Hay muchas maneras de vivir los
vientos de agosto, léase desde la cubierta de un yate en las
Baleares, que entonces son brisas marinas que entremezclan
su fragancia con los caros perfumes de los privilegiados,
léase en Galicia bajo la nube de humo como los que apagan
los fuegos, léase sentada en la puerta de un lugar tan
bochornoso como es el Centro Penitenciario de Albolote,
donde, el sábado acudí acompañando a los familiares de una
reclusa.
Yo comuniqué primero, en un impecable locutorio donde me
apuntaron con un guiño que se podía “fumar de estrangis” y
fumé. Porque cuando se habla con alguien privado de
libertad, alguien que, un cuarto de hora más tarde
practicará la inmersión en las entrañas de una cárcel tras
el alivio de la charla con el abogado, entonces el Chester
consuela. ¿Ven ustedes? Alejandro Curiel me acusaba de
aborrecer a los socialistas y no es aborrecimiento, es una
especie de hostilidad ante esa absoluta falta de
sensibilidad que se practica en los despachazos
enmoquetados.
¿Qué sabe la elegante Ministra de Sanidad con sus
políticamente correctas Leyes Antitabaco de la angustia de
los que penan en los calabozos de las comisarías y en como
alivian unas caladas a un cigarro? Prohibido fumar.
Prohibido ese minúsculo consuelo. Y hay que tener mala leche
para hurtarle un cigarrillo a un detenido, cuando antes eran
los mismos policías quienes se lo ofrecían compasivos y como
son ellos, que los policías y los picoletos suelen ser buena
gente, curtida en las penas ajenas y cercanos, de los que
dan un Marlboro o un Ducados a una persona que lo ha perdido
todo. Invito a la exquisita señora Ministra con sus leyes de
mierda, a recorrer conmigo unos cuantos apestosos arrestos,
para ver la desesperación que se cuece allí. Nos vamos
juntas, del bracete, sin escoltas ni privilegios, como dos
letradas a las que, los detenidos, piden tabaco o un
botellín de agua fresquita. ¿Qué dicen ustedes? ¿Qué a
ningún Excelentísimo Señor Ministro se le ocurriría
compadrear con la mierda y con la miseria más pestilente?
Bueno, pues bien que van en comandita, en plan romería, a
demostrar sus sensibilidades a la quemada Galicia, siempre
con el cortejo de cámaras y la corte de periodistas, porque
si no hay “afoto” como se dice en mi Palo, la cosa se pone
chunga y ya no merece la pena. La única afoto que falta es
la de Su Majestad con gesto contrito, sustituyendo la
cubierta del Fortuna por la humareda, pero si no se ha hecho
la foto se hará y también sería muy políticamente correcta
la noticia de que, el Príncipe, renuncia a sus vacaciones
principescas para enrolarse en un retén y ponerse a apagar
las llamas.
¿Qué por que no me voy yo con la manguera de mi Villa
Solita? Me voy, ustedes me pagan cama y comida y se hacen
cargo de cuidar de mi marido, que está tó hecho polvo la
criatura y yo me alargo a cooperar, los anillos no se me van
a caer porque no los tengo y serían mis primeras vacaciones
en años, aunque fueran apagando llamas en las lindes de los
campos.
Pero Galicia mola y Albolote no mola. ¿Saben como es esa
prisión? Pues se lo cuento por si, por un tema de tráfico,
pasan por Granada y les detienen. Es casi idéntica a la de
Botafuegos, pero con un público distinto y mucha menos
tristeza. Botafuegos para mi es siniestra, desagradable y
fatal.
Albolote es distinta, para empezar los funcionarios no están
ocultos por cristales negros, sino que se les ven las caras
y son amables. La cafetería es sucia y está mal llevada,
pero entra el sol a raudales. Muchas familias gitanas, donde
los hombres han asumido la moda de llevar perilla a lo
Joaquín Cortés, muchas familias que se ve que son de pueblo,
gente sencilla y apenada. Y no hay casi moros. Por lo menos
yo no los vi, eso si, hay un par de paisanos míos,
correctísimos y de mediana edad que están de presos de
tercer grado, en el exterior, con un escobón y un recogedor
pescando colillas. Ambos tienen aspecto de personas
prósperas, pero están redimiendo y cumpliendo mientras
barren. Al menos tienen el consuelo del paisaje, que no es
árido y espantoso como en Botafuegos, donde lo más vivo que
se ve es el cementerio que parece una colmena. Albolote está
entre una vega de olivares quietos, adonde se llega por el
pantano de Cubillas, conduciendo bajo pinares y cipreses
centenarios, una belleza rota tan solo por el cartel
indicador de Viznar y Alfacar, donde encontró la muerte
Federico “Entre Viznar y Alfacar, mataron a un ruiseñor,
porque quería cantar”.
Hay mucho de magia y de poesía en esas vegas silenciosas de
olivos plateados, es Granada, la tierra por la que lloró
Boabdil y que soñó Federico. Puede que, desde las celdas se
aprecie el paisaje, ni en Alhaurín, ni en Botafuegos, ni en
las espantosas cárceles madrileñas hay nada que apreciar.
Salvo casi idéntico viento de agosto en Andalucía y en la
meseta castellana, nada de brisas marineras con olor
salobre, es un viento pesado, ardiente, casi sólido,
idéntico al caluroso Terral malagueño. ¿Qué si dentro las
criaturas tienen climatización? Por supuesto, nuestro
sistema es muy humanitario, de hecho vamos a dar una pechá
de millones a los dictadorzuelos africanos y los palestinos
nos llevan costado un huevo, sin comerlo ni beberlo.
Nuestros reclusos están climatizados, se deshidratan en
verano y andan ateridos en los gélidos inviernos, a eso se
llama en Instituciones Penitenciarias “clima natural” será
que dicen que, la refrigeración causa catarros y la
calefacción reseca la piel y no las instalan por el bien de
la población reclusa. Lógico. El presidente del Gobierno
previene los resfriados vacacionando en el palacio de La
Mareta, otros se vacunan con las brisas mediterráneas de
Palma de Mallorca y los presos se autoinmunizan sudando la
gota gorda en verano y dando tiritones en invierno. Por el
bien de ellos. Natural.
¿Qué por que no son un poco prácticos y llevan a Galicia a
los cientos de presos de tercer grado para que rediman
haciendo un bien ecológico apagando incendios? Porque todo
está putamente mal organizado y ni se les ocurre utilizar a
una población reclusa que aspira a trabajar para redimir y
obtener la libertad, para la reforestación de los bosques o
para hacer carreteras y ganarse un jornal dignamente. Eso
si, algunos pamplinas salen de cuando en cuando en
televisión llevando a un grupo de presos a hacer el Camino
de Santiago, que está muy bien. Pero mejor está lo otro, el
darles oportunidad de apañarse unas pesetas y currar en
serio, saldando su deuda con la sociedad plantando árboles
en una España que se desertiza por segundos. O instalando
desalinizadoras y excavando embalses o…
Todo antes que aspirar ese viento casi hirviendo de un
agosto estéril, Dicen que no hay noticias en agosto, será
para quienes no miran hacia abajo, para servidora, desde
abajo, cada día hay una. ¡Ay si yo pudiera…!
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