La Ceuta del comercio en horas de
oficina, porque así es como lo han encorsetado al supuesto
sector que debe ofrecer dinamismo al ipsi ceutí, se atrevió
a abrir con los propios empresarios al frente y los
autónomos.
Al principio las tímidas miradas de los propios empresarios
entre unos y otros, con dudas a primeras horas de la mañana,
se tornó en seguridad cuando más de uno ‘osó’ levantar las
persianas, encender las luces y disponerse a vender para
paliar, mínimamente hay que decir, la gran crisis del sector
e intentar recaudar mediante las ventas directas, el dinero
que problamente deba abonar en concepto de seguridad social
o el salario del personal a fin de mes. Así es como piensa
el pequeño comerciante. Aún así comprobó como también
levantó las persianas, en un día festivo, la inspección de
Trabajo para levantar las actas que tuviera que levantar en
función del incumplimiento o no del convenio colectivo del
sector.
Una ciudad como Ceuta y con la tan brutal competencia
existente debe plantearse una revisión total de su futuro en
cuanto al comercio se refiere. No puede ser que grandísimas
superficies como el Corte Inglés abra en festivo y no haya
sindicato que pueda si quiera toserle. El Corte Inglés es un
gigante y el tradicional pequeño y mediano ceutí no lo es.
Ahí es donde radica el verdadero problema del acongojamiento
que provocan los sindicatos a los que arriesgan el capital
personal o familiar. Suelen no complicarse la vida ante el
amedrentamiento oportuno a base de comunicados y notas de
prensa y ven casi impotentes como se les viene abajo el
kiosco.
El Corte Inglés, sin embargo, abrirá o no abrirá, en función
de sus expectativas empresariales y no por el
amedrentamiento oportuno. Esa es la batalla perdida de los
empresarios ceutíes.
Habrán más comercios que cierren, más empresarios que se
vayan... y más paro en el INEM.
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