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OPINIÓN - SÁBADO, 9 DE DICIEMBRE DE 2006

 
OPINIÓN / EL MAESTRO

Tiempos de Navidad

Por Andrés Gómez Fernández


Zaragoza, Granada, Oviedo… de momento, Colegios públicos de estas ciudades han suprimido las fiestas de Navidad, que tradicionalmente se venían celebrando. A estos colegios, con toda seguridad, les seguirán otros. ¡Adiós, pues, al encanto de unos villancicos!

En el caso del Colegio de Zaragoza, el Claustro de Maestros no incluyó los actos navideños en la Programación Anual, por haber alumnos de otros credos y culturas, y por falta de espacio adecuado. Por parte del Consejo Escolar se aprobó la Programación, pero los padres hicieron constar su oposición a la eliminación del festival navideño. Por lo visto, ya se veía venir, del curso anterior, que se habían suprimido los villancicos con contenido religioso, y se habían sustituido por canciones navideñas en inglés -el colegio es bilingüe- y poemas sobre el invierno.

La AMPA –Asociación de madres y padres de alumnos- antigua APA, al celebrar una asamblea extraordinaria, acordó que tampoco se realizaría en Reyes el reparto de regalos, como venía ocurriendo en años anteriores. Uno de los miembros se manifestaba así: “A los niños hay que enriquecerlos, no quitarles”. La situación planteada ha llenado de indignación a los padres, que critican que no se haya contado con ellos. Y se añade: “el 80% de los alumnos son católicos”. Pero la causa principal está en la “intención de no molestar a los alumnos de otros credos, aunque, por otra parte, la información aportada por los maestros es que “la evaluación del acto, en años anteriores no es satisfactoria”, teniendo en cuenta “con todo lo que supone el esfuerzo de su preparación, pedagógicamente (?), no merecía la pena por los resultados que se veían”.

Sin embargo, por parte de los responsables de la programación, sí que no hay inconveniente en que se celebre una fiesta importada del mundo anglosajón como “Halloween”, y no una tradición tan arraigada en España como la Navidad.

También resulta lamentable –de ello se quejan los maestros- que este problema de índole interna “haya tenido la trascendencia inesperada, ya que los educadores sólo han pretendido que la programación “beneficie al máximo el rendimiento y desarrollo personal” de los alumnos, al tiempo que consideran que su ámbito de actuación “debe ser respetado” (?).

Todo ello ha permitido la mediación del Justicia de Aragón -defensor del pueblo autonómico-, afirmando “que a nadie se le puede obligar a celebrar la Navidad”, pero tampoco “prohibir su celebración a quien desee hacerlo”. Como vemos no se ha “mojado” nada.

A mi juicio es un tema que, en efecto, no tenía que haber salido del Centro. Otros organismos como partidos políticos y, también, la Iglesia, han tomado baza en el asunto con opiniones diversas, donde aparece la expresión “oleada de laicismo”.

Qué lejos está todo esto de lo que ocurría hace unos años. Quizás hayan transcurrido algo menos de veinte años. Referido a mis experiencias navideñas, los actos tenían su encanto al celebrarse en la intimidad. Cada grupo lo hacía en su aula, a la voz de “vamos hacer una fiesta. Convivían, armónicamente el “belén” y el “árbol”. Los alumnos católicos y musulmanes se unían, se respetaban, en un verdadero ejemplo adelantado de la llamada “alianza de civilizaciones”. Los chicos musulmanes colaboraban aportando luces, figuras del “belén”, cadenetas… ¡Y componían y cantaban villancicos, como aquel, de grato recuerdo, que se inspiraron en mí. ¡Eran otros tiempos!
 

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