Hace varios días, estuve en el
Ayuntamiento para entrevistarme con el Jefe de Gabinete del
presidente de la Ciudad. Le debía esa visita, porque él me
había abordado antes en la calle para darme ciertas
explicaciones. Y a mí me fue imposible, entonces, responder
a sus palabras con la claridad con que suelo yo
manifestarme.
Claridad de la que hago uso cuando se encarta por una
sencilla razón: conozco muy bien los pasos que he dado
siempre y creo saber lo justo de cómo se desenvuelven los
políticos y sus adláteres en esta ciudad. Y Javier
Sánchez Paris no dudó en recibirme y, sobre todo, prestó
muchísima atención a cuanto creí conveniente decirle.
Cuando salí del despacho, tras haber discreteado con el jefe
de Gabinete, durante el cuarto de hora conveniente, supe ya
que JSP estaba tocado de un ala y que lo iba a pasar muy mal
si su estado anímico era descubierto por sus adversarios. O
sea, por los adversarios de Vivas y, por encima de
todo, por los enemigos de Pedro Gordillo: que son
muchos y de distintos colores.
Antonia María Palomo tiene metido entre ceja y ceja
el estado anímico del jefe de Gabinete del presidente de la
Ciudad. Y lo va a explotar hasta términos insospechados.
Ella sabe que es imposible achacarle a Juan Vivas el menor
asomo de corrupción durante los casi seis años que lleva
ejerciendo el cargo. Pero se está aprovechando de los
errores cometidos en la contratación de alguien que ha
servido para que otros metan la pata por un desaforado afán
de ganar dinero a cualquier precio.
Sinceridad obliga: la aparición de la revista Ceuta
emprendedora era un sinsentido tan grande como dedicar
sus primeros números a entrevistar a quienes dicen que han
entrevistado. A esa decisión se le puede atribuir la
siguiente locución adverbial: han hecho un pan como unas
hostias. No escarmientan quienes deberían, por el cargo que
ostentan y lo bien remunerados que están, ser muy cuidadosos
con los pasos que dan y con las gentes con las que fraguan
negocios a medias.
Y visto lo visto, la pregunta se me hace indispensable:
¿cómo es posible que a Juan Vivas, cauto y sagaz y tan poco
amigo de permitir componendas entre chiquilicuatres, lo
hayan sorprendido con unas relaciones comerciales que
ninguna ventaja le podía proporcionar a su victoriosa
andadura hacia las urnas y sí acarrearle la jaqueca
consiguiente por cómo las pregona la candidata del partido
socialista?
Una candidata socialista, Antonia María Palomo, que hace muy
bien en comunicarle a los ciudadanos que JV carece de los
valores que éstos le otorgan. Y si ella piensa que alrededor
del presidente el tejemaneje comercial existe, tampoco seré
yo quien desanime su intención de presentar la denuncia
correspondiente en el juzgado de guardia. Puesto que está
obligada, cual candidata a la presidencia, a demoler por
todos los medios la imagen de su principal adversario.
No obstante, la candidata se pierde en cuanto le ponen por
delante un micrófono. Da la impresión de quedar arrebatada
y, por tanto, a merced de intensas emociones. Situación que
no le favorece nada. Sino todo lo contrario. Y es así,
estimada Antonia María, porque en esos momentos te olvidas
de todo y largas por la boquita lo que no deja de ser una
media verdad. Y tú sabes muy bien lo que eso significa.
Verás, a pesar de la fuerza que en la ciudad tiene quien se
sienta en el sillón principal del Ayuntamiento, por causas
obvias, el tratamiento que a ti te dispensamos en El
Pueblo es excelente. Y, por supuesto, lo hacemos
extensivo al delegado del Gobierno. Por consiguiente, el que
tú creas que viajas en una bicicleta mientras Vivas lo hace
en un Ferrari, metáfora referida a los medios, me parece una
imagen injusta y desafortunada.
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