El nuevo año que estrenamos, este
2006, trae consigo la prohibición de fumar en lugares
públicos cerrados, empresas y en bares o pubs que no se
acojan a la normativa. Y aún así, tampoco se puede fumar.
El fenómeno antitabaco pasó desapercibido, por ejemplo y
para empezar, en las primeras horas de la madrugada de 2006.
No hubo fiesta de nuevo año en locales, pubs en los que no
se caracterizara por el ambiente grisáceo de la nube de humo
generalizado de la multitud de jóvenes y no tan jóvenes en
los festejos tradicionales de la madrugada de año nuevo. Por
tanto, de momento, ha empezado mal la norma.
Distinto será el día a día. Las empresas no permitirán -al
cumplir con la ley- que se fume en sus instalaciones. Entre
otras cosas porque el texto legal no prevé si quiera que se
habilite un lugar concreto para el fumador, como lo prevé
para locales de bares o copas con unas dimensiones
adecuadas.
Por tanto, si de media se pierden unos siete minutos por
cigarrillo. Habrá que echar cuentas sobre el periodo de ocio
para la nicotina que dedica, un empleado fumador, al día con
sólo fumar diez pitillos durante la jornada laboral de ocho
horas.
Habrán problemas, seguro. El tabaco no se puede dejar así
por las buenas, porque básicamente su consumo es una
enfermedad bajo los parámetros de la drogadicción.
Para atajar el problema habría que no permitir tan siquiera
su venta. Pero eso no vale porque los impuestos que ingresa
el Estado son cuatiosos y muy relevantes. Pues imagínense en
Ceuta en que las labores del tabaco genera a la Ciudad
Autónoma ingresos impositivos directos.
La ley será complicada seguirla, aunque se intentará sin
duda. De momento, en Ceuta, el gremio de hosteleros cuenta
con numerosísimas dudas ante esta ley que ya es de
aplicación, pero muchos permitirán que en sus locales, se
fume.
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