Los trabajos arqueológicos en el interior de la oficina de
turismo han desembocado en un ‘mare magnum’ de estructuras
defensivas que se configuraron desde el siglo I. El
arqueólogo José Suárez señala que este yacimiento constituye
un importante punto de partida para el amurallamiento de la
ciudad. “Son cinco metros de relleno arqueológico. Si
estamos arrancando desde el siglo I y las últimas son del
siglo XVI, son 1.500 años construyendo, superponiendo,
reutilizando y transformando este espacio”, sentencia.
El primer gran hallazgo con el que se topó el grupo de
expertos fue la constatación de que esta zona nunca estuvo
bañada por el mar. “Hemos encontrado el terreno geológico,
eso ya es muy interesante porque nos indica que en el origen
aqui no llegaba el mar sino que había un promontorio natural
que avanzaba hacia la costa y sobre el que se apoyaron todas
las construcciones y todas las estructuras existentes”.
La excavación avanzó y se hallaron vestigios de una
estructura defensiva del siglo I. “De partida, sobre el
nivel geológico aparecen restos, estratos de época romana
imperial que son de la mismo periodo que la factoría de
salazones. Entonces nos indica que este espigón estuvo
utilizado en época romana seguramente en los primeros
momentos del asentamiento”, apunta.
Las construcciones musulmanas se caracterizan por la
reutilización de estructuras anteriores. Suárez destaca la
importancia de un acceso desconocido hasta el momento, una
puerta que facilitaba el acceso a una torre. “Se construye
un avance la fortaleza califal, que está formada por parte
de un muro al que se le adosan otras estructuras que
formarían parte de un gran edificio, seguramente una torre
que defendería de una forma avanzada este sector de la
ciudad. Además, aparece parte de lo que sería una puerta, un
vano, un acceso que permitiría entrar a través de una puerta
en codo”. Este acceso constituye una estructura califal
“bastante compleja y de mucha entidad” que no se conocía
hasta ahora en la ciudad.
El arqueólo considera que este hallazgo contiene una
“importancia singular” para conocer lo que es la
configuración de la primera ciudad medieval.
Existe una fase posterior a la estructura califal. Se trata
de una muralla que rompe con el trazado anterior y que se
interpreta por los expertos como “una defensa más avanzada”
de cara al mar. “Por este muro se podría pasear, por un
camino de ronda que se llama, y acabarías en una torre que
se ubicaba más cercana a la costa”.
La visión de conjunto de esta amplia cronología de
construcciones defensivas podría basarse en la idea de la
ocupación de un espigón natural que se fortifica desde un
primer momento de una forma muy especial porque permite
defender una zona de puerto, relacionada con la llegada de
barcos y con el comercio -teniendo en cuenta la factoría de
salazón en época romana-. “No sabemos si había una muralla
en época romana pero lo que sí sabemos con certeza es que
existía en época califal, cuando se construye este gran
edificio del que se conserva una puerta. Y en un momento
medieval posterior, esa estructura se rompe para construir
un otro tipo de defensa nueva, que formaría una coraza, un
paseo marítimo que avanzaría hacia una torre ubicada todavía
más allá en el espigón. Todo esto en época portuguesa se
vuelve a modificar y transformar con las construcciones del
Baluarte de los Mallorquines a partir del siglo XVI”,
concluye José Suárez.
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La segunda fase comenzará en enero
Los actuales trabajos en la
oficina de turismo constituyen la primera fase de un plan de
actuación más ambicioso. “Se está documentando, recogiendo
datos para hacer un dibujo al detalle de todas las
estructuras. Servirá para poner al público estos restos, de
forma que cuando se entre en la oficina de turismo se pueda
explicar todos estos datos”, indicó José Suárez.
El experto explicó que habrá una segunda fase, que comenzará
en enero y que consistirá en la puesta en valor, la
limpieza, el cerramiento, la panelería y todos los elementos
explicativos.
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