¿Son de fiar los musulmanes, en Europa o en sus países de
orígen?. Naturalmente que sí. Pero ahondando un poco y sin
zambullirnos en semántica, ¿qué diríamos de los islamistas?.
¡Ah!, la cosa ya es otro cantar debiendo de empezar por
acotar de qué tipo de islamistas estamos hablando, aunque en
puridad los objetivos de todos (pacíficos o violentos,
legales o ilegales) sean los mismos: islamizar la sociedad a
través, cómo no, de un Estado islámico.
Viene esto a colación sobre el libro de los periodistas
franceses Nicolás Beau y Catherine Graciet (“Quand
le Maroc sera islamiste”) recientemente publicado en las
ediciones La Découverte y que está revolviendo el cotarro,
porque de eso precisamente se trata: ¡hágase la luz y abajo
las caretas!. A las cosas por su nombre o en el verbo del
incorruptible Unamuno: al ladrón, ladrón y a la puta,
puta. Y sigamos.
Los autores, citando solventes fuentes de inteligencia tanto
marroquíes como francesas, recogen la frase lapidaria de un
alto cargo de las últimas que no se corta ni un pelo
afirmando (y menos mal porque ya no me siento tan solo) que
La situación es peligrosa. Marruecos es como Rusia en 1916.
Beau y Graciet recogen, entre un cúmulo de
datos que ya punteaban y en sintonía con los que en varias
ocasiones adelantamos, los siguientes:
- La presunta guerra de clanes entre los más altos cargos de
la seguridad marroquí, dato asumido por el propio Mohamed
VI, quien tras los atentados de mayo de 2003 en
Casablanca se habría persuadido de que sus servicios
habrían sido superados por los acontecimientos
- El informe del IFRI (Instituto Francés de Relaciones
Internacionales) del 15 de febrero de 2006, según el cual el
44% de los jóvenes marroquíes entre los 16 y los 29 años
consideran que Al Qaïda no es una organización terrorista.
- El encuentro, en presencia del hijo del líder libio
Gadafi, del fundador de la organización terrorista
Chabiba Islamiya, Abdelkrim Mouti, condenado en
ausencia a muerte en 1980 (Mouti habría encontrado asilo,
primero en Arabia Saudí y luego en Libia) con
el número dos de la DST (Dirección de Seguridad del
Territorio): según esto, Al Qaïda estaría detrás del
atentado de Casablanca y los terroristas de Al-Sirat
al-Moustakin no serían más que unos “tontos útiles” (por
emplear la vieja jerga comunista) que habrían hecho el
trabajo sucio.
En todo caso, los autores de esta densa publicación dejan
traslucir en lo referente a la dinastía alauí varias
impresiones que revelarían, a mi juicio, otras tantas líneas
de fractura:
- Una social: el país, pese a los notorios esfuerzos de su
jóven monarca, no acaba de despegar económicamente y las
consecuencias las estaría pagando una amplísima parte de la
población más desfavorecida.
- Otra ideológica: el campo religioso se habría ya escapado
del control de la autoridad central, el Majzén, abriéndose
las puertas de la interpretación del Corán a corrientes no
ya diferentes, sino francamente contrapuestas, a la
ortodoxia oficial del sunnnismo-malikismo, consustancial al
régimen marroquí.
- Finalmente una tercera legitimista, que afectaría
directamente a la línea de flotación de la monarquía
cuestionando su aceptación desde los parámetros religiosos.
Pienso que va a ser muy difícil para Mohamed VI
seguir deslizándose por el filo de la navaja, intentando
conjugar tradicción y modernidad concentrando, a la vez,
todos los poderes. Por no hablar de una contradicción in
extremis, pues por imperativo político-religioso el primer
“islamista” es el propio rey. Digamos que hay unos topes
(que ya ha rozado, forzando por ejemplo al Parlamento a la
ratificación del Código de la Familia, la Mudawana), una
línea roja que no puede traspasar pues si lo hiciera estaría
incumpliendo no ya la b´eia (pacto entre el rey y el pueblo)
sino lo que sería más grave: el rol propio de Emir al
Moumenín, por lo que en teoría y en función de los
parámetros del poder en el Islam podría ser depuesto o, al
menos, ampliamente cuestionado y desobedecido.
En suma, la publicación no deja de constatar el hervidero
social e ideológico en el que está sumido el país. Por
decirlo de alguna forma, lo que se está dilucidando en el
fondo a mi entender no es otra cosa que el amarre definitivo
del viejo Reino de Marruecos en una de las tres
corrientes en las que se ve arrastrado: el africanismo
tribal, el oriente islamista o el occidente liberal.
Por lo demás parece útil echarle una mirada a las dos
principales fuerzas islamistas en boga: el Partido de la
Justicia y el Desarrollo, camino de una mayoritaria
presencia parlamentaria y Justicia y Espiritualidad, dueña
de las calles. En cuanto al primero, llaman mi atención unas
cuidadas y reservadas declaraciones al semanario francés Le
Point en las que el secretario general del PJD cuestiona, a
priori, la posibilidad de llegar a ser en un futuro Primer
ministro: Esta eventualidad es poco probable. ¿Se cura con
ello en salud o envía El Othmani un aviso a
navegantes?.
Por otros derroteros marchan los destinos del movimiento
fundado por el jeque Yasin. El abrazo de hierro en el
que se ha enfrascado este año con las autoridades no deja de
pasar factura en todos los frentes: dentro del país y en el
extranjero, donde la diplomacia marroquí ha ido cosechando
magros frutos. Es en este sentido donde habría que
encardinar la filtración al diario Aujord´hui de una reunión
secreta el sábado 25 en una mezquita en España del segundo
de abordo del movimiento islamista, líder en la región
oriental y destacado miembro de su círculo político,
Mohamed Abbadi. En abril y septiembre de este año
Abbadi habría viajado al Levante español, manteniendo
entrevistas con la directiva de la FIRM (Federación Islámica
de la Región de Murcia, no reconocida por el ministerio
español de Justicia, apunta el diario) y varias asociaciones
satélites de la región, así como con imames influyentes
entre los que estaría su yerno, Saîd Mhedi.
Tampoco hay que ir tan lejos: desde la cercana
Castillejos se tutelan varias asociaciones afines en
Ceuta, que utilizarían como pantalla a gente neutra.
Quizás la más infiltrada se encuentre
en nuestra Ciudad entre Portugal y los viejos Regulares,
mira, mira, mira que diría tocando la campana -lela y
extasiada en el séptimo cielo- la mujer del famoso torero de
Ubrique.
Sigo por lo demás escudriñando el por qué de las reiteradas
negativas del gobernador de Rincón-Castillejos (de
quien depende, tome nota don Jenaro, el control del
Tarajal) a reunirse con el delegado del gobierno
García-Arreciado, pese a los intentos de éste.
Puede que la llave de acceso se encuentre en el recibimiento
previo, en la Plaza de los Reyes, a un polémico y curioso
personaje que desde enero ha cogido carrerilla, consiguiendo
unas cuotas supletorias de protagonismo y con ellas -guste o
no- mayor representatividad.
Mientras tanto y en Tetuán las fuerzas de seguridad
detenían, durante la semana pasada, al menos a siete
presuntos responsables de la red que envía suicidas de Dios
a inmolarse en el polvorín de Oriente Medio.
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