¿Qué si no me adelanto a la
cuestión? No. Porque es relevante y lo he podido comprobar a
lo largo de todo el puente donde, la ciudadanía, ha salido a
las calles, desafiando a un termómetro en pleno descenso,
para comenzar con afán la compra de los regalos. De hecho
los grandes centros comerciales han abierto en los festivos
y el que más el nuevo llamado Vialia, un mastodonte de
amplios espacios enjaretado a la estación de RENFE
malagueña, que se llama, por puro pijerío “María Zambrano”
para demostrar que, las autoridades, aunque desmontaron la
bellísima marquesina y las estructuras de hierro del siglo
XIX que eran una delicia, las autoridades, repito, son
culturetas y saben de personalidades de la cultura.
De conservar el patrimonio andaluz están pez, pero en
cuestión de “gestos” nadie les gana. No, no voy a hablar de
política porque es poco novedoso y amuermante, de hecho no
hay nada sorprendente o motivador que relatar y para aburrir
a los lectores mejor me meto a escribirle los discursejos e
intervenciones a algún cargo público, es decir, seguiré
aburriendo al graderío pero le echarán las culpas al que lee
el papel. Prefiero mil veces entrar con ustedes en la
polémica visceral : ¿Regalan ustedes el 24 de diciembre o el
6 de enero? Es decir ¿Llega a sus casas cargado de juguetes
Papa Noel desde Laponia con su trineo tirado por renos o
desembarcan desde Oriente Sus Majestades los Reyes Magos?.
En mi infancia, moruna y lejana, los que llegaban a Nador
con los sacos rebosantes de regalos eran Melchor, Gaspar y
Baltasar. Esa noche los niños españoles no habíamos
disfrutado de ninguna cabalgata, porque no era la costumbre,
pero temblábamos de excitación y curiosidad por saber si
nuestras cartas habían llegado a Sus Majestades y como es
lógico dejábamos los zapatos en el balcón, la ventana
entreabierta, polvorones y tres copas de anís para los Reyes
y una palangana con agua para los camellos. Todos los niños
sentíamos una pincelada de angustia pensando que, los
aduaneros, no hubieran dejado pasar a los Magos por la
frontera de Farhana, cuando vinieran a Nador procedentes de
Melilla donde si celebraban cabalgatas.
Papa Noel y los regalos del 24 de diciembre, en torno al
árbol me pillaron ya siendo abogado, como verán tengo más
años que un saco de gnomos y los padres comenzaron a hablar
de que viniera el barbudo santo antes del día 6 para que se
aprovecharan mejor los regalos y se jugara más tiempo.
¿Tienen la costumbre en Ceuta de que, tras la cena, en casi
todas las casas con niños se oiga, de repente, el tañer de
una campanita ¡Tilín, tilín!? Los pequeños se desencajan,
porque todos saben que así se anuncia alguien muy esperado y
aparece el espontáneo Papa Noel vestido de rojo y con el
saco cargado de cajas. Bueno, si no hay espontáneo del que
echar mano los regalos aparecen envueltos en torno al árbol,
en unas casas el 24 y en otras la mañana del 25. Y luego el
5 de enero por la noche también llegan Sus Majestades,
porque ahora todos esperamos regalos por partida doble y
ambas tradiciones cristianas son profundamente nuestras y el
santo de Laponia se va arraigando firmemente sin hacer
competencia a los Reyes, cada cual en su parcela de ilusión.
Es lo ideal. ¿Para que nos vamos a engañar?
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