Lo que en principio nació como la
idea de que, en nuestras fiestas patronales, hubiése un
mercadillo de artesanía de distintos pueblos de España o de
otros países se ha convertido, simple y llanamente, en un
mercadillo de esos que le llaman, en la Península, el
”piojillo”.
Una señora mirando, fijamente, todo el tinglado montado a lo
largo del paseo le dijo a su acompañante: “esto es el Corte
Inglés de Castillejos trasladado al paseo de la Marina.
Esto no se debería permitir, porque nada tiene que ver con
unas ferias. Esto es otra cosa, y si quieren que se monte,
que se haga como en la Península, dedicarle un día a la
semana.
Además, no sé si te habrás fijado, que es imposible dar un
paso, por las mantas que tienen colocadas con artículos en
el centro de las aceras”.
Dejé a las dos señoras seguir con su charla, aligerando el
paso, para evitarme tener que seguir escuchando aquella
conversación de la que sólo era un convidado de piedra que
pasaba por allí.
Mientras avanzaba hacia mi casa, iba dándole vueltas a la
conversación que acababa de escuchar y pensando,
detenidamente, en ello, llegué a la conclusión de que, aquel
par de señoras tenían toda la razón. Aquel “piojillo”
pegaba, en nuestras fiestas patronales, tanto como a un
cristo con dos pistolas.
Lógicamente, ambas señoras, tienen su opinión sobre el
asunto, como servidor tiene la suya y que, de alguna forma,
coinciden. Pero el problema hay que estudiarlo más a fondo,
con todos sus pros y todos sus contras.
Personalmente y en persona, lo diga el mundo mundial o los
jóvenes y las jóvenas, a servidor, no le gusta el
establecimiento de ese “piojillo”, en el transcurso de las
fiestas patronales.
Creo, con toda sinceridad, que todo eso nada tiene que ver
con las ferias y que, en ella, no pega ni con cola.
Para que nadie se llame a engaño, tengo que decir y digo,
que es una opinión personal y, por tanto, tan respetable
como cualquier otra aunque, esa otra, difiera de la mía.
Porque, de todo, tiene que haber en la viña del Señor.
Por eso, porque como de todo tiene que haber en la viña del
Señor, quiero contar otra conversación escuchada entre
varias amigas, ya mayores, sobre las grandes ventajas que
habían obstenidos al realizar sus comprar en el ”piojillo”.
Mira, decía la que parecía la ”jefa” del grupo dirigiéndose
al resto de las amigas, este bolso que es una maravilla me
ha costado dos euros. Cuánto pensáis, vosotras, que me
hubiése costado comprándolo en cualquier tienda de Ceuta. Lo
menos, calculo yo, treinta o cuarenta euros.
O más le contestó otra del grupo, de pelo teñido de rubio
que le daba un aire más juvenil que a sus compañeras. Fijaté
que dos magníficos cinturones me he comprado a un euro cada
uno y mañana porque, hoy, no me quiero quedar sin dinero, me
voy a comprar un par de zapatillas, que me ha dicho la Loli
que son magnificas y baratísimas.
Yo, qué quiere qué os diga, espero que vengan las fiesta y
voy comprando cositas la ”mar” de baratas que, después, me
valen incluso para hacer regalitos.
Dos conversaciones, totalmente opuestas, las que tuve que
escuchar, en el mismo día y con intervalos cortos de tiempo.
Cada una de ellas, a su modo, a su forma de ver las cosas,
tenían opiniones diferentes. A una de ellas les parecía,
poco menos, una aberración el dejar colocar estos puestos
que ella llamaba “piojillo”, por considerar que eso no
pegaba, para nada, en el transcurso de las fiestas
patronales.
Sin embargo, para el otro grupo, formado por un mayor número
de personas que el primero, era un acierto, el permitir la
instalación de todos esos puestos, durante las fiestas
patonales, donde podían encontrar auténticas gangas, según
su propia versión del asunto.
Opiniones, sobre el mismo asunto, para todos los gustos.
Esto es como la Parrala, unos que dicen que sí y otros que
dicen que no.¿Con cuál de las dos opiniones nos quedámos?.
La verdad es difícil decidir pues, mientras para unas
personas aquello es una auténtica aberración, para otras es
una auténtica maravilla poder contar con todo ese
tinglado,queles vale para realizar compras la ”mar de
baratas”.
Puede que las dos versiones lleven su parte de razón.Y
partiendo de la base, de que todas las opiniones, sobre
cualquier tema son, igualmente, respetables. Aceptemos ambas
versiones y que, cada uno de nosotros se incline,
voluntariamente, por apoyar una u otra.
Porque, sin discusión alguna, cada una de esas versiones,
sobre el mencionado tema, tendrán detractores y defensores.Y
como, cada quisqui, es libre de pensar lo que crea
conveniente, sobre el asunto.Servidor inclina su voto, hacia
las dos primeras señoras que, se aseguraban no estar de
acuerdo con la instalación del ”piojillo” en las fiestas
patronales.
Respetando todas las opiniones, sigo opinando que la
instalación del”piojillo”, en feria, no pega ni con cola.
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