Estarán de acuerdo conmigo en que
vivimos en un Estado Policial donde se intenta controlar
hasta los esputos que excretamos por si fueran susceptibles
de multa o de sanción. Y ahora les ha dado por mimar
nuestras arterias y controlarnos el colesterol, prohibiendo
la publicidad de las suculentas macrohamburguesas XXL, a lo
que seguirá declarar proscritas a las propias hamburguesas,
pepinillos y ketchup incluidos.
El Estado husmea e ingiere en lo que metemos en nuestros
pulmones y aplica el prohibicionismo y ahora arbitra sobre
apetencias culinarias y decide que es lo que podemos y no
podemos comer. Será que nos consideran una piara de
deficientes, eternos menores de edad y como, ni nos
respetan, ni respetan nuestras sensibilidades les es
indiferente herirnos con sus normas restrictivas, ñoñas,
melindrosas y ridículas. Porque, es cierto que, en la
sociedad, no se puede andar en plan libertario, sin respetar
al de enfrente y rompiéndole los cojones a la colectividad
con conductas inapropiadas o directamente incívicas. Pero de
ahí a que controlen nuestras dosis de colesterol hay un
largo trecho, que pasa por controlar otras conductas a
través de leyes apropiadas.
¿Qué a que leyes me refiero? Bueno, no hay que ser muy
inteligentes para repescar viejas normas, adaptarlas a la
Constitución y aplicarlas, para gozo, alivio y refocile de
la ciudadanía. Por ejemplo hoy, que hay el ganado que hay,
sería coherente una “Ley de vagos y maleantes” porque
abundan los unos y los otros, para indignación de los
españoles y una “Ley de peligrosidad social” que controlara,
esta vez sí de manera restrictiva, a quienes constituyen un
peligro o un riesgo para la comunidad.
Lo lógico es comenzar a prohibir y a perseguir lo que
asusta, preocupa e intranquiliza a la sociedad y hacerlo a
la manera de Nicolás Sarkozy, el ministro francés que va
camino de convertirse en Presidente de la República y
constituye un ejemplo admirable de las ideas
neoconservadoras. Sarkozy le tiene la vida amargada a los
delincuentes, pero que yo sepa no distribuye moralina ni se
escandaliza con las pringosas hamburguesas XXL.
Será que, atacando las grasas tratan de obviar la
preocupación real de los españoles ante el rebrote y repunte
de enfermedades que habíamos olvidado, como la tuberculosis.
Ahí si que hay causa de alarma sanitaria y no en que, un
niño de coma un sábado un Happy Meal en el McDonald´s.
Máxime cuando, cualquier enfermo sin control sanitario e
incluso sin diagnosticar, puede ponerse a expectorar en un
autobús o en un centro comercial. Tememos y nos asustan las
enfermedades que nos están viniendo de importación y
poseemos la suficiente información como para que todos
sepamos en qué consiste una dieta sana y la importancia de
la fruta y de las verduras en la alimentación. No estamos
sobresaturados de grasas sino de mensajes informativos y
encima, aunque a los gobernantes les parezca algo
sorprendente y novedoso, nos enteramos de lo que leemos y de
lo que vemos, porque, directamente idiotas, no somos.
No se vence prohibiendo, sino convenciendo con mensajes
claros y didácticos, todos sabemos lo que es la
comida-basura y quien la come es porque es libre y le sale
de las pelotas. Que se ocupen en erradicar las enfermedades
importadas y proteger de ellas a los españoles y luego que
vayan a por las XXL.
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