¿Qué es lo que pretenden los
pamplinas de la Editorial Anaya en su libro dirigido a
alumnos de segundo de la ESO? Si, a ese me refiero, al que
ha sido denunciado por los propios padres por su visión
arcaica del Corán y sus referencias, nada menos que, “a la
guerra santa contra los infieles”. Eso, así expuesto, así
escrito y así enseñado es pura intoxicación.
Y para intoxicación educativa bastante hemos lanzado
nuestras fulminaciones contra los repulsivos lavaderos de
cerebro que son y han sido las ikastolas financiadas por el
Gobierno Vasco y donde los libros de texto, también paridos
por la Consejería Vasca eran más libelos y distorsiones
históricas plagadas de mentiras e inexactitudes que
herramientas para que el alumno aprenda desde la
objetividad, la razón y la verdad. Las siniestras ikastolas
han adoctrinado a generaciones de pobres niños y en pleno
predominio del PP éramos muchos los periodistas que
rabíabamos ante tamaña barbaridad, encontrando escaso eco en
las alturas ya que, las posturas seculares de la democracia
en cuanto a vascos y catalanes han sido de genuino Síndrome
de Estocolmo y de tener a los nacionalistas contentos a
cualquier precio.
Pero, afortunadamente Ceuta ni es nacionalidad histórica, ni
nación , ni pertenece a una nación de naciones ni es tan
siquiera una realidad nacional. Ceuta es una honrada
Autonomía española cuyos ciudadanos no tienen afanes
demenciales, sino ganas de evolucionar y prosperar, de
alcanzar una buena calidad de vida y de que sus hijos se
culturicen adecuadamente y con los parámetros adecuados,
éticos y estéticos de una población europea y occidental. ¿Y
como se puede aludir en Europa a que, el Islam, preconiza la
guerra santa contra los infieles, es decir, contra los
europeos? O es una provocación artera, mezquina e interesada
para que prolifere y se expanda la islamofobia que ya ha
despuntado en países como Holanda con hechos como el
asesinato del cineasta Theo Van Gohg, es decir, un ataque
frontal a la línea de flotación de los musulmanes y en ese
caso sería tema a debatir en los Juzgados de Guardia por
incitación a la violencia racial. O es que, los de Anaya son
mentecatos e ignorantes, ignoran y ningunean las
sensibilidades de los adolescentes y su incultura choca de
frente con el grado de erudición que se requiere para
elaborar, redactar y presentar un libro de texto, que es
algo fundamental en su vertiente de manual de formación
intelectual y moral.
No estamos en Cataluña donde se discrimina ferozmente a los
niños que hablan español y se impone su lengua de ellos,
lengua que no idioma, porque el catalán no tiene proyección
universal y esa intoxicación lingüística. Cateta y
provinciana, es aplaudida o al menos tolerada por Madrid,
para no molestar a los nacionalistas.
Pues bien, los adolescentes de Ceuta y sus padres, aunque no
sea independentistas, tienen todo el derecho a ser
respetados y bien mirados, a que no se trate de ikastolizar
su aprendizaje y distorsionar ideas, mensajes y realidades
éticas a base de mentiras y cretineces. ¿Qué quiere Anaya?
¿Incitar al enfrentamiento entre culturas?. El libro tiene
que ser retirado y mejor si lo queman en una plaza pública
porque el fuego es elemento purificador del mal, pero no
basta tan solo con una retirada a hurtadillas del texto de
la polémica, sino que, a la vista de los sénecas de las
editoriales, habría de formarse e integrarse en la Ciudad
Autónoma un organismo de control educativo para estudiar,
analizar y sopesar el contenido de los manuales dedicados a
la enseñanza, ya que, al parecer el MEC no sabe ni por donde
le da el aire y a la vista de sus distorsiones, capaces son
los de Anaya de interpretar las Navas de Tolosa como una
batalla ganada con apoyo logístico de la Cía y del Mossad.
El libro de texto ha ofendido a los padres, les ha
intranquilizado y les ha hecho desconfiar de los futuros
contenidos de los textos que vayan encaminados a la
formación de niños y jóvenes. Todos los mecanismos de
control han fallado en este supuesto, han fallado editores,
correctores y autores, han fallado las autoridades
educativas que no parecen considerar demasiado ameno revisar
línea a línea los contenidos de cada libro, por si salta
algún gazapo, que puede saltar y que, en esta ocasión, ha
saltado.
Ahora es el momento de las torpes excusas y el cruce de
acusaciones buscando al culpable de la pífia. Pero no hay
problema, se le devuelve el dinero a los niños y se contrata
el texto en cuestión con otra Editorial que tenga mejor
vagío y sea más talentosa y sobre todo más respetuosa con el
hecho evidente de que, los padres, lo único que podemos
dejar realmente válido a nuestros hijos, es aquello que un
naufragio no les pueda arrebatar: la mejor educación y la
mejor formación en valores.
Si naufragas con maletas de euros, el mar te arrebata la
maleta y te quita las joyas de oro y los títulos de
propiedad, pero una carrera universitario o una buena
formación profesional, un par de idiomas y ser una gran
persona, eso el mar no te lo podrá jamás arrebatar, porque
forma parte de ti.
Que los libros proporcionen a nuestros hijos aquello que
nunca pueda arrebatarles el mar. Esa es nuestra exigencia y
esa es su responsabilidad.
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