Llegado este tiempo en que se
encienden las luces (¡qué bonita está Ceuta todos los días
del año pero más en Navidad!), los escaparates de los
comercios preparados para las mejorar las ventas (esta
temporada ceutíes y melillenses con mejores perspectivas por
la coincidencia de festividades cristiana y musulmana), se
oyen villancicos a través de equipos musicales instalados
principalmente en bares y establecimientos similares, se
hacen visitas por los niños acompañados de mayores a SS.MM.
Los Reyes Magos que a este efecto vienen de Oriente, se
instalan tiendas en que, principalmente sudamericanos, nos
ofrecen toda clase de artículos y que sirven para darse un
paseo por tan original mercado, o sea, con todo ello, se va
creando el ambiente que propicia e impulsa la alegría de
pequeños y mayores. Es el preludio, diríamos, de las Fiestas
Navideñas.
Y cuando esta alegría se manifiesta cantando, entonces se
exaltan los ánimos y se aprecia, en todo su contenido, el
sentimiento de camaradería y amor que, olvidando otras
situaciones o hechos, se dan entre los humanos como la
velada que, improvisadamente, se produjo el pasado sábado en
la sede social de la Tertulia Flamenca, entre cuantos allí
se encontraban con sus novias, esposas e hijos, cuando, de
pronto, algunos de los componentes del Coro Navideño “La
Estrella”, empezaron a entonar, por bajini, aquello de Ande,
Ande, Ande la Marimorena…., y Pepe Escobedo anima con su
portentosa voz al coro formado; y le acompaña El Lolo, que
tampoco se queda atrás en lo que a voz se refiere; y salen a
relucir, no se sabe de donde, panderetas y sonajeras; y se
ve en el escenario a Juan “Manos Blancas”, con sus timbales
y caja dando son y compás al ritmo de las composiciones;
surgiendo, también, Borrego (el de la Imprenta Olimpia),
Luis Sánchez Rocabert, Antonio (antiguo Barman del
Restaurant Rejano), Lancha, Pepe Rodríguez Chacón, Ricardo
Cívico, Cuqui Terriza, y otros muchos, con sus clásicos y
añejos villancicos de sabor ceutí: “cual será aquel
barquito, que va traspasando la Almina, es el barco de Los
Lobos, cargaíto de sardinas”, y otros conocidos como el de
Golondrina, Los Peces en el Río, Campana sobre Campana, La
Virgen va Caminando, Arre Borriquito y cuantos puedan
encontrarse en el catálogo de canciones navideñas, todo ello
con el carácter particular y modo de expresión andaluz de
tan rancio abolengo que caracteriza a la entidad.
Por todo ello, en estos tiempos de constantes atrocidades,
de guerras, de siniestros, de accidentes y otras
calamidades, no tenemos más remedio que reconocer que actos
como el referido, al que se sumaron cuantas personas se
encontraban en el salón de la Sociedad (inclusive hasta
participamos activamente aunque por nuestra poca voz y a la
vez desagradable nos limitamos a acompañar con palmas al
improvisado coro) hacen falta para desterrar, siquiera en
estas fechas de Navidad, envidias y horrores humanos,
desechando, como nos legó el Niño Dios, menosprecios,
humillaciones, malas intenciones y agravios, porque a fin de
cuentas, como dice el famoso villancico, ”nosotros nos
iremos y no volveremos más”…
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