No empieza bien el primer día de
feria. De momento, nada más abrir estos peazos de ojos que
se van a comer los asquerosos de los gusanos, me asomo a la
venta y veo que, en el cristal delantero del coche, tengo un
papelito.
Bajo a ver qué es lo qué pasa.Y lo que pasa es, simple y
llanamente, que me dicen que tengo que quitar el coche de
donde está aparcado. Enorme problema tener que hacerlo
porque, la verdad sea dicha , no hay donde aparcar.¡Ditan
sean las cazuelas de papas, cortadas en rodajas con fideos
gordos!.
Antes de nada, cuento hasta diez para calmarme y poder
contestarme a la pregunta, dónde aparco el coche.
Hay siglos que no está uno para nada. El problema del coche
y, además, no poder ponerme el traje “corto” para ir a la
feria.
Me cuentan, siempre hay quienes cuentan cosas, que el asunto
de quitar los coches, de aquel lugar, es por la cabalgata,
ya que en aquel tramo se estrecha la calzada.
No sé con qué metro se habrá medido la cosa, igual ha sido a
ojo de buen cubero, pero teniendo en cuenta que los
contenedores de basura ocupan el mismo espacio que un
vehículo por el asunto, ese de la estrechez, vamos a tener
problemas, al paso de las carrozas, porque no han sido
retirados.
Pero como el que manda, manda, y cartucho al cañón, todo sea
por prestar nuestra colaboración, a la celebración de las
fiestas patronales, aparcamos en otro lugar, todo quisqui
contento. Y, después de encontrar un lugar para aparcar,
creo que los milagros existen.
Miro a ese peazo de coche que tengo y como se mantiene con
diecisiete años a la cola. Me acuerdo de aquella canción que
dice: “dieciocho años tiene la criatura, y a mi no me
extraña tanta hermosura”.
Vuelvo a mirar mi peazo de coche, que no se pué aguantá, me
acuerdo de la canción, y no tengo más remedio, con todo el
dolor de mi alma, reconocer que mi viejo compañero está, el
pobre mio, pidiendo la jubilación.
El problema no es jubilarlo. El problema es que no me puedo
comprar otro hasta que, porlo menos, no me den un puestecito
de esos que se gana una pasta gansa.Y como eso, estoy
seguro, no me lo van a dar mientras sigan madando los que
mandan porque, entre otras cosas no pertenezco a, todos esos
del GIL que menos bonitos les dijeron de todo, sino que
cometí el error, el enorme error, de defenderlos, ya me
contarás, serrana del alma, las oportunidades que voy a
tener de que me den un puestecito ganando una pasta
gansa.Ningunas.
Lo siento, viejo amigo, pero vas a tener que hacer un
esfuerzo, y seguir llevándome a donde tenga que ir, aunque
te duelan todos los huesos de tu cansado motor. .De la
carrocería no digo nada porque, la pobre mía, tiene más
boquetes que un colador. Con decirles que, cuando llueve,
tenemos que llevar un paraguas abierto en el interior, se
pueden hacer una idea de cómo está la situación.
En fin, el caso es, que he aparcado ese peazo de vehículo y
asunto solucionado.
Terminada la faena del aparcamiento, me dirijo a la casa de
todos, donde se me ha invitado como miembro del jurado de la
cosa esa del premio de Cultura.
Tengo que decir y digo, que hacía muchos años que sólo iba,
al Ayuntamiento, para sacar los tikets de residentes y, en
cierta ocasión, a la boda de unos grandes amigos.
La culpa de que después de los años, haya vuelto a estar en
el salón del trono, la tiene la consejera de Cultura, Mabel
Deu, al nombrarme miembro del jurado y el menda, cosa
difícil de conseguir de mi parte, aceptar.
Está visto que no tengo solución, jamás le puedo negar nada
a una mujer guapa y la consejera de Cultura, a cada quisqui
lo suyo, lo es. Guapa e inteligente, dos magnificas
condiciones que atesora, además de otras muchas, que hacen
de ella, una excelente consejera de Cultura. Y que sea por
muchos años porque, encontrar una mujer guapa e inteligente,
para ese puesto, es algo que encierra una gran dificultad.
Desde aquí y desde ya, queremos felicitar a todos los
premiados. A mi amigo, Pepe Gutiérrez, desearle que siga
siempre en esa línea de la defensa de esta tierra nuestra,
por el mejor camino que existe para hacer a una tierra
grande, el camino de la cultura.
Oiga, amigo guardia, quiero decir y digo que, aunque me
hayan sacado en la foto con algún premio en la mano, no es
mio. Lo que pasa es que, tuve que recoger los premios, de
aquellos que no asistieron al acto. Las cosa claras.
Sé imaginan ustedes, si se me concede algún premio, la cara
qué hubiésen puestos toda esa panda de analfabetos a quienes
la tómbola de la vida, les obsequió con el pito y la gorra
de mando.
Por mi santa, nada más de pensarlo e imaginarme la cara que
iban a poner y lo que iban a largar, me da la risa.
Lo mal que lo iban a pasar, estas adoradas criaturitas mías,
si van a mi casa y ven las paredes del salón llenas de
premios y la mayoría culturales.
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