La Memoria Histórica en referencia
a Ceuta cuenta con un nuevo capítulo más en tanto, por fin,
una lápida recordará a todos los que se encuentren
enterrados en la fosa común de Santa Catalina.
Antes de septiembre, afirma el Gobierno de la Ciudad
Autónoma, acabarán los trabajos de reforma en la famosa fosa
donde descansa los que fallecieron defendiendo el orden
administrativo y gubernamental establecido en la época.
Malos recuerdos de muerte entre hermanos, entre paisanos
que, una vez acabado lo que justamente debía haberse hecho
muchísimo antes, debe ser tomado en cuenta para no volver a
repetir dramáticas circunstancias como las que vivió nuestro
país hace 70 años.
Efectivamente 70 años. Ya ha llovido y, sin embargo, parece
que la moda de un recuerdo vergonzante así reconocido por,
en general, la sociedad actual española, tiene que seguir
removiéndose lo que implica, de no estar acompañada de una
información objetiva y no partidista, ciertas desavenencias
políticas entre quienes no se percatan que fueron los hijos
de las víctimas (de uno y otro bando) los que pactaron
nuestra actual democracia en un ejemplo evidente de
reconciliación nacional y de ánimo para el progreso de
España.
Si los hijos de estas víctimas son los que, realmente,
quisieron poner punto y final. Valga pues aquéllos hechos
puntuales que se quiera recordar, reconozcamos a todos
aquellos que murieron por una causa u otra en la fraticida
guerra civil española del 36; incluso a los que cayeron tras
ella en el periodo dictatorial de Franco; pero una vez
consumado, cerremos de una vez el capítulo más vergonzoso
producido en España en el siglo XX.
Quedémosno con la libertad que propugnaron aquellos hijos de
las víctimas de la guerra; aprendamos de la amplitud y
altura de miras que tuvieron en un momento clave de la
historia de nuestro país; y sigamos su ejemplo dando algún
paso más para una mayor y mejor convivencia en paz entre
todos los españoles.
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