La Ley reguladora del tráfico de vehículos en la que
Dirección General ha puesto su mayor empeño para que se
cumpla en todos sus términos, viene creando diversos
problemas a los usuarios de las carreteras. Y si pasáramos a
enumerar hechos y situaciones que la D.G.T. ha “endurecido”
en su legislación para aplicación a los propietarios de
automóviles (que, dicho sea de paso, “colaboran” con las
arcas del Estado previo el pago del I.V.A. o IPSI a la
compra del vehículo; con un impuesto de más del 40 % del
importe de los carburantes; con su Impuesto de Circulación
de Vehículos; con un pago del Seguro Obligatorio, en el que
va incluido el del impuesto correspondiente, que nadie se
limita a su contratación sino que casi el cien por cien de
los propietarios de vehículos aparte tienen cubiertos otros
riesgos que triplican o cuadruplican el importe del Seguro
Obligatorio; con pagos a servicios de talleres para las
averías, reparaciones y pintura de los automóviles, con
todas sus facturaciones gravadas, ingresos mas que
suficientes para que cubrir los gastos de reparación y
deficiencias de las carreteras), pensamos que como
“infracciones” deberían imputarse a la citada D.G.T. los
“Tramos Blancos” o puntos en que no se producen accidentes
con víctimas, “Punto Negros”, es decir, localizaciones donde
se registra mayor numero de siniestros o accidentes graves
de tráfico con victimas. La falta de efectivos para
asistencia a siniestros que no pase como ha ocurrido a una
vecina de Tarifa que ha denunciado a la Guardia Civil de
Tráfico por no auxiliarla tras haber sufrido un accidente al
mediodía, hecho que la denunciante pudo poner en
conocimiento de los agentes de la Benemérita ya que el
vehículo había quedado parado en medio de la carretera, pero
hasta pasadas las cuatro de la tarde (cerca de cinco horas)
no fue atendida, a pesar de requerir al 062 la
correspondiente ayuda a la que una telefonista “le indicó
que no tenían medios materiales para atender y socorrer a la
accidentada”, por lo que el esposo de la denunciante avisó a
una grúa que finalmente retiró el vehículo accidentado
(Semanario “El Duende”, Tarifa 29 de junio de 2006). Y se
da, también, la falta de coordinación de la DGT con los
servicios de Policía para evitar que un vehículo robado
permanezca trece meses en un depósito judicial sin notificar
a su propietario la aparición del mismo, después de haber
sido recuperado a los diez días de su robo (¿).
Por otro lado, un adulto con dos hijos pequeños mejor que no
espere a que le pare un taxi porque, sin las sillas
adaptadas, en un posible accidente aunque autoricen a los
taxistas al transporte por ciudad de menores ¿de quien seria
la responsabilidad de las lesiones del menor? Y si tiene V.
cuatro hijos pequeños, mejor es que se compre un microbús o
dos vehículos, porque con uno solo no podrá transportar a
toda la familia. Como vemos, la Ley vela por la seguridad y
protección de todos y lo hace especialmente con las familias
numerosas ya que, por narices, consigue que se mantenga
unida en su “confortable” vivienda.
Existen otras situaciones de falta de asistencia por parte
de la D.G.T. como en los cortes de carreteras por
inundaciones, nevadas o accidentes, que inmovilizan a los
automovilistas, en algunos casos, hasta días, sin que se
disponga de los medios para subsanar estas deficiencias. Los
atascos que, aparte de la falta de previsión de los
conductores al ponerse en carretera al mismo tiempo lo que
provoca paralizaciones de horas, también se producen por la
inexistencia de infraestructuras adecuadas al incremento de
la circulación. La supresión de los llamados “pivotes de la
muerte” para los motoristas. La inexistencia de pasos a
nivel de las vías férreas que eviten accidentes. La falta de
señalizaciones de fin de las limitaciones de velocidad o de
obras en muchas vías… O sea, que es de apreciar en todo su
valor las intenciones de la nueva legislación sobre el
tráfico para la supresión de los desgraciados accidentes que
continuamente se vienen produciendo, pero también habría de
asignarse en alguna Ley al Organismo Público un saldo
inicial de puntos a fin de que sus directivos conozcan los
límites de hasta donde pueden llegar para corregir las
deficiencias señaladas porque si no, a la vista de tales
deficiencias, seguiremos preguntándonos ¿quién puntúa a la
Dirección General de Tráfico?.
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