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OPINIÓN - VIERNES, 04 DE AGOSTO DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Fiesteros
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

¡Contenta me tienen! Ustedes en plan fiestón en Ceuta y yo no he recibido ni una mísera invitación para participar en los eventos. Aunque estoy al loro de todo, porque, como ya saben, tengo familiares en la Ciudad Autónoma y bebo de diversas fuentes y fontanas sobre lo que allí acontece.

Buen rollo fiestero, eso antes que nada, aunque comparo con la feria de Málaga y pienso que, ambas ciudades, tienen muchas experiencias que aprender y compartir, por mor del culturizamiento y los crisoles culturales de este sur meridional, ventoso y hermoso, que compartimos los ribereños de mares y océanos. Aquí, en Málaga la pregonera, que estos días se vuelve cantaóra, se llegan a pedir créditos a los bancos para vivir y disfrutar a tope los festejos que son cosa de familia, de peñas de amigos, de asociaciones de vecinos, de colectivos profesionales, cada cual intentando, en el Real, dejar boquiabierto al de la caseta de al lado.

La vestimenta y los foeles son fundamentales. Hasta el punto de que, en el Corte Inglés, ponen secciones enteras de trajes de gitana, a la última moda y de bellísimos y coloridos complementos. Aquí vestirse en un arte y es un reto. Aunque la moda en trajes de faralaes la imponen los modistas sevillanos y cordobeses que tienen hasta su propia pasarela y hacen modelos tan hermosos que son pura alta costura, obras de arte del encaje, el volante y la jareta ¡y no vean el colorido!. La gente se entrampa para vestir en estos días y para cambiar de modelo casi a diario, con diferentes complementos, sea para noche o para día. ¿Qué allí se ven pocos volantes y poco poderío? Es por épocas, en los ochenta en Málaga se era bastante sosaina, pero comenzaron las mujeres a subir sus autoestimas como la espuma y a querer reivindicar el hecho del sur del sur y de nuestra cultura de belleza y ahí las tienen.

Peluqueros hay especializados en peinar y en diseñar complicadísimos arreglos florales para las damas y los guiris se hartan de hacer fotos de cabezas que son dignas de figurar en un museo del buen gusto. Que si trenzas reliás con espigas de trigo y amapolas, que si claveles reventones combinando con biznagas y moño bajo. Los adornos florales cambian cada año y se embellecen y se complican, los peinados son auténticos retos, porque no basta con peinar y poner horquillas, sino que tienen que permanecer durante horas inamovibles ¡y no digamos los rituales taurinos!. Cosa más preciosa…

Ya saben, ya conocen, que en los toros, las damas pueden llevar la mantilla blanca y se ven y se multiplican, airosas sobre las peinetas de concha o de carey, blancas también, la media peineta, la teja, los encajes finos deslizándose por los hombros, el broche de diamantes o de circonitas atrapando por detrás la mantilla y asegurando el moño bajo. Y los mantones de Manila para echarlos sobre la barrera o vestirlos al desliz, sobre los hombros…

Esta es la España que me atrapa el corazón, la de mis sentires, que son sentires de pasodoble español y de la España Cañí de cuando sale del toril el primer astado y las señoras se pasan las bandejas de canapés y los caballeros, vestidos de corto, o enchaquetados, se cubren con sombreros de panamá y chupetean sus puros apestosos.

Digo yo y pienso que las mujeres ceutíes, meridionales como nosotras, bueno, no “exactamente” quiero decir que me incluyo de tapadillo porque yo soy una mora rifeña reciclada en andaluza profunda, las señoras, deberían entrar en la competición de moda de faralaes y salir vestidas a pasear los volantes y los zarcillos a juego y los zapatos que siempre hacen daño en la punta y las moras ceutíes, para vivir con intensidad el fiestorro y si no quieren prescindir del velo, cambiarlo por una buena mantilla de blonda, que cubre mucho más que el hiyab y que encima permite fantasías como unas rosas reventonas a un lado del moño, una buena peina de carey y las propias mantillas que pueden ser negras, marfil o blancas ¡poderío!. Pa servidora que los hiyab ponen las caras tristes y no dejan ver el buen pelo que tenemos las moras, oscuro y rizado, indomable como no sea con un nuevo sistema de desrizado japonés que se llama yuko y que es el último alarido en peluquería en el sur: te estás cuatro o cinco horas poniéndote mejunjes apestosos, la peluquera pasa una y otra vez unas planchas cerámicas y tras el martirio acabas con el pelo como una tabla durante seis meses, sin necesidad de tirones con el cepillo y el secador para desrizar. Así que se quiten los hiyabes y se pongan la racial mantilla, pa que se empape el personal, o la mantilla y el traje de faralaes que es bien discreto y tapado entre tantos metros de tela.

Los señores de corto, en plan de caireles de plata fina, porque si un maromo está bien, vestido de corto y con la bota campera está tremendo. Nuestras tradiciones pasan por los coches de caballo engalanados, por las calles reventando de farolillos y de luces y por los gamberros que, en plena feria del centro, cuando se acaloran por el botellón gritan ¡agua! Y desde los balcones, los vecinos compasivos, les tiran un cubo de agua para disipar los calores y el resultado de las libaciones. ¡Y miren que aquí se emborracha la gente! Sobre todo los muchachos y los guiris que no tienen costumbre y se pegan a cualquier degustación de fino oloroso porque se privan por todo lo que es gratis, a un guiri le das gratis una boñiga de caballo, la envuelve y se la lleva de recuerdo pa su tierra de él. ¡Agonía!.

¿Qué si yo vivo la feria? No. Yo la miro, soy una discreta observadora que contempla las pandas de verdiales, los grupos de mujeres bailando sevillanas, las rumbitas de acá o de acullá y el desfile gozoso de quienes van a los toros, no bebo alcohol, intento no comer nada para evitar salmonellosis y gastroenteritis y porque tengo algunos problemillas con el tema de la comida, no me visto de volantes porque soy muy sosa, aunque no me importa ponerme el calzón negro, la camisa blanca y la faja roja de marengo, de pescador malagueño, con eso y con las alpargatas blancas tiro la feria con sencillez aunque muy poco impresionante. Por mucho que mis neuronas latan y se empapen de colores y de calores, de fragancias y de sensaciones, la feria, si se es fiestero, más que vivirla hay que sentirla y vivirla plenamente con cada uno de los sentidos…Ustedes me entienden ¿Verdad?.
 

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