La declaración de varios agentes de la Policía Nacional que
en la noche de los hechos acudieron a la plaza de San Daniel
tras el tiroteo ha aportado nuevos datos hasta ahora no
mencionados por los anteriores testigos. El jefe de la UDYCO
en aquellos momentos relató a la sala cómo, al llegar al
lugar del tiroteo, obtuvieron el testimonio de unos niños
que aseguraban haber visto a dos grupos de tres personas
tapadas y armadas ubicadas en unas escaleras unos y junto a
la parada del autobús los otros.
Los niños, media docena de entre 8 y 10 años, comenzaron a
seguir a los agentes por el lugar de los hechos y uno de
ellos comenzó a decirles que había visto a “tres personas en
unas escaleras -hasta las que nos llevaron- y a otras tres
en la parada del autobús” en ese momento, los demás
corroboraron al unísono este hecho y les explicaron que se
habían asustado mucho pero “no dijeron nada de los coches”.
Justo en el momento en que iban a preguntarles más cosas:
“un grupo de gente les gritó algo en árabe y los niños
salieron corriendo, fue imposible seguirlos”, explicó.
Esta declaración contradice la versión aportada por el
principal testigo de la acusación particular y víctima del
atentado, A.A.D., que aseguró en su comparecencia que “a
pesar de hacerme el muerto pude ver bien la cara de quienes
disparaban al coche en el que estaba con ‘Kimbi’”.
Todos los agentes que declararon ayer y que acudieron al
lugar de los hechos nada más producirse el aviso
coincidieron en la existencia y en la declaración de estos
niños que luego no fueron localizados. Uno de los policías
declaró que “el testimonio de los niños me parece veraz
porque fue espontáneo, sin preguntarles, nosotros estábamos
realizando nuestro trabajo y ellos vinieron a decirnos lo
que habían visto, incluso nos llevaron hasta las escaleras
en las que, supuestamente, habían estado los pistoleros
apostados”.
Pero no ha sido ésta la única contradicción que ayer quedó
manifiesta en la sala de la Audiencia Provincial ya que el
testimonio de otro agente puso en duda la versión ofrecida
por el conductor del autobús, testigo aportado por la
defensa, que aseguraba que escuchó “como una traca de
petardos” cuando estaba detenido en la parada pero que “con
las condiciones de ese día era imposible ver la cara de los
pistoleros y tampoco el color de un coche”. Sin embargo, uno
de los Policías Nacionales que declaró ayer señaló que “a
pesar de ser de noche, podía leer una placa de matrícula a 8
metros sin dificultad porque había una buena iluminación
artificial”.
La defensa, por su parte, insistió mucho en el hecho de que
no cabían tres coches alineados en la cuesta que da a la
plaza y que, por lo tanto, “no era posible que estuviesen
taponando la salida tal y como relataba el testigo de
cargo”. Sin embargo, en la reconstrucción de los hechos
quedó patente que sí era posible estacionar tres coches en
dicha calle.
Otro punto conflictivo fue el referente a la prueba de la
pólvora que le fue practicada a A.M.A., supuestamente sin
permiso, y que resultó positiva. El jefe de la UDYCO, al que
acusaba de haber hecho la prueba sin consentimiento, declaró
que “si hubiera sido así hubiera quedado reflejado en la
declaración y no se le hubiera realizado porque no podemos
obligar a nadie”.
Escenario
Otro de los agentes relató cómo al llegar al Príncipe “nos
encontramos un ambiente muy hostil con nosotros cuando no
habíamos tenido nada que ver con el suceso”. Todos
coincidieron en señalar las dificultades que tuvieron para
obtener declaraciones de lo sucedido porque todo el mundo
decía que no había visto nada a pesar de que eran muchas las
decenas de curiosos que estaban en la plaza cuando la
Policía Nacional llegó “apenas quince minutos después de que
hubiera sucedido todo, sobre las 19.45 horas del 31 de
diciembre”.
A pesar de que los primeros agentes llegaron al Príncipe
apenas un cuarto de hora después del tiroteo, no encontraron
allí ni herido ni cadáver “en realidad no sabíamos a qué nos
enfrentábamos, sabíamos que había habido un tiroteo y que
era posible que hubiera algún herido e incluso muertos pero
cuando llegamos no estaban; había muchos curiosos, estaba el
coche empotrado, ensangrentado y tiroteado y la escena del
crimen muy manipulada”, explicó uno de ellos.
Todos los agentes coinciden en señalar que se hallaron
“cuatro casquillos de bala en el interior del coche” y más
de una quincena en el suelo de la calle aunque, dicen,
“mucha gente recogió vainas que nunca llegaron a nuestras
manos”.
Los abogados de la defensa le plantearon al jefe de la UDYCO
la posibilidad de que A.A.D., acompañante de ‘Kimbi’ el día
de autos, “acordara con los pistoleros llevarlo hasta allí y
se diera un par de tiros para no levantar sospechas” a lo
que éste respondió que al principio de la investigación se
plantearon todas las hipótesis posibles y “los indicios me
llevaron hasta donde estamos ahora”.
El jefe relató también que este tiroteo era uno más de los
que había en Ceuta por aquella época, a mediados de los años
90: “aquí todo iba por bandas: los de Hadú, los del
Príncipe... todo empezó porque ‘Kimbi’ quiso hacerse con Los
Rosales”. A pesar de que, aparentemente, las bandas eran
rivales “de vez en cuando se aliaban cuando tenían objetivos
comunes: hoy somos enemigos, mañana lo arreglamos porque te
conozco de toda la vida y al día siguiente te mato, era así
como funcionaba esto hace unos años en Ceuta”.
Hospital
El inspector jefe que tomó declaración a A.A.D. en el
hospital la noche de los hechos explicó que la víctima
estaba “muy nerviosa” pero que, a pesar de ello, “fue capaz
de dar los nombres de los pistoleros y los identificó entre
todas las fotografías que le llevamos aquella noche al
hospital”. Según su testimonio, al principio, la víctima no
se atrevió a dar nombres pero que una vez dichos “los
mantuvo” y que su declaración: “desencadenó todas las
detenciones”.
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