En verdad es como para que, los
españoles, nos sintamos “muy” desprotegidos. La sensación de
debilidad e improvisación que transmite el Gobierno es para
hacernos sentir francamente mal y no es que, el pueblo
soberano, “necesite” absolutamente y con carácter urgente el
tener puntos de referencia concretos y líderes carismáticos,
una circunstancia que en España casi nunca se ha dado, por
no decir nunca. Pero, de quienes detentan el poder a todos
los niveles, rectifico, a los más altísimos niveles, se
espera una seriedad, una testiculina de la fina, un rigor y
una capacidad para no decepcionar que hoy por hoy no existe.
Esto es un inmenso pedorreo nacional.
Y quienes tienen la sartén por el mango son pedorros y
pedorras, sin que ello suponga el desmerecer al pedo, que en
el palo se dice “péo” y que es un fenómeno aerofágico y
escatológico en absoluto vulgar, ya que, ya en el siglo XIX
escribía el autor madrileño unas pícaras coplillas que mi
madre aprendió de memorieta en los gélidos bancos de las
monjas de la posguerra y que me enseñó, a su vez cuando yo
tenía la inocencia de los seis años. Un candor que me hizo
repetir los versos en mi colegio de la Divina Infantita, lo
que me valió una tanda de reglazos, tirones de orejas y
actos múltiples de contrición, al tiempo que aquellas arpías
con velos repetían que yo era “un caso perdido” y que era un
inmenso dolor que Nuestro Señor hubiera muerto en la cruz
para redimir a un ejemplo de perversidad tal como era la
pequeña, fea y miope Nurita. ¿Qué si recuerdo las coplillas?
Por supuesto tengo un IE de 140 y nunca en mi vida he
olvidado nada que haya memorizado ¿Qué les pica la
curiosidad por esas rimas decimonónicas que yo dedico a los
Poderosos? Pues se las digo, eran así “Cambiemos de metro
porque os cansará, que a mi también este cansándome va.
Verán con que gracia consigo cantar, del pedo y la mierda
con gran variedad. Pedos hay que huelen, después de hacer
ruido. Otros han olido antes que se expelen. Otro suena
seco, con desembarazo, como un cañonazo, retumbante y hueco.
Otros asemejan puntos de flautín, con su retintín que a la
postre dejan. Estas variaciones, son del instrumento, según
es el viento y las ocasiones…”
¿Qué están murmurando? ¿Qué los poetas urbanos madrileños
del siglo XIX eran de una vulgaridad extrema y que se
pirraban por la picaresca escatológica? Vale. Es verdad.
Pero lo he escrito porque ustedes me han retado a recordarlo
y, por cierto “Pues cuando, en visita, ganas nos embisten,
cerrada resiste la cular espita. Y si algún resquicio queda
por ahí, cuan pollo pi pí canta el orificio” ¿Qué dicen?
¿Qué deje de recitar de una puta vez a los clásicos del
pedorréo? Vale. Cierro el pico. Pero reitero mi sensible
dedicatoria de estas líneas de otros tiempos a los
Mandamases y a sus mariachis y que todos pillen rasca.
Porque la realidad nacional es puro pedorrerismo y no estoy
en absoluto dispuesta a ser víctima de maniobras de
despiste. ¿Es que no lo han apercibido? No saben que hacer
con la avalancha de africanos que llegan en cayucos y
sienten una auténtica zozobra de que, el pueblo, comience a
protestar y a interrogarse sobre “quienes” son los que
llegan, sobre sus antecedentes penales y sobre su estado de
salud y si vienen aquejados por alguna enfermedad endémica
en Africa, sida, tuberculosis, malaria o enfermedades
tropicales varias.
No hay prácticamente control sanitario. De hecho, de
tapadillo,sin extenderse demasiado, deprisa y corriendo, han
confesado que llegó al menos en un cayuco un inmigrante
tuberculoso y tuvieron que aislar a un grupo, que dio
positivo aunque no había desarrollado la enfermedad, pero ¿Y
las pruebas del virus del sida?. Maniobras de despiste y las
tertulias colapsadas porque, a la Pantoja y a Julián Muñoz
les han grabado sus conversaciones desde el talego y buscan
culpables, los muy viles, incluso entre el funcionariado de
prisiones, sin importar a esos buitres de la prensa rosa el
machacar famas y credibilidades. A servidora le importa una
mierda que graben a la Pantoja. Lástima me da por el
trajinoso Julián Muñoz que es el preso más preso de España:
la tonadillera no le puede visitar por culpa de la prensa y
si habla con ella le graban las conversaciones.¡Menudo
aislamiento emocional!.
¿Escandalera? No. A mi lo que me escandaliza es que, en
lugar de organizar de inmediato un puente aereo entre
Canarias y Senegal para devolver cada día a docenas de
africanos como demanda el pueblo con sensatez, se les
traslade a la península de cincuenta en cincuenta y se les
deje sueltos por las ciudades, a incrementar las bolsas de
pobreza y sin que sepamos ni quienes son ni como vienen a
nivel sanitario.¡No hay derecho a que el pueblo reciba este
tratamiento! ¿Y como se repatría a los individuos que andan
por las ciudades? ¿Creen que van a acudir a una convocatoria
para ser repatriados? ¿Y donde se les convoca si no tienen
domicilios y están durmiendo bajo cartones en las calles o
en los parques?. Absurdo y malvado. El PSOE, de hacerlo bien
y demostrar cojones hubiera podido agarrarse al sillón, pero
con esta improvisación que puede incluso ser riesgo de
problemas de salud pública colectiva, que aumenta la
marginalidad y la pobreza y que no convence a nadie, lo que
demuestra es falta de iniciativa cuando las soluciones se
les ocurren a un niño de teta. Llega el cayuco, se les da
asistencia humanitaria y a los aviones de vuelta a su
tierra. Hay que cambiar la Ley de Extranjería y no hacerla
menos garantista sino más realista, que los trámites duren
tan solo unas horas porque, si duran más, hay que comenzar a
hacer analíticas y rigurosos controles sanitarios de los
africanos para evitar riesgo de contagios y propagación de
enfermedades.
Repatriaciones y evitar a esos inmigrantes el que se vean
como se están viendo: tirados por las calles o en centros de
acogida meramente temporales de los que tienen que salir. De
miseria en miseria, por una política pedorra donde, las
soluciones, precipitadas, tienen la naturaleza de un
fenómeno aerofágico, suene o no suene, apeste o no apeste. Y
la solución pasa por denunciarlo en prensa, porque estos van
a ritmo de periódico donde se refleje el malestar colectivo,
como los peperos gobernaban con encuestas de opinión. La
improvisación, la falta de rigor ante el problema de la
avalancha de inmigrantes, los traslados furtivos y sin
solución ni arreglo a otras ciudades no son en absoluto una
respuesta clara, rigurosa y con cojones. Son pedorreo, puro,
duro y genuino pedorreo. Y no lo merecemos. Merecemos algo
más que componer coplillas decimonónicas, aunque si hay que
componerlas se componen, podrían llamarse “Pedorreo
Nacional”.
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