Las recientes declaraciones del
secretario general del PP, Ángel Acebes, en las que afirma
que algunos puntos de España, entre ellos Ceuta, son un
coladero para los inmigrantes ilegales, han sido
merecidamente contestadas por los dos máximos representantes
políticos de Ceuta: el presidente de la Ciudad, Juan Jesús
Vivas y el delegado del Gobierno, Jenaro García Arreciado.
Evidentemente, Ángel Acebes no pensó con rotundidad en lo
que afirmaba sino que su intención era, más bien, dirigir un
dardo a la política migratoria de los socialistas, metiendo
el ejemplo de Ceuta por ser, quizás, el que se le ocurrió
primero.
Jenaro García Arreciado restó con ironía importancia al
comentario de Acebes, explicando que la situación
migratoria, aunque en cierto crecimiento, dista mucho de ser
preocupante, y reconoció incluso que este tipo de
declaraciones forman parte del juego político. A
continuación, hizo una pequeña concesión, reconociendo que
el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) rebasa
en un 15 por ciento su capacidad óptima y desvió luego el
discurso hacia su “real preocupación”, la persecución de las
mafias que controlan las entradas ilegales.
Juan Jesús Vivas, por su parte, despachó el asunto también
como tenía que hacerlo. Sin desmentir las exageradas
declaraciones de Acebes, convirtió la alarma de su colega de
partido en una sentida preocupación por los temas
migratorios, aprovechando la cobertura que el partido le
ofrece al haber aplicado una política más rígida en este
aspecto.
Evidentemente ninguno de los dos piensa que Ceuta sea un
coladero, principalmente a tenor de las medidas implantadas
tras los asaltos masivos a las vallas de Ceuta y Melilla y
tras la vigilancia del perímetro por parte de las
autoridades marroquíes. A pocos meses del comienzo de las
campañas electorales, unos y otros comienzan a hacerse
dueños de sus palabras, iniciando un juego sutil que se irá
intensificando con el tiempo.
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