¡Contenta me tienen! Ustedes en
plan fiestón en Ceuta y yo no he recibido ni una mísera
invitación para participar en los eventos. Aunque estoy al
loro de todo, porque, como ya saben, tengo familiares en la
Ciudad Autónoma y bebo de diversas fuentes y fontanas sobre
lo que allí acontece.
Buen rollo fiestero, eso antes que nada, aunque comparo con
la feria de Málaga y pienso que, ambas ciudades, tienen
muchas experiencias que aprender y compartir, por mor del
culturizamiento y los crisoles culturales de este sur
meridional, ventoso y hermoso, que compartimos los ribereños
de mares y océanos. Aquí, en Málaga la pregonera, que estos
días se vuelve cantaóra, se llegan a pedir créditos a los
bancos para vivir y disfrutar a tope los festejos que son
cosa de familia, de peñas de amigos, de asociaciones de
vecinos, de colectivos profesionales, cada cual intentando,
en el Real, dejar boquiabierto al de la caseta de al lado.
La vestimenta y los foeles son fundamentales. Hasta el punto
de que, en el Corte Inglés, ponen secciones enteras de
trajes de gitana, a la última moda y de bellísimos y
coloridos complementos. Aquí vestirse en un arte y es un
reto. Aunque la moda en trajes de faralaes la imponen los
modistas sevillanos y cordobeses que tienen hasta su propia
pasarela y hacen modelos tan hermosos que son pura alta
costura, obras de arte del encaje, el volante y la jareta ¡y
no vean el colorido!. La gente se entrampa para vestir en
estos días y para cambiar de modelo casi a diario, con
diferentes complementos, sea para noche o para día. ¿Qué
allí se ven pocos volantes y poco poderío? Es por épocas, en
los ochenta en Málaga se era bastante sosaina, pero
comenzaron las mujeres a subir sus autoestimas como la
espuma y a querer reivindicar el hecho del sur del sur y de
nuestra cultura de belleza y ahí las tienen.
Peluqueros hay especializados en peinar y en diseñar
complicadísimos arreglos florales para las damas y los
guiris se hartan de hacer fotos de cabezas que son dignas de
figurar en un museo del buen gusto. Que si trenzas reliás
con espigas de trigo y amapolas, que si claveles reventones
combinando con biznagas y moño bajo. Los adornos florales
cambian cada año y se embellecen y se complican, los
peinados son auténticos retos, porque no basta con peinar y
poner horquillas, sino que tienen que permanecer durante
horas inamovibles ¡y no digamos los rituales taurinos!. Cosa
más preciosa…
Ya saben, ya conocen, que en los toros, las damas pueden
llevar la mantilla blanca y se ven y se multiplican, airosas
sobre las peinetas de concha o de carey, blancas también, la
media peineta, la teja, los encajes finos deslizándose por
los hombros, el broche de diamantes o de circonitas
atrapando por detrás la mantilla y asegurando el moño bajo.
Y los mantones de Manila para echarlos sobre la barrera o
vestirlos al desliz, sobre los hombros…
Esta es la España que me atrapa el corazón, la de mis
sentires, que son sentires de pasodoble español y de la
España Cañí de cuando sale del toril el primer astado y las
señoras se pasan las bandejas de canapés y los caballeros,
vestidos de corto, o enchaquetados, se cubren con sombreros
de panamá y chupetean sus puros apestosos.
Digo yo y pienso que las mujeres ceutíes, meridionales como
nosotras, bueno, no “exactamente” quiero decir que me
incluyo de tapadillo porque yo soy una mora rifeña reciclada
en andaluza profunda, las señoras, deberían entrar en la
competición de moda de faralaes y salir vestidas a pasear
los volantes y los zarcillos a juego y los zapatos que
siempre hacen daño en la punta y las moras ceutíes, para
vivir con intensidad el fiestorro y si no quieren prescindir
del velo, cambiarlo por una buena mantilla de blonda, que
cubre mucho más que el hiyab y que encima permite fantasías
como unas rosas reventonas a un lado del moño, una buena
peina de carey y las propias mantillas que pueden ser
negras, marfil o blancas ¡poderío!. Pa servidora que los
hiyab ponen las caras tristes y no dejan ver el buen pelo
que tenemos las moras, oscuro y rizado, indomable como no
sea con un nuevo sistema de desrizado japonés que se llama
yuko y que es el último alarido en peluquería en el sur: te
estás cuatro o cinco horas poniéndote mejunjes apestosos, la
peluquera pasa una y otra vez unas planchas cerámicas y tras
el martirio acabas con el pelo como una tabla durante seis
meses, sin necesidad de tirones con el cepillo y el secador
para desrizar. Así que se quiten los hiyabes y se pongan la
racial mantilla, pa que se empape el personal, o la mantilla
y el traje de faralaes que es bien discreto y tapado entre
tantos metros de tela.
Los señores de corto, en plan de caireles de plata fina,
porque si un maromo está bien, vestido de corto y con la
bota campera está tremendo. Nuestras tradiciones pasan por
los coches de caballo engalanados, por las calles reventando
de farolillos y de luces y por los gamberros que, en plena
feria del centro, cuando se acaloran por el botellón gritan
¡agua! Y desde los balcones, los vecinos compasivos, les
tiran un cubo de agua para disipar los calores y el
resultado de las libaciones. ¡Y miren que aquí se emborracha
la gente! Sobre todo los muchachos y los guiris que no
tienen costumbre y se pegan a cualquier degustación de fino
oloroso porque se privan por todo lo que es gratis, a un
guiri le das gratis una boñiga de caballo, la envuelve y se
la lleva de recuerdo pa su tierra de él. ¡Agonía!.
¿Qué si yo vivo la feria? No. Yo la miro, soy una discreta
observadora que contempla las pandas de verdiales, los
grupos de mujeres bailando sevillanas, las rumbitas de acá o
de acullá y el desfile gozoso de quienes van a los toros, no
bebo alcohol, intento no comer nada para evitar
salmonellosis y gastroenteritis y porque tengo algunos
problemillas con el tema de la comida, no me visto de
volantes porque soy muy sosa, aunque no me importa ponerme
el calzón negro, la camisa blanca y la faja roja de marengo,
de pescador malagueño, con eso y con las alpargatas blancas
tiro la feria con sencillez aunque muy poco impresionante.
Por mucho que mis neuronas latan y se empapen de colores y
de calores, de fragancias y de sensaciones, la feria, si se
es fiestero, más que vivirla hay que sentirla y vivirla
plenamente con cada uno de los sentidos…Ustedes me entienden
¿Verdad?.
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