Por mucho que se escriba, se comente y se facilite
información o reportajes en todos los programas de las
distintas emisoras de televisión, no deja de ser noticia el
problema de la inmigración, principalmente en regiones o
ciudades limítrofes de la costa africana, como las Islas
Canarias, Andalucía, Ceuta y Melilla.
Y lo más grave es tener que lamentar las peripecias a que se
exponen los inmigrantes hasta llegar a su punto de destino
donde tienen puestas todas las esperanzas de progreso y
bienestar para ellos y sus familias y, peor, las inevitables
muertes que, en este intento, se producen por las pésimas
condiciones en que emprenden, y muchos consiguen, el viaje
para alcanzar las costas españolas. Todo ello, como ha
quedado demostrado, incentivado por nuestra política de
“papeles para todos” que ha venido a incrementar el interés
de estos extranjeros por situarse en Europa, pues no cabe
duda que aun cuando el tránsito se efectúe por la Península
Ibérica, muchos de ellos fijan su objetivo de destino en
países comunitarios como Francia, Italia, Alemania, por lo
cual poco efecto positivo podrá tener ni va a resolver el
problema el que por la Sra. Vicepresidenta Primera del
Gobierno, se suplique en los foros de la Unión “un mayor
avance en la política común de inmigración, que se mejoren y
aceleren los instrumentos jurídicos-financieros que
acompañan el esfuerzo político” ni que se busque “una mayor
implicación comunitaria a la hora de abordar el fenómeno de
la inmigración irregular”. “Ahora -como diría la canción- es
tarde, Señora”.
Mientras siga funcionando el “tan-tan” (llámese Nokia,
Siemens o como quiera llamarse), para cantar las excelencias
de la llegada, el logro de una ocupación laboral, la
fijación de residencia, las disponibilidades económicas y
asistencias sociales de que disfrutan, atractivos que, si no
se adoptan medidas rigurosas de control, hacen que continúe
el éxodo de estos ciudadanos y, es más, que cada día vayan
en aumento los deseos de nativos del tercer mundo de
trasladarse a la Vieja Europa. No valen ahora peticiones a
nivel de Estado de que Europa se implique más en esta
materia, cuando no se ha tenido previsión en la unificación
de políticas nacionales de inmigración, ha faltado la
coordinación política inmigratoria y a más no se cumplen las
normas del Derecho Internacional del Mar en lo que a rescate
de náufragos se refiere, que obligan arribar al puerto más
próximo a los náufragos, pues como hemos visto, desde la
Isla de Malta, han sido traídos a España (¿puerto mas
próximo?) inmigrantes africanos, sin que con anterioridad se
hayan establecidos unos acuerdos con los países ribereños
para la evitación de tales hechos.
Pero nos hemos ocupado solo de los inmigrantes africanos,
cuando es mucho más grave y con peores resultados (por su
implicación en delitos contra la propiedad e inclusive
contra la integridad física) la inmigración centro-europea y
de otros países del sur de América, mucho mas numerosa y sin
riesgos de accidente o naufragios, pues llegan en cómodos
aviones de línea o en sus propios automóviles, viajes que
podrían realizar directamente a puntos o ciudades europeas
pero que, como antes hemos comentado, aquí es donde se les
han facilitado “papeles para todos” y, por tanto, aquí es ,
en definitiva, donde tenemos que correr con las
consecuencias de tal decisión.
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