Anoche comenzó, en plan
espectacular, como ya viene siendo habitual, la gran feria
de Málaga. Un gentío atendiendo el pregón, la ciudad en la
calle para gozar de los fuegos de artificio y de las
actuaciones musicales, las playas tomadas por una
muchedumbre asando sardinas en plan espeteros y mojando el
gaznate con sangría los mayores y porquerías tipo calimocho
los más jóvenes. El malagueño es fiestero y mezcla con
naturalidad los palos del flamenco con los verdiales y los
verdiales con la salsa caribeña, será por el clima y por los
palmerales, lo que no es, desde luego, es por el arte del
alcalde, el sosomán Francisco de la Torre, un antipático
individuo que ha ofendido al pueblo con la portada del
ferial más merdellona de la historia.
Porque a él le ha salido de las pelotas el engendro de un
muro blanco, mazacote, con pompas colorás, que imitan
malamente los lunares y tiestos con geranios que tardarán un
par de días en agonizar, buenas ganancias para el autor, que
debe de ser algún enchufado tiralevitas del edil y
menosprecio al malagueñismo que trina por la horterada. De
la Torre no es Juan Vivas, ni tiene en absoluto su carisma,
ni esa cercanía amable del dirigente seguro de sí mismo, de
la Torre es feo como un mandril, antipático y prepotente y
taló todos los frondosos plátanos orientales centenarios del
parque porque le salió de su ensoberbecido cipote, con
perdón de la palabra, aunque peperos normales como el
senador Damián Caneda, mucho más cercano al sentir popular
estuviera a punto de llegar a las manos con el alcalde por
el disgusto. De Madrid le tuvieron que parar.
Desde esta página cuatro pido públicamente perdón por
haberle otorgado, en su día, mi confianza y juro contrita
que jamás volveré a reincidir e invitaré a mis amistades a
seguir mi ejemplo. ¿Lealtad debida a la no-izquierda? Lo
siento, no puedo dar mi sufragio a un individuo altivo y
desagradable, al que además presumo no buen cristiano,
porque, los cristianos, somos gente humilde y encantadora.
Pero ni la horterez de la alcaldía puede disipar la magia
festiva de nuestra feria. Pese a que todos nos preguntemos
“cuantos” millones de las antiguas pesetas se habrá
embolsado el autor del bodrio de la portada, en mi caso para
denunciar por malversación, ya que quien haya pagado por esa
birria merece un durísimo reproche penal, por merdellonear y
por julandronear, eso no es una portada sino uno de esos
bultos sospechosos que aparecen en los atestados de la
Benemérita en los temas de salud pública y además atenta
contra la salud pública porque la miras con incredulidad y
no sabes si estás haciendo un mal viaje de ácido.
La ciudad a tope y fetén, todo funciona menos el aeropuerto,
como todos los aeropuertos, por mor de los hijoputas de los
terroristas que esta vez nos han salido pakistaníes y
emigrantes de segunda generación, lo cierto es que, metes
nitroglicerina o alguna porquería similar en un tubo de
pasta de dientes y lo tiras en un avión y partes el aparato
en dos. Aunque lo interesante es que, dentro de la Alianza,
a los detenidos los entregaran a EEUU que allí entienden muy
bien a los cabroncetes y saben meterles la mundial con muy
pocos complejos. Y complejos es de lo que carecen los
malagueños a la hora de divertirse, aunque este año han
tenido que prohibir por un bando municipal muy extraño,
porque es un bando inteligente , algo que no es espera de
nuestro consistorio, que los greñúos, los chusmones y los
gentucilla, vayan semienpelotas por el ferial, como en años
anteriores, donde aquello parecía una concentración de
merdellones en calzoncillos y con los cadenones de oro. Esta
vez van a regalar camisetas a los nudistas y los bares no
servirán a los espelotáos, lo que quiere decir que media
Málaga irá a la feria en bolas para conseguir una camiseta
de recuerdo, yo no me apunto porque sería un espectáculo
lamentable y penoso, pero también servidora tiene derecho a
una camiseta conmemorativa así que le he indicado a mi
compadre el Chusco y a su primo el Frasco que se hagan con
alguna prenda en la barriá de los muchachos que lleguen de
emborracharse.
Feria en el Centro y feria en los aledaños, en el Cortijo de
Torres, con sus casetas apelotonás, sus caballistas y su
juerguecita fina durante toda la noche. Por la mañana se
baila en el centro, por la noche en el Real y la playita que
está a cien metros de mi casa se despeja un poco, porque los
estudiantes extranjeros se lanzan a la fiesta, sobre todo
las japonesas que cuando se visten de faralaes es porque
saben bailar y se lo traen aprendido de su tierra de ellas y
cuando bailan quitan el sentido del arte y del garbo que
tienen, las muy joías. ¿Qué si yo me voy a vestir? No lo sé.
Puedo apañarme de marengo, con el calzón negro, las
alpargatas, la camisa blanca y el fajín rojo, que asemeja
mucho a biznaguero, vendedor de jazmines olorosos que
perfuman e impregnan las calles y compiten con el olor a mar
y a vino fino. Sonrío con un toque de perversidad porque, a
los detenidos en la operación antiterrorista en Italia,
Londres y Pakistán, en lugar de darles biznagas y espetitos
les van a dar mucho por el culo y más que les debían de dar.
Porque si los asquerosos son inmigrantes de segunda
generación y no están agradecidos a Occidente es que están
psicópatas y si están psicópatas y son un peligro para la
Humanidad en general y para Occidente en particular ya
saben, las opciones son escasísimas y ninguna demasiado
amable. ¡Y que vivan las teorías sobre la integración del
politólogo de la izquierda italiana Giovanni Sartori, que no
se le puede aguantar del arte que tiene! Aunque como minoría
étnica que soy debería inquietarme por las opiniones de tan
ilustre socialista, pero no me inquieto, porque estoy muy
integrada y para demostrarlo soy capaz de vestirme de
marengo, plantarme una biznaga en la cocorota y dale que te
pego con el abanico, les aseguro que ningún individuo, de
esos sin integrar y que suelen tener una lista de agravios
más larga que la del pueblo palestino que es el que más
agravios acumula de la Humanidad ,pese a los dineros a
espuertas de la UE, sería capaz de vestirse de marengo y
lanzarse a unas buenas malagueñas, de las que se tocan con
bandurria, guitarra, pandereta y violín. Y además no
queremos elementos raros en la feria de Málaga, porque aquí
no falta de ná y lo que menos falta es la música, la risa y
la alegría, algo que no pueden compartir los eternamente
agraviados porque, entre otras cosas, no tienen sentido del
humor. ¿Qué si me voy de feria? Si y les invito a venir,
aunque las consumiciones las paguen ustedes porque yo
carezco de posibles.
|