Existe una frase-tipo entre
quienes me rodean a nivel profesional es “¿Y tu que estás
tomando? ”Porque parece que, para aguantar y seguir todo el
mundo sigue algún tratamiento y el que más y el que menos ha
tirado o tira de ansiolíticos (el peor el Diazepán, me crean
, el Diazepán pone tonta la sesera y ni cura ni nada) A la
pregunta siguen detalladas explicaciones sobre los grados de
estrés y de agobio, amén del aborrecimiento generalizado al
teléfono movil que acaba siendo un factor de nerviosismo
hasta el punto de que, los investigadores americanos dicen
que, cuando suena el inoportuno chismecillo se elevan las
pulsaciones y la tensión, porque genera ansiedad. Pero no se
puede prescindir de él. Llevamos el despacho en el bolsillo
y las más pijas, las que tienen los teléfonos redondos
pequeñitos tipo dama saudí, hasta con brillantes engastados
y cadenas de oro blanco, el despacho o la oficina colgando
entre las tetas. Sin móvil estábamos menos comunicados, pero
infinitamente más tranquilos.
De hecho, muchos recordamos los años ochenta con una
pincelada de nostalgia, porque era un vivir slow, tranquilo,
calmado… El slow era una manera de funcionar y no una moda
de rabiosa actualidad por lo lejana e inaccesible, que es lo
que sucede ahora, cuando todos queremos ser y nos apuntamos
espiritualmente al slow . En los ochenta se celebraba el día
uno de mayo con mucha hoz y martillo, herramientas que se
fueron oxidando, así como se destiñeron las banderolas
rojas, pero no vivíamos obsesionados con el teléfono del
carajo “¿Ha sonado el mío?” En los aeropuertos la gente
fumaba, reía, vivía y embarcaba cargadita de paquetes
porque, el terrorismo islámico tardaría años en amargarnos
la vida. En las cárceles los presos de la COPEL armaban sus
motines y sus follones ante la incredulidad de los cuatro
reclusos extranjeros. Y ningún mierda prohibía en las
escuelas que, los pequeños canten villancicos, que no
pertenecen a nuestra religión, sino a nuestra cultura, pero
ya se sabe que los ateos, que se hacen llamar laicos los muy
jilipollas, siempre han opinado que, la religión es el opio
del pueblo y son extremistas e integristas como gatos
rabiando. Les digo que prefiero mil veces a un moro
integrista, con su barba y todo, antes que a un ateo
asqueroso que sea un pecado contra el Espíritu Santo con
forma humanoide. Será porque todos sabemos que, los pecados
contra el Espíritu Santo no puede ni redimirlos el mismo
Cristo con su sangre. Pero el Mal existe y los hijos de las
tinieblas, son infinitamente más listos que los hijos de la
luz, los muy asquerosos. Pero no me tiren de la lengua para
que raje del ateismo que nos tratan de imponer y que no es
nada slow ni calmado, sino tremendamente agresivo y
repugnante. Favor que nos hacen a los cristianos, a los
islámicos, a los judíos y a toda la gente de bien, porque
nos crecemos en las dificultades y cuanto más nos persiguen
más nos unimos y fortalecemos. ¿Ven? Ha sido hablar de la
prohibición de la Navidad y recordar la otra frase-tipo “¿Tu
te has metido alguna vez la pastilla bajo la lengua?” “No,
pero tomo Adiro todas las noches por precaución”. Slow.
Tranquilidad, calma y mucha paciencia, es fácil decirlo pero
difícil practicarlo. Y es que me hablan de Navidades-laicas
y yo me cago en sus muelas.Sin slow
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