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El equilibrio de nuestra balanza
de pagos siempre fue, sobre todo desde la década de los
setenta, el turismo. España es una de las primeras potencias
mundiales de este deseado sector. Una de las grandes razones
del atractivo turístico de nuestro país, el sol y la playa
está en serio peligro por la llegada masiva de medusas a
nuestras costas.
En Ceuta, como sucedió el pasado año, ha sido la zona
costera española donde antes se sufrió este nuevo fenómeno
achacable, sin lugar a dudas, a la mano del hombre -gran
provocador del llamado cambio climático-. El calentamiento
de la atmósfera y, por tanto, el calentamiento de la tierra
y de los mares y océanos repercute negativamente en la
fauna. Si a ello unimos la capacidad humana para esquilmar
los fondos marinos, acabar con bancos y bancos de peces sin
respetar el ciclo biológico, rompiendo las cadenas
alimenticias... tenemos lo que en estos momentos vivimos en
nuestras playas.
A nivel regional, Ceuta que fue una de las primeras
autonomías que este año ha sufrido el problema ha puesto en
práctica un imaginativo sistema de mallas para evitar que el
urticante animalito se cuele hasta las zonas de baño pero
aún así alguna es capaz de penetrar.
El problema ha trascendido y las playas de Málaga, Granada,
Almería, Murcia, Alicante, Valencia, Gerona Barcelona,
Tarragona y las de Baleares ya padecen con intensidad lo que
se ha denominado plaga.
La falta de una determinada especie de tortuga puede ser
gran parte del problema. Las tortugas laúd, en peligro
crítico de extinción, subsisten gracias a una dieta de
medusas. Debido a la naturaleza transparente de sus presas,
las tortugas laúd a menudo se asfixian comiendo trozos de
plástico a la deriva. Se han encontrado ejemplares muertos
con bolsas de plástico, piezas de plástico duro e hilo de
pescar en el estómago.
El Estado ha anunciado que liderará la lucha para combatir
la plaga de medusas. La primera buena idea sería la de
trabajar muy en serio para recuperar la tortuga laúd en las
aguas de nuestras costas además de vigilar las buenas
prácticas en la labor del mar.
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OPINIÓN / EDITORIAL
