La campaña electoral se inició
hace tiempo porque los políticos, aunque pueda parecer lo
contrario, siempre están en campaña. Pero cuando esa campaña
se acerca a su final, cuando quedan escasos meses para que
se celebren las elecciones, los políticos más que entrar en
campaña, que en esa entraron hace mucho tiempo, entran en lo
que podríamos llamar el celo electoral, que es en los
momentos en que los políticos profesionales se manifiestan
de una forma clara y contundente y, donde, los pelotas y
lameculos echan el resto para ser bien vistos por los
encargados de confeccionar la lista que les podrá llevar a
las próximas elecciones, consiguiendo un silloncito que les
solucione todos sus problemas al menos durante cuatro años.
Cosas veredes, amigo Sancho.
Se vuelven a producir, con más virulencia que nunca, las
luchas intestinas, las puñaladas por las espaldas y donde
los “correveidiles”, trabajan a destajo tratando de
solucionar los problemas a más de uno. Son unas luchas, que
a los que estamos fuera de ellas por no pertenecer a partido
alguno, nos emocionan de tal forma, que nos permite opinar
sobre las mismas sin partidismo alguno. O sea, aclarando que
es gerundio, como se dice en el argot popular, ver los toros
desde la barrera. Que por cierto, los aficionados a los
toros, dicen que es de donde mejor se ven las corridas por
la escasa distancia que hay entre los “actores” de la misma
y el aficionado.
Servidor, en estas elecciones, ha pedido a un “amiguete” se
sirva buscarme una buena barrera que me permita estar en
primera línea debido, más que nada, a que quiero estar lo
más cerca posible de las grandes “faenas” que, algunos, van
a realizar.
Me emociono nada más pensar la gran “faena” que se tiene que
realizar por aquellos, que menospreciando la validez de
algunos de su “cuadrilla”, contratando advenedizos en
detrimento de algunos de esa cuadrilla que siempre ha estado
ahí, dando la cara en los momentos difíciles del asunto, que
es cuando había que darla, les pidan que se dejen la piel y
se jueguen el todo por el todo, en defensa de su “matador”.
Por supuesto servidor, las cosas claras, no pertenece a
“cuadrilla” alguna y me importa tres pepinos se contrate a
algún que otro advenedizo, menospreciando a mi persona e
incluso dudando de mis cualidades y conocimientos
superiores, por supuesto, a los advenedizos contratados.
Porque si, por un casual, perteneciera a la “cuadrilla”
puedo asegurar, sin temor a equivocarme, que iba a dar la
cara por el “maestro”, los advenedizos contratados. El menda,
aunque sólo sea por dignidad no movería ni el pico del
capote a favor del “maestro”. Es más, con toda seguridad, me
cambiaría de “cuadrilla” y para hacerle más daño, le daría
todo mi apoyo a su peor enemigo
Esa sería mi jugada de pertenecer a la cuadrilla de ese
“matador” que después, de tanto luchar enfrentándome a todos
sus enemigos desde que era un simple “novillero”, me paga
con el menosprecio a mi persona, contratando a unos
advenedizos, como peones de confianza. Claro, que digo todo
esto, porque tengo dignidad y no me dejo avasallar por
ningún “matador” inútil. El que quiera peces....
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