¿Han visto en la tele el accidente
ferroviario de hace un par de días? Cuatro muertos,
múltiples heridos y un montón de víctimas sin más efecto
secundario que, el correspondiente soponcio y una enorme
disposición a relatar su tragedia particular ante cámaras y
micrófonos. Me parece que las cámaras llegaron antes incluso
que los efectivos sanitarios, para cubrir la noticia y
llenar espacio en los telediarios y no es que acuse de
morbosos a los informadores, simplemente el país es así y
las tragedias parecen repetirse todos los veranos.
¿Recuerdan lo de Biescas y sus dantescas imágenes grabadas
por un videoaficionado? Avalancha de agua y lodo, cuerpos
flotando, vehículos destrozados y una especie de aprensión
generalizada ante las acampadas porque, aquí se infringe
tanto la legislación que ya no se sabe si un camping o unos
apartamentos están ocupando una vía fluvial, llega la gota
fría o la gota caliente, se abren los cielos, aparece la
riada que en Málaga se llama “la riá” y todo en general se
va directamente a tomar por el culo con la consiguiente
pérdida en vidas humanas y bienes materiales.
Echo la memoria para atrás y me parece estar regresando de
visitar a unos rifeños en la mísera prisión de Cartagena y
la noticia por la radio del accidente mortal de un autobús
cargado de adolescentes, la angustia inenarrable que
experimentamos mi compañera Inés Barba y yo ante esa
terrible afrenta a la ley natural que es el hecho de que,
los padres, sobrevivan a los hijos.
Y, años más tarde seguimos igual: siniestros y calamidades
cada estío. Las carreteras convertidas en agujeros negros
que van directos del más acá al más allá. Cuarenta y nueve
¿O son cincuenta y nueve? Mujeres asesinadas por sus maridos
en lo que eufemísticamente se llama “violencia doméstica”
cuando no debería llamarse así, de hecho, violencia
doméstica se experimenta en mi hogar cuando mis hijos traen
malas calificaciones y no por eso llega la sangre al río que
hay a la vera de mi casita que se llama el arroyo de
Jaboneros. Se debería llamar a esa cursilada denominada
“violencia de género” algo más contundente como “crímenes
machistas”, porque no se trata de episodios violentos
puntuales, sino de auténticos asesinatos, muchas veces con
premeditación y alevosía, cuando no con auténtico
ensañamiento. Las mujeres asesinadas han sido siniestra
noticia este verano y van… Mientras, los maltratadotes
apresados, hacen “cursitos” pamplinosos en los que se les
indica que tienen que ser buenos, solidarios y tolerantes,
cuando más de uno de ellos está directamente para ser
enviado de una patada en los huevos al psiquiátrico de Font
Calent en Alicante, uno de los raros psiquiátricos
penitenciarios donde, a fuerza de química, neutralizan los
malos instintos y atemperan la mala condición.¿Ven ustedes?
Si este gobierno tan babosil y melindroso estuviera de
buenas con el hermano americano, lo mismo nos mandaban
dineros para construir la docena de psiquiátricos
penitenciarios que necesitamos de forma perentoria para
encerrar a nuestros presos locunos. Les hablo con
conocimiento de causa, porque, en la distinguidísima cárcel
de Alhaurín y en su enfermería que es igualmente VIP, se
curan un buen puñado de esquizofrénicos paranoides, más
peligrosos que tres sacos de bombas, pero controlados
químicamente a base de pastilleo. Y no es el lugar. Y no se
dan las condiciones, por muy de cinco estrellas que sea la
cárcel malagueña y muy macizo que esté su director.
Necesitamos guita para los enfermos y la UE ni nos da para
locunos ni nos da para frenar a los cayucos cargaítos de
africanos.
Ahora que yo arreglaba el problema de los cayucos en una
semana, se lo garantizo a ustedes. Con nuevas leyes de
inmigración mucho más eficaces en las que se contemple el
más estricto respeto a los derechos humanos: Cayuco que
llegue se entrega la manta, el chandall, el agua, las
galletas y las raciones de supervivencia a cada ocupante y,
de inmediato, sin tomarse los eternos prolegómenos de tratar
de identificar a unos extranjeros que se niegan a facilitar
su auténtica identidad, el cayuco remolcado ipso facto de
vuelta para Mauritania o Senegal. Remolcado por naves
españolas y sin otra alternativa que el regreso inmediato,
nada de desembarco ni centro de acogida : entran y se les
devuelve.
De otra forma la avalancha, siniestra por su fondo
desesperado, no tiene solución. Tengan en cuenta que, la
inmigración procede de países de mierda, pésimamente
gestionados por sátrapas medievales o por dictadorzuelos
corruptos que dejan morir de hambre a sus pueblos. El darles
sacos de billetes solo beneficia a las cuentas suizas de los
gobernantes, pero al pueblo normalmente no le llega ni un
pirulí. El gobierno de Senegal querrá dinero, mucho dinero
para cerrar las fronteras, los mauritanos querrán otro
porrón de millones. La pobre Africa languidece y pena en
manos de gobiernos de pacotilla y la única ayuda que les
llega directa es la que llevan las monjitas, los misioneros,
o los de alguna que otra oenegé, pero la que llevan encima
en sus mochilas, si no les roban por el camino. Es curioso,
Africa se muere de hambre y enfermedades, pero todos los
“gobiernos” y los satrapillas o dictadorzuelos, tienen sus
correspondientes ejércitos armados hasta los dientes. Para
arroz y mijo no hay dinero, ni para potabilizar el agua.
Para disfrazar a los tipos de guerrilleros de opereta y
darles subfusiles y munición siempre existen fondos y para
guerras siempre buscan financiación. ¿Qué la culpa es de los
países ricos? ¡Qué románticos son ustedes!. La culpa de las
catástrofes de la naturaleza puede ser de la imprevisión; la
culpa de los accidentes de errores humanos, la culpa de los
crímenes de hijoputas descontrolados y la culpa de las
calamitosas circunstancias del continente africano es verdad
que pueden ser de Occidente, aunque no será porque Occidente
no lleva malgastadas fortunas en Africa. Tal vez la solución
fuera un neocolonialismo hasta que los países llegaran al
nivel social y cultural bastante como para autogestionarse
democráticamente. Pero los gobiernos del continente negro no
quieren neocolonialismo, sino dinero para ellos y para sus
mariachis. Recuerden al dictadorzuelo Obiang, o al increíble
Mobutu Sese Seko o al Bocassa con sus diamantes ¿Ustedes
piensan que tiparracos de esa catadura pueden gobernar ni un
gallinero sin que los animales fenezcan de gripe aviar y
hambrunas?. Los gobernantes africanos piden dinero, pero no
toleran ningún control posterior de los billetes. Eso para
ellos es “injerencia” ¡tendrán cara los gachiles!.
Tragedias, siniestros y calamidades veraniegas, donde casi
siempre están las cámaras para que nos desayunemos con el
correspondiente telediario sangriento y es que,
reconozcámoslo, nos chalamos por la información. Por “todo”
tipo de información. Será que la información es poder. No,
no “será”, la información, sea del género que sea, en
invierno o en verano, calamitosa u optimista, es auténtico
poder.
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