetros de la Ciudad Autónoma, se
embarcan en pateras para llegar hasta las costas españolas.
El paso comercial del Biutz, en el polígono del Tarajal,
también es utilizado con el mismo fin, aprovechando el
tumulto y los paquetes que circulan por allí. En los últimos
meses, dos de ellos fueron interceptados por la Policía
cuando pretendían cruzar escondidos en sillas de ruedas.
De lo que no tienen constancia las autoridades, es de la
presencia de grandes grupos, cerca de la frontera con
Marruecos, que estén a la espera de llegar a España. La
Delegación de Gobierno señalaba hace unos días,
concretamente, que no existen núcleos importantes. Sólo
pequeños asentamientos de personas de origen subsahariano al
otro lado de la valla o cerca de localidades como Tetuán,
pero no comparables a los que llegaron a Ceuta y Melilla
hace más de tres meses.
La Ciudad Autónoma vivió a finales de septiembre una llegada
masiva de inmigrantes hasta el perímetro fronterizo.
Alrededor de 200 consiguieron cruzar a España; cinco de
ellos murieron tratando de saltar el vallado, que ha sido
reforzado desde entonces. Los sucesos también se dieron en
Melilla y volvieron a poner de relieve ‘mediático’ el drama
migratorio.
Marruecos colaboró en la detención de los inmigrantes (con
la presencia de unos 2.000 gendarmes reales) aunque el
abandono de muchos de ellos en el desierto, en la zona
fronteriza con el África subsahariana, hizo que se exigiese
la intervención de la Unión Europea, que a través del envío
de dos comisiones de funcionarios y parlamentarios, va a
elaborar un informe de situación que presentará a principios
de año. Las visitas de las delegaciones arrojaron como
conclusión que las condiciones del CETI eran las correctas y
que la UE debía participar con inversiones y medios en
materia de inmigración. Muchos políticos nacionales han
manifestado que los más positivo de los sucesos de
septiembre ha sido la participación activa de la UE. Que no
se considere a España como única responsable de la gestión
de una ‘frontera europea’. Recientemente, Juan Jesús Vivas
indicaba que la llegada masiva fue el hecho más trascendente
del pasado 2005 en la ciudad, precisamente porque Europa
había centrado su atención en Ceuta y Melilla. Una de las
consecuencias inimaginadas para los más de 700 inmigrantes
que treparon por el vallado el 29 de septiembre de 2005.
Pero esta atención europea sobre los perímetros ceutí y
melillense ha traído consigo las quejas de Italia, que
considera que, desde que se reforzó la vigilancia en estos
enclaves españoles, la entrada de personas ha crecido en sus
costas, sobre todo en la isla de Sicilia. El Gobierno
italiano pedía la colaboración de España y Marruecos. El
aumento de la seguridad en las Ciudades Autónomas ha hecho
que las redes migratorias varíen sus rutas: dejando
Marruecos a un lado, muchos inmigrantes han decidido pasar
desde Argelia a Libia o Túnez, y desde ahí saltar a Italia.
Las políticas en torno a los flujos migratorios siguen
siendo un rompecabezas institucional donde las competencias
entre los estados y las instituciones de la Unión Europea se
superponen. Los sucesos de septiembre hicieron que los
agentes sociales movilizaran el verbo y las actuaciones
legales. Desde las denuncias por la vulneración de los
derechos humanos en las fronteras (muertes en los
perímetros, repatriaciones que no siguen los procedimientos
legales establecidos, abandono de personas en condiciones
infrahumanas, etcétera). Y un 60% de los españoles que,
según la última encuesta del Centro de Investigaciones
Sociológicas (CIS) , realizada en el mes de noviembre,
hacían ver que hay demasiados inmigrantes en el país, aunque
solicitan más derechos para ellos. Sólo el paro es un
problema más importante que la presencia de extranjeros.
Pero la encuesta del CIS también arroja una impresión: los
ciudadanos sobrevalúan la cantidad de inmigrantes. La
confusión sigue siendo una de las características frente a
este drama.
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