En puertas de un periodo
vacacional político, por otra parte ya necesario, conviene
suscitar la idea de la reflexión, de una mayor mesura y,
sobre todo, la conciencia de que posicionamientos
personalistas no atenten ni afecten al bien general. Quizá,
para no extender en exceso la consideración de bien general,
utilicemos la denominación de ‘electorado’, probablemente
más propio a la vuelta de la pausa vacacional.
Y es que ha sido un tanto abrasante la dinámica en la que ha
entrado el que tenía que haber sido, por méritos propios,
por responsabilidad de los actores como representantes de
una ciudadanía sometida al hartazgo de protagonismos
políticos, el asunto estrella de 2006: la reforma del
Estatuto de Autonomía de la Ciudad Autónoma de Ceuta.
El ser humano es dueño de sus silencios pero esclavo de sus
palabras. La unanimidad tan cacareada es difícil de alcanzar
a la vista de los acontecimientos. Aunque tras las
vacaciones se intente abordar el asunto desde puntos menos
belicosos, lo cierto es que ‘desandar lo andado’ necesitará
de una clara predisposición por parte de todos. Las salidas
de tono, los enfrentamientos por falta de una mesura
evidente ante tan importante actuación política, bien
merecería el hecho de pensar en que quizá no se esté aún
preparado para abordar según qué temas.
La reforma de un documento como el de referencia tiene que
realizarse bajo los parámetros perfectamente explícitos de
la Constitución Española. Entender este extremo, no sólo es
necesario para avanzar, sino que es una condición que el
ciudadano ceutí exige.
Encontrar en la demagogia un arma electoral es,
sencillamente, retrotraernos a la esencia de la España de
finales de los 70 donde los españoles aún no habíamos
saboreado las mieles de la libertad y no disponíamos de una
amplia cultura política. Treinta años después, nuestros
representantes tienen la responsabilidad de avanzar y ayudar
a la sociedad en ese avance, tanto a los que estábamos como
a los que se han sumado a la protección del país que ahora
es de todos. De no hacerlo, agradeceríamos que se marchen a
casa.
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