Me escribe un e-mail el ceutí
Alejandro Curiel y me emociono. Porque estoy poco
acostumbrada a que se tomen la molestia de teclear mi
dirección, sea para enviarme besos, sea para cagarse en mis
difuntos. En todo caso me conmueve, porque soy una persona
muy sensible, me eduqué en los crueles cincuenta cuando, en
mi pueblo, cualquier muestra afectiva se tildaba
automáticamente de “ñoñería” o “mariconería” y claro,
taradillos emocionales nos dejaron una miajita, nada que no
pueda parchear un buen psiquiatra y esos ali olis de bruja
con nombres comerciales que venden en las boticas.
Pero Alejandro me escribe para chincharme, me da una de cal,
alegando que le agrada mi opinión sobre la necesidad del
peperismo de alejarse de pijines, niños de papá y apellidos
rimbombantes y me ataca acusándome de odiar al socialismo.
Al tiempo que se interesa por mi ciberderecha neocon, a lo
mejor para apuntarse a nuestro club que es muy idoneo para
repescar a buena gente de no importa que tendencia siempre
que no sean marxistas zarrapastrosos y estén dispuestos a
defender nuestras raíces judeocristianas y nuestra
maravillosa Historia que corre paralela a toda la Historia
de la bendita cultura occidental. ¿Qué si un chino puede ser
ciberderecha neocon? Bueno, supongo que si y que el tema de
la longevidad no será un obstáculo, por aquello de que, en
España, los chinos nunca se mueren ¿O han visto ustedes en
algún periódico una esquela participando de la muerte de un
chino? Ni una. Y además no se pueden morir porque, en España
hay cementerios cristianos, judíos e islámicos, pero no de
los seguidores de Confucio. Bueno, tener a un pensador
asociado que no muere jamás ha de tener sus ventajas, aunque
tendría que consultar por internet con mis colegas de los
Estados Unidos de América ya que el neocon, los
neoconservadores, nacieron como rama de pensamiento
filosófico y político dentro del partido republicano y todos
los que compartimos similar ideología en todo el mundo somos
neocon.
Vale, eso es un detalle, en plan informativo, pero Alejandro
me tiene más quemada que el cenicero de un bingo con sus
acusaciones de que yo “odio” al socialismo, cuando eso es
inexacto y además soy fiel y ferviente seguidora de mi Padre
San Josemaría Escrivá y nosotros odiamos tan solo al Mal y
nos alejamos de él cuanto podemos. Otra cosa es que, el
actual Gobierno socialista provoque en mí un infinito
rechazo, es más, despierta “la repulsa, el rechazo y la
condena ante la barbarie” y un minuto de conmovedor silencio
(me confieso experta en coletillas manidas, repetitivas e
insulsas) Ahora, ante Cataluña como nación; ir de
chupichangas pactando con los terroristas y ofertando, como
es lógico, precio político; la impunidad de jueces y
fiscales; la falta de sensibilidad social de los Poderosos
ante los amargados mileuristas y el antiamericanismo y
antisemitismo baboso copiado de los polvorientos desechos
del marxismo europeo, ante mil fallos que puedo enumerar de
corrido, empezando por la lentitud de las repatriaciones y
acabando por las vacaciones a todo plan en la Mareta, ante
los socialistas no enarbolo manitas blancas e inocentes,
sino que les dedico un corte de manga de mi barriada del
Palo, pero sin acritud. Que aquí se dice “zin acritú” y por
mi culpa se utiliza bastante.
Se zalean de los pelos dos mujeres, se pegan una capujana
dos vecinos y vienen en mi busca y yo actúo de árbitro
minimizando el conflicto y explicando que, nuestra
idiosincrasia nos hace a veces llegar a las manos, pero que,
hay que llegar “sin acritud” y sin rencores, con buen ganar
y buen perder.
Así, mis moderadas opiniones sobre los Poderosos, son tan
solo un sano ejercicio intelectual, un aerobic neuronal,
donde expongo exactamente lo que pienso y opino, tecleo mis
pareceres en virtud los de principios constitucionales de
libertad de opinión, expresión e información, fuentes de las
que bebo deshidratada y sedienta y que regurgito como los
camélidos con unas pinceladas tal vez de ardiles calorro-rifeños,
porque servidora es minoría étnica en claro riesgo de
exclusión social (admito donativos lacrimosos de las oenegés
para mi integración), maneras a veces poco refinadas, pero
zin acritú. Y menos desde que un taxista me informó de que
eso de la Ley de la Memoria Histórica me va a permitir
rebuscar entre despojos humanos en Paracuellos hasta dar, a
base de ADN ,con mi tío Lorenzo Iniesta, asesinado por el
genocida Carrillo, me indemnizarán y hasta me pagarán un
hermoso funeral donde, por la procedencia ideológica de mi
tío, casi adolescente, tendré que decir unas sentidas
palabras hablando de esos compañeros que, en su día y en su
muerte, le esperaron haciendo guardia sobre los luceros y
contándole como su hermana Piedad, mi abuela, guardó toda la
vida su camisa azul, bordada en rojo por una compañera de su
facultad de Derecho.
Alejandro Curiel, el amigo ceutí que tuvo el inmenso detalle
de acordarse de esta escribidora y mandarme un e mail que me
hizo lagrimear por el detallazo, pese a meterme en los
párrafos la de cal, la de arena y la caña de España. Pero me
escribió y yo le respondo porque, los neocon somos unos
detallistas, sin ser unos mindundis y la ciberderecha, que
son los millones de españoles que, sin ser centristas
reformistas, votan al Pepé, manteniendo con orgullo y con
dignidad su ser “derechas sin complejos” mi gente y yo somos
buena gente, a veces raciales y levantiscos, otras
numantinos por cojones, con dos referentes emocionales y
espirituales: Dios y España. No alardeamos ser de la pata
del Cid, pero si proceder de su testiculina de la fina y
estamos dispuestos a defender “lo nuestro” haciendo santo y
seña de nuestras devociones el ser el no va más de lo
políticamente incorrecto, que es lo que está fashion, porque
lo que mola es la autenticidad y no las copias pirata.
Nosotros no somos top manta . Ni practicamos el seguidismo
ni agitamos el botafumeiro ante los Poderosos, porque
consideramos que, lo que tienen, nos lo deben y si no son
capaces de cumplir sus compromisos se tienen que ir a tomar
mucho por el culo, con perdón de la palabra y mejorando la
presente. Eso sí, pueden decir que somos “muy” porculeros,
pero zin acritú,te lo juro Alejandro Curiel, zin acritú.
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