El turismo progresa adecuadamente como uno de las
actividades económicas de la Ciudad Autónoma y es en cierta
medida por sus playas que cada verano atraen a cientos de
ceutíes y visitantes a disfrutar de un día de sol. Una vez
acabada la campaña de verano las playas han perdido a sus
habituales pobladores, los bañistas, aún así el
mantenimiento sigue siendo necesario para que estas luzcan
durante todo el año en un buen estado de cara al próximo
periodo estival.
Pese a la mínima actividad que sufren por parte de los
bañistas, las playas mantienen todo el año un duro pulso con
la marea que provoca tanto pérdidas como aumentos
significativos de sedimentos al tiempo que arrastra a la
orilla algas y otro tipo de desechos sólidos. Por ello,
regularmente una Brigada de Operarios de Urbaser, contratada
por la Consejería de Medio Ambiente, se encarga de darle un
‘lavado de cara’ a los distintos puntos playeros del
territorio ceutí. A esta brigada se le une una serie de
vehículos mecánicos como son dos tractores recogedores y un
dumper, según explicó el viceconsejero de Calidad Ambiental,
Juan Ramón Ríos Ferrón. Este reconoció que en invierno hay
menos efectivos destinados pero los cuidados son los mismos
dado que “las playas son un importante patrimonio de la
ciudad”.
Incidencias
Las principales incidencias que afetan diariamente a las
playas de Ceuta son para Ríos Ferrón el oleaje y una
consecuencia de él, la llegada de algas a la orilla. En este
sentido y aunque pueda parecer antiestético, Ferrón señaló
los beneficios que tienen las algas para la arena: “Las
algas para mí no son suciedad, de hecho es bueno que
mientras están frescas se les deje un tiempo en la arena ya
que la desinfectan por su contenido en yodo”.
Los vehículos de que se disponen son suficientes para
realizar estas tareas según el viceconsejero de Calidad
Ambiental ya que el tractor realiza diariamente una rotación
por las playas donde es necesaria su actuación. Además,
cuando es necesario el grupo de operarios retira a pie los
desechos que deja el mar.
Por su parte, el oleaje puede provocar más consecuencias
negativas ya que la marejada puede hacer que las playas
pierdan o ganen sedimentos. Contra las inclemencias del mar
las armas son los espigones aunque a esto se puede añadir,
según explicó Ríos Ferrón, un dique de sacos ubicado en el
foso para que no se formen montañas de arena que dificulten
la navegabilidad por ese corredor.
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