Un nuevo episodio de desembarco se
vivió en las costas de nuestra ciudad en las primeras horas
de la mañana de ayer. De nuevo asiáticos. De nuevo una
embarcación desde las muy próximas costas del país vecino.
Ocho asiáticos más engrosarán la ya larga lista existente en
el CETI. Llegan con cuenta gotas, sin prisas, pero sin
pausas. Enganchados en las férreas estructuras de la mafia
del norte de Marruecos, estos pakistaníes (son la mayoría de
allí) contactan con una facilidad enorme y ante las mismas
narices de la Gendarmería Real marroquí. El resultado, cada
vez más población asiática en Ceuta, cada vez más en España
gracias, en parte, al ‘buen uso’ que hace Marruecos de esa
presión contra la inmigración ilegal por la que recibe
buenos dividendos no solo de nuestro gobierno, sino de
Europa.
Se ve que los tratados comprometidos afectaban al emigrante
subsahariano –nada parece haberse dicho del asiático-, habrá
que establecer, pues, un nuevo convenio para este tipo de
emigrante clandestino. Todo el ingente material móvil
regalado por el Estado español al marroquí para la lucha
contra la inmigración ilegal en sus fronteras, no debe
servir para este otro tipo de ingreso clandestino al
territorio de la Unión Europea (Ceuta). ¿Hace bien su
trabajo Marruecos en función de los acuerdos adoptados?
Parece que sí, a su ritmo y según sus intereses. A nuestro
vecino del sur le puede venir bien –en su permanente
estrategia- colapsar la actividad de la administración
general del Estado en nuestra ciudad. Un ‘trabajo’ callado
pero ¿efectivo? No, sin duda. España no va a cejar en su
empeño de situarse exactamente en el mismo punto en el que
está, desde hace casi quinientos años, es decir, en la
actualidad hasta el Tarajal –que es el límite geográfico
español por el sur-.
Lo necesario, por parte de Marruecos, de cara a su imagen y
su prestigio en el exterior, o sea Europa, es cumplir con
ese cometido encomendado y luchando contra las mafias que
proliferan en su territorio. Sólo así comenzará Marruecos
–que es lo que deseamos- a ganarse la confianza de sus
vecinos. Sólo así podremos tener un aliado permanente de
garantías al que, en contrapartida, ayudar a su necesario y
vital progreso como sociedad avanzada y moderna en su
entorno musulmán. Ojalá.
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