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OPINIÓN - VIERNES, 1 DE DICIEMBRE DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Slow
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Existe una frase-tipo entre quienes me rodean a nivel profesional es “¿Y tu que estás tomando? ”Porque parece que, para aguantar y seguir todo el mundo sigue algún tratamiento y el que más y el que menos ha tirado o tira de ansiolíticos (el peor el Diazepán, me crean , el Diazepán pone tonta la sesera y ni cura ni nada) A la pregunta siguen detalladas explicaciones sobre los grados de estrés y de agobio, amén del aborrecimiento generalizado al teléfono movil que acaba siendo un factor de nerviosismo hasta el punto de que, los investigadores americanos dicen que, cuando suena el inoportuno chismecillo se elevan las pulsaciones y la tensión, porque genera ansiedad. Pero no se puede prescindir de él. Llevamos el despacho en el bolsillo y las más pijas, las que tienen los teléfonos redondos pequeñitos tipo dama saudí, hasta con brillantes engastados y cadenas de oro blanco, el despacho o la oficina colgando entre las tetas. Sin móvil estábamos menos comunicados, pero infinitamente más tranquilos.

De hecho, muchos recordamos los años ochenta con una pincelada de nostalgia, porque era un vivir slow, tranquilo, calmado… El slow era una manera de funcionar y no una moda de rabiosa actualidad por lo lejana e inaccesible, que es lo que sucede ahora, cuando todos queremos ser y nos apuntamos espiritualmente al slow . En los ochenta se celebraba el día uno de mayo con mucha hoz y martillo, herramientas que se fueron oxidando, así como se destiñeron las banderolas rojas, pero no vivíamos obsesionados con el teléfono del carajo “¿Ha sonado el mío?” En los aeropuertos la gente fumaba, reía, vivía y embarcaba cargadita de paquetes porque, el terrorismo islámico tardaría años en amargarnos la vida. En las cárceles los presos de la COPEL armaban sus motines y sus follones ante la incredulidad de los cuatro reclusos extranjeros. Y ningún mierda prohibía en las escuelas que, los pequeños canten villancicos, que no pertenecen a nuestra religión, sino a nuestra cultura, pero ya se sabe que los ateos, que se hacen llamar laicos los muy jilipollas, siempre han opinado que, la religión es el opio del pueblo y son extremistas e integristas como gatos rabiando. Les digo que prefiero mil veces a un moro integrista, con su barba y todo, antes que a un ateo asqueroso que sea un pecado contra el Espíritu Santo con forma humanoide. Será porque todos sabemos que, los pecados contra el Espíritu Santo no puede ni redimirlos el mismo Cristo con su sangre. Pero el Mal existe y los hijos de las tinieblas, son infinitamente más listos que los hijos de la luz, los muy asquerosos. Pero no me tiren de la lengua para que raje del ateismo que nos tratan de imponer y que no es nada slow ni calmado, sino tremendamente agresivo y repugnante. Favor que nos hacen a los cristianos, a los islámicos, a los judíos y a toda la gente de bien, porque nos crecemos en las dificultades y cuanto más nos persiguen más nos unimos y fortalecemos. ¿Ven? Ha sido hablar de la prohibición de la Navidad y recordar la otra frase-tipo “¿Tu te has metido alguna vez la pastilla bajo la lengua?” “No, pero tomo Adiro todas las noches por precaución”. Slow. Tranquilidad, calma y mucha paciencia, es fácil decirlo pero difícil practicarlo. Y es que me hablan de Navidades-laicas y yo me cago en sus muelas.Sin slow
 

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