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OPINIÓN - DOMINGO, 20 DE AGOSTO DE 2006

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

Homero (Obra escultórica de Ginés Serrán)

Por Domingo Ramos


De los genios de la Literatura, de la Ciencia o de la Política que ha elegido Ginés Serran para la creación de sus obras (todas de carácter cultural y sin ningún tipo de connotaciones religiosas, pues es conocida y demostrada su filantropía y respeto a las condiciones del género humano) la de Homero se distingue por el casi absoluto desconocimiento de sus orígenes. Así no se sabe de su nombre e, inclusive, muchas ciudades se disputaron el honor de ser su patria, siendo probable que naciera en Esmirna en el año 725 a.C. aun cuando sí, al estilo de aquella época, que fue un rapsoda cantor de sus poemas en fiestas y banquetes, viviera en Quios sin conocerse a ciencia cierta la fecha y el lugar de su muerte. Son varias las etimologías que se han propuesto acerca del nombre “hómeros”, ciego. O bien “hómeros”, “rehén”, “prenda”, de este legendario poeta griego al que se atribuyen las obras consideradas mas importantes de la Literatura Universal: La Iliada y La Odisea.

Según la bibliografía a la que hemos tenido acceso, la epopeya de los griegos registra la huella de un poeta extraordinario, de riquísima imaginación y sorprendente dominio del idioma, con recursos de sobra para ordenar en estructuras de impecable belleza, materiales poéticos tal vez de procedencias distintas.

En la Iliada (unos 15.000 versos) Homero relata un único incidente de la Guerra de Troya a través del cual se fue el poeta introduciendo sutilmente dentro de la trágica historia de la ira de Aquiles a quien Agamenon había raptado su esclava, Briseida. Este texto que, como es natural, hemos resumido en extremo, no era fijo, sino que estaba sujeto a las inevitables variaciones de un recitado memorístico: de ahí, por ejemplo, las llamadas “fórmulas épicas o clisés que se repiten continuamente para permitir un margen de seguridad al rapsoda, que así puede llenar un fragmento de verso con una fórmula consagrada, cuando falle la memoria”. En las excavaciones llevadas a cabo al efecto, se ha demostrado que esta epopeya legendaria se basa en hechos históricos y que realmente existió una ciudad llamada Troya en el NO de Asia Menor.

En la otra obra cumbre de Homero, La Odisea (mas de 17.000 versos), se cuenta la historia del regreso a su hogar, después de haber participado en la guerra de Troya, de un héroe griego, Odiseo, mas conocido por el nombre que le dieron los romanos: Ulises. Esta obra se cree que fue escrita hacia el siglo IX a.C. Según otros autores, La Odisea fue completada en el siglo VII a.C. a partir de poemas que solo describían parte de la obra actual y originariamente escrita en lo que se llamado “dialecto homérico”, siendo transmitido por vía oral durante siglos por aedos (bardos, poetas o cantores épicos de la antigua Grecia que entonaban las composiciones al son de la cítara).

De las historias de Homero quizás lo más verosímil sea suponer que existieron realmente y que, hacia el siglo IX, este poeta creador o refundidor le dio forma literaria y unidad a unos relatos, orales y probablemente también escritos, que circulaban por Grecia desde hacia siglos y que le dieron una gloria inmensa hasta el punto de que, ningún otro poeta, ha sido objeto de una admiración tan constante y ferviente.
 

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