Un juez de Jerez, dos horas antes
de emitirse el programa titulado “El marido de Lola”, ordena
la suspensión cautelar del mismo y ni te cuento, serrana del
alma, el rebote que se cogen el presentador del programa y
los contertulios que iban a intervenir en el mismo. El
presentador, que debe tener el donde la ubicuidad porque
está en todas partes como si no hubiese más profesionales en
la plantilla de Tele 5, repite una y otra vez que le
programa se verá dado el interés periodístico del mismo. ¿De
verdad creen qué la vida del Pescailla y contar lo que todo
el mundo sabe es de interés periodístico?. ¿Qué entenderán ,
todos estos profesionales? lo qué es interés periodístico?.
Qué Antonio González “El Pescailla” tiene un hijo en Jerez
de la Frontera. Eso lo sabe todo quisqui. Si eso es todo lo
que han descubierto en lo que se supone periodismo de
investigación., se han cubierto de gloria. Vamos para ser
candidatos al premio Nobel de Periodismo de investigación.
Con estos chicos investigando me río yo de los periodistas
de investigación, por un suponer, que tiene “El Mundo”.
¡Pobrecitos míos el esfuerzo tan enorme que han tenido que
hacer, esas criaturitas del periodismo de investigación para
llegar a la conclusión de que “El Pescailla” tiene un hijo
en Jerez. Como diría la sabia de mí abuela: “Para mearse y
no echar una gota”.
Y no te digo nada, serrana del alma mía, del interés
periodístico que tiene el conocer que el marido de Lola
Flores tiene un hijo que vive en Jerez y que, en la
actualidad, tiene cuarenta y ocho años. ¿Pero de verdad
creen estas criaturitas, periodistas de alta investigación,
qué a alguien le importa un pimiento de que “El Pescailla”
tenga un hijo que vive en Jerez?
Lo que en realidad les pasa a las telebasuras es que, en la
actualidad, se le están acabando los personajes habituales a
esa clase de programas, a los que hacen repetir una y otra
vez para que nos vuelvan a contar sus últimas miserias,
productos de sus propios montajes, creados por quienes les
llevan sus asuntos, para seguir ganado dinero. Ahora han
descubierto, para poder mantener la atención del público
fieles a estas telebasuras, el detector, por el cual al
contestar a unas preguntas que les hace el presentador del
programa, se sabe si dice la verdad sobre ellas o miente. O
sea que se les está acabando el “chollo”.
Y, naturalmente, si esto se le acaba tiene que buscar algo
nuevo. Y las cabezas pensantes, en un larde de facultades,
ha encontrado la solución al problema, hablando de los
muertos y sus historias. Servidor cree que a los muertos hay
que dejarlos en paz porque, entre otras cosas, no pueden
defenderse y, además, merecen todo el respeto del mundo.
Pues, nada, hay que contar cosas sobre Lola Flores, Carmina
o “El Pescailla”. Sin el menor respeto, sin el menor reparo.
No queridos, la historia de “El Pescailla” que la sabe todo
el mundo, no tiene el más mínimo interés periodístico. Deja
a los muertos en paz. Hay que aplaudir al juez que ha
parado, de forma cautelar, el reportaje. Otro le ha impuesto
a Mila Ximenez cincuenta millones de las antiguas pesetas
por hablar más de la cuenta. Ese es el camino a seguir para
acabar, de una vez por todas, con la telebasura.
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