Que Ceuta es una ciudad ruidosa no es ninguna novedad. Cada
día, decenas de ruidos distintos perturban la paz de un
territorio que dista mucho de ser una gran urbe: sonidos de
cláxon, sirenas de emergencia o ruidos de potentes motores
son una muestra del exceso de decibelios al que están
acostumbrados los ceutíes, en la mayor parte de las
ocasiones sin necesidad. Los últimos datos del Instituto
Nacional de Estadística en torno a este asunto así lo
corroboran. Ceuta y Melilla, tan sólo superadas por la
Comunidad Valenciana con un 39,6%, son las ciudades cuyos
hogares registran un mayor índice de ruidos, ya sean
producidos por sus vecinos o procedentes de la calle, con
una tasa del 35,5%. A corta distancia encontramos otras
regiones como: Madrid, Baleares y País Vasco que también
superan el 30% de ruidos. Aunque, sin duda, los datos de
ambas ciudades autónomas resultan mucho más preocupantes si
atendemos a sus características geográficas y poblacionales
que, desde luego, no se corresponden con ese exceso de
ruido.
En el extremo contrario, y como regiones más tranquilas y
apacibles para residir, se sitúan el Principado de Asturias
con una tasa del 19,1%, Cantabria (17,2%) y Castilla La
Mancha donde los niveles de ruido se sitúan en el 16,6%.
Con estos datos en la mano, España se sitúa en el segundo
lugar, por detrás de Japón, en el ranking de países más
ruidosos del planeta ya que se calcula que un 70% de los
españoles sufre niveles de ruido superiores a los 65
decibelios, el umbral a partir del cual los científicos
consideran inaceptable el ruido.
Sin embargo, desde el punto de vista legal, los efectos
nocivos del ruido comienzan por encima de los 85 decibelios.
A partir de este nivel se aplica en el mundo laboral la
legislación referente a medidas tendentes más a la
protección ante el ruido que a eliminarlo.
Desde el punto de vista médico se considera ruido el sonido
que puede producir pérdida de audición, ser nocivo para la
salud o interferir gravemente una actividad.
Así, como referente, se toma la voz hablada, 50 decibelios;
el ruido del extractor de humos, que alcanza los 70, o el de
una moto sin silenciador en el tubo de escape, que se sitúa
en los 110 decibelios. Aunque el oído no responde igual a
todas las frecuencias ya que dependiendo de la actividad que
estemos desarrollando nuestra tolerancia será mayor o menor.
Para poder conciliar el sueño no deben registrarse más de 30
decibelios aunque el nivel de lo soportable se sitúa en los
140 que pueden llegar a estar por encima de los 180, que es
el ruido que produce un cohete durante su lanzamiento.
Factores como la intensidad, el tono, la duración o la forma
de presentación inciden mucho en la percepción o sensación
de ruido que tenga la población y, por lo tanto, en la
permisividad que ésta tenga con él.
En un día festivo o en fin de semana, los niveles de Ceuta
se reducen considerablemente aunque, justo ayer, no funcionó
ningún sensor.
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