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OPINIÓN - LUNES, 4 DE DICIEMBRE DE 2006

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Más asiáticos desde Marruecos

Un nuevo episodio de desembarco se vivió en las costas de nuestra ciudad en las primeras horas de la mañana de ayer. De nuevo asiáticos. De nuevo una embarcación desde las muy próximas costas del país vecino. Ocho asiáticos más engrosarán la ya larga lista existente en el CETI. Llegan con cuenta gotas, sin prisas, pero sin pausas. Enganchados en las férreas estructuras de la mafia del norte de Marruecos, estos pakistaníes (son la mayoría de allí) contactan con una facilidad enorme y ante las mismas narices de la Gendarmería Real marroquí. El resultado, cada vez más población asiática en Ceuta, cada vez más en España gracias, en parte, al ‘buen uso’ que hace Marruecos de esa presión contra la inmigración ilegal por la que recibe buenos dividendos no solo de nuestro gobierno, sino de Europa.

Se ve que los tratados comprometidos afectaban al emigrante subsahariano –nada parece haberse dicho del asiático-, habrá que establecer, pues, un nuevo convenio para este tipo de emigrante clandestino. Todo el ingente material móvil regalado por el Estado español al marroquí para la lucha contra la inmigración ilegal en sus fronteras, no debe servir para este otro tipo de ingreso clandestino al territorio de la Unión Europea (Ceuta). ¿Hace bien su trabajo Marruecos en función de los acuerdos adoptados? Parece que sí, a su ritmo y según sus intereses. A nuestro vecino del sur le puede venir bien –en su permanente estrategia- colapsar la actividad de la administración general del Estado en nuestra ciudad. Un ‘trabajo’ callado pero ¿efectivo? No, sin duda. España no va a cejar en su empeño de situarse exactamente en el mismo punto en el que está, desde hace casi quinientos años, es decir, en la actualidad hasta el Tarajal –que es el límite geográfico español por el sur-.

Lo necesario, por parte de Marruecos, de cara a su imagen y su prestigio en el exterior, o sea Europa, es cumplir con ese cometido encomendado y luchando contra las mafias que proliferan en su territorio. Sólo así comenzará Marruecos –que es lo que deseamos- a ganarse la confianza de sus vecinos. Sólo así podremos tener un aliado permanente de garantías al que, en contrapartida, ayudar a su necesario y vital progreso como sociedad avanzada y moderna en su entorno musulmán. Ojalá.
 

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