Zaragoza, Granada, Oviedo… de momento, Colegios públicos de
estas ciudades han suprimido las fiestas de Navidad, que
tradicionalmente se venían celebrando. A estos colegios, con
toda seguridad, les seguirán otros. ¡Adiós, pues, al encanto
de unos villancicos!
En el caso del Colegio de Zaragoza, el Claustro de Maestros
no incluyó los actos navideños en la Programación Anual, por
haber alumnos de otros credos y culturas, y por falta de
espacio adecuado. Por parte del Consejo Escolar se aprobó la
Programación, pero los padres hicieron constar su oposición
a la eliminación del festival navideño. Por lo visto, ya se
veía venir, del curso anterior, que se habían suprimido los
villancicos con contenido religioso, y se habían sustituido
por canciones navideñas en inglés -el colegio es bilingüe- y
poemas sobre el invierno.
La AMPA –Asociación de madres y padres de alumnos- antigua
APA, al celebrar una asamblea extraordinaria, acordó que
tampoco se realizaría en Reyes el reparto de regalos, como
venía ocurriendo en años anteriores. Uno de los miembros se
manifestaba así: “A los niños hay que enriquecerlos, no
quitarles”. La situación planteada ha llenado de indignación
a los padres, que critican que no se haya contado con ellos.
Y se añade: “el 80% de los alumnos son católicos”. Pero la
causa principal está en la “intención de no molestar a los
alumnos de otros credos, aunque, por otra parte, la
información aportada por los maestros es que “la evaluación
del acto, en años anteriores no es satisfactoria”, teniendo
en cuenta “con todo lo que supone el esfuerzo de su
preparación, pedagógicamente (?), no merecía la pena por los
resultados que se veían”.
Sin embargo, por parte de los responsables de la
programación, sí que no hay inconveniente en que se celebre
una fiesta importada del mundo anglosajón como “Halloween”,
y no una tradición tan arraigada en España como la Navidad.
También resulta lamentable –de ello se quejan los maestros-
que este problema de índole interna “haya tenido la
trascendencia inesperada, ya que los educadores sólo han
pretendido que la programación “beneficie al máximo el
rendimiento y desarrollo personal” de los alumnos, al tiempo
que consideran que su ámbito de actuación “debe ser
respetado” (?).
Todo ello ha permitido la mediación del Justicia de Aragón
-defensor del pueblo autonómico-, afirmando “que a nadie se
le puede obligar a celebrar la Navidad”, pero tampoco
“prohibir su celebración a quien desee hacerlo”. Como vemos
no se ha “mojado” nada.
A mi juicio es un tema que, en efecto, no tenía que haber
salido del Centro. Otros organismos como partidos políticos
y, también, la Iglesia, han tomado baza en el asunto con
opiniones diversas, donde aparece la expresión “oleada de
laicismo”.
Qué lejos está todo esto de lo que ocurría hace unos años.
Quizás hayan transcurrido algo menos de veinte años.
Referido a mis experiencias navideñas, los actos tenían su
encanto al celebrarse en la intimidad. Cada grupo lo hacía
en su aula, a la voz de “vamos hacer una fiesta. Convivían,
armónicamente el “belén” y el “árbol”. Los alumnos católicos
y musulmanes se unían, se respetaban, en un verdadero
ejemplo adelantado de la llamada “alianza de
civilizaciones”. Los chicos musulmanes colaboraban aportando
luces, figuras del “belén”, cadenetas… ¡Y componían y
cantaban villancicos, como aquel, de grato recuerdo, que se
inspiraron en mí. ¡Eran otros tiempos!
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