Quiero decir ¿Ha llegado a Ceuta
la avalancha de rumanos? Aquí sí y desde hace ya tiempo.
Primero llegaron los gitanos que son muy nómadas, se
asemejan mucho a los gitanos portugueses de los años
cincuenta y no hacen buenas migas con los calés españoles
con los que les separan años luz de diferencia y de
diferencias. Tras los gitanos entraron por la frontera de la
Junquera miles más, estos payos y con ganas de trabajar,
vamos, que no le hacen ascos a un andamio mientras que, los
gitanos, no han hecho otra cosa que trasladar su modus
vivendi y modus operandi del Este, es decir la mendicidad en
todas sus vertientes, niños incluidos, a España. Entre payos
rumanos y rumanos gitanos se evitan un mucho y se tienen
escasas simpatías, pero todos en general comienzan, a los
pocos días a chapurrear el romañol, que es un español
arrumanado o rumanizado, nada dificultoso porque poseemos
idénticas raíces latinas . ¿Qué como suena el rumano? Pues a
una mezcla de portugués y del italiano que se habla en
Venezia o en Mestre, que no es italianini-italianini, porque
en italianini se dice algo así como “prende el bicchiere”
que es “coge el vaso” y en veneziano se dice “ciappa il
gotto” que también se dice en el dialecto sardo de Cerdeña y
este último se parece al mallorquin. ¡Lo que es el latín de
expansivo!.
Lo cierto es que, miles de individuos chamullan el romañol y
eso me recuerda al Medievo, cuando Francia estaba dividida
en dos zonas idiomáticas, en una se hablaba la “langue d´oil”
y en otra la “langue d´oc”. Ganó la langue d´oil que es el
actual franchute y reculó la otra en la región que se llamó
y se llama el Languedoc. Para mí que, el romañol se va a
hablar por barrios, de esos que pensábamos que iban a tener
acento del merengue de nuestros primos sudacas que se habla
tan bonito.
Pero los del Este son muy suyos y no tragan mucho a nuestros
primos, en realidad tragan a poca gente, quitando a los
españoles de origen, porque son muy serios y muy recelosos.
Pero se integran los muy joíos y tienen ansias de
escolarización, de educación y de okupar iglesias para
celebrar sus devociones cristianas. Los polacos, que son de
dulce, se traen importados hasta a sus curas y a toda la
comunidad de ellos se la ve con más educación, más valores y
más vergüenza que a los propios españoles. Los de Polonia no
hablan polañol, sino que directamente estudian el español y
lo hablan con acento de Valladolid y un cierto deje
metálico. Igual que los ucranianos que son laboriosos y
cumplidores, acostumbran, ellos y ellas, a ir muy acicalados
aunque desempeñen los menesteres más humildes y presentan
una rara y valiosa dignidad.
Ni a polacos ni a ucranianos y mucho menos a rusos se les
puede denominar jamás “gentuza”, de hecho, si los polacos no
se difuminan totalmente entre la colectividad es porque
suelen ser más guapos y con mejores pintas que los
españolitos y no tienen adipocitos cerveceros en el buche.
Los rumanos son más meridionales, más latinos, igualitos que
los andaluces o los murcianos, aunque más cumplidores de los
mandamientos de la Santa Madre Iglesia. Y todos los
importados por el norte, entre ellos los que parlotean en
romañol, sueñan con construir sus propias iglesias para sus
devociones y acomodar a sus Vírgenes autóctonas. Debe ser
una pasada rezar en romañol.
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