Los técnicos policiales
acostumbrados al control de masas, los que conocían las
dificultades de su propia organización por lo escaso del
número de agente, advirtieron en su momento, al anterior
delegado del Gobierno, Jerónimo Nieto de la complicación que
se derivaría de la apertura del antiguo paso próximo a la
antigua fabrica de cerveza. El Biutz fue un asunto propuesto
y zanjado en el acto por el delegado del Gobierno Luis
Vicente Moro, pero reabierto y puesto en valor, de nuevo,
por Nieto tras la victoria del PSOE a nivel nacional.
Entonces, los problemas se centraban en los colapsos que se
originaban en la frontera del Tarajal –en el famoso tubo-
por donde debían pasar los miles de porteadores que a diario
cruzan hasta nuestra ciudad.
La apertura del Biutz, que conllevó numerosas reuniones con
el gobernador marroquí, se llevó a cabo. Parecía la panacea.
Los empresarios encontraron en esta nueva fórmula la
solución a sus problemas… pero no fue así. Pronto llegaron
los problemas derivados de lo que, en su día, advirtieron
los técnicos policiales. Problemas que no sólo no han ido en
descenso, sino que ha provocado complicaciones añadidas que
hacen insostenible para el empresario el mantenimiento del
Biutz.
Es un caos. Es un caos el Tarajal en toda su extensión –nos
referimos a las naves-. Se trata de un lugar no regulado, ni
circulatoria, ni administrativamente. Lo que se proyectó
para dar salida activa a una economía que miraba a
Marruecos, se ha convertido –por mimetismo, quizá- en el
desconcierto que es común en cualquier callejuela de
Castillejos. Ventas ambulantes, pícaros, cargadores,
cambistas. Naves que se convierten en refugios de quienes
portan según qué elementos poco aconsejables. Un submundo
que gira al amparo del aduanero marroquí de turno. Los hay
honrados que no ponen la mano para permitir el paso, pero
los hay habitualmente que la ponen y se erigen en los
auténticos señores del caos. Los principales damnificados,
nuestros agentes de Policía Nacional que tienen que soportar
el hecho de que enfrente se cierre el paso según el estado
de ánimo del marroquí. En definitiva, un desastre que debe
tener en algún momento fin. Parece que una nueva salida por
el propio Tarajal pudiera ser ahora la solución. Veremos
pues. Entre tanto, cada vez queda menos para que el país
vecino libere sus aranceles de importación, lo que devendrá
en un caos para su población que, al menos, se gana la vida
pasado mercancía desde Ceuta. Los empresarios ceutíes
también tendrán lo suyo, y lo venimos advirtiendo desde no
hace poco.
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