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OPINIÓN - JUEVES, 24 DE AGOSTO DE 2006

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Efecto llamada vs. efecto boomerang

Los flujos migratorios sur-norte no son nuevos. Pueden parecerlo ahora pero sólo por la dirección que toman, única y exclusivamente, de abajo hacia arriba. Por lo tanto, las soluciones a priori tampoco serán una novedad, ni, por supuesto inmediatas o milagrosas. Cualquier medida que tomen las instituciones para humanizar el proceso es susceptible de generar un efecto llamada, aunque, visto desde el aire, la llamada bien se pudo hacer mucho tiempo atrás, uno o dos siglos aproximadamente. No hay que caer en el maniqueismo, sobre todo si se desempeña un cargo político o si se trabaja en el ámbito de la comunicación, pero lo que está claro es que los flujos migratorios no se van a frenar a base de vallas kilométricas ni a base de incrementar los efectivos policiales en las fronteras. Así se contienen llegadas puntuales pero el fenómeno huele a global, a miles de personas, a uno, dos o tres continentes. O si no, cómo se explica que los ciudadanos indios lleguen a través de Marruecos. Es cuanto menos curioso. Pedir paciencia hoy en día no se lleva, pero tampoco se llevaba la ropa arrugada y vino Adolfo Domínguez y la instauró en los armarios de media población española. Pero además de paciencia es necesario tener determinación al frente de las instituciones y elaborar un plan que aúne todos los esfuerzos. La España de las autonomías se queda corta en materia de fronteras, así que lo mismo da un gobierno murciano que uno castellano: la unión hace la eficacia. Los inmigrantes seguirán llegando si así lo deciden, impulsados por la necesidad, la esperanza o el engaño. O la intención de prosperar. Lo que sea. Si se tiene eso claro se puede empezar a trabajar sobre el fenómeno que se acerca a una especie de ‘efecto boomerang’: los ciclos de la historia pueden dar la clave, aunque no la solución. De eso se tienen que encargar los responsables políticos pero, sobre todo, el ciudadano, que será quien trate con su panadero senegalés o su fontanero nigeriano.
 

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