Cuentan y no paran de los dineros
de Marbella. Es charla y coloquio habitual entre marbelleros,
nacidos en Marbella y marbellitas, gentes de aluvión
recriada en las faldas de la Sierra Blanca.
La televisión ha ilustrado mucho al pueblo acerca de las
grandezas del famoso Roca, hoy entalegado, tras haber
llegado a la ciudad hace unos años en alpargatas y
convertirse, al parecer, por mor de sus saberes, en uno de
los hombres más ricos de España. Más ricos y con peor gusto,
porque todos nos hemos afanado viendo las imágenes de esas
fincas con zoológicos incorporados de bichos disecados, un
horror estético donde los haya. La pata de rinoceronte como
paragüero, los cuernos de venado como perchero y una
vulgaridad expositiva, una abundancia en plan “que no nos
falte de ná” tan zafia y castroja que da hasta un poco de
pena ver como ese individuo, presuntamente, que aquí todos
somos presuntos, ha desbaratado los dineros en comprar unas
obras de arte que, así, visto de prisa y corriendo y en la
pequeña pantalla, parecían compradas a mogollón y no bajo
los consejos de un experto. ¡Cuanta ordinariez!.
Pero lo que me parece más brutal es lo de la magnífica
yeguada con la que contaba Roca y la noticia de que, esos
fabulosos caballos van a ser puestos al servicio de la
Policía para que patrulle con ellos, estupendo si dotan a
los policías de los medios y las instalaciones bastantes
como para albergar a tan nobles animales, de lo contrario,
mejor estarían en la yeguada militar o en la Guardia Real y
que, a los policías, les doten de buenas Harley Davidson que
bastante se las merecen y me estoy refiriendo a la policía
municipal ceutí, que es un cuerpo operativo en primerísima
línea y que merece de sobra, el estar dotada como mínimo
como esos cursis de los ertzaintzas o como se llamen los
policías vacos, que no hay dinero bastante en el Gobierno
Autonómico de ellos para comprarle más y más caprichos.
Y hablando de caprichos vuelvo a pensar en Marbella donde
todo, durante tantos años, se nos ha antojado excesivo.
Cierto es y nadie ahorra el mérito que Jesús Gil se encontró
con un pueblo casi en ruinas y con putódromos callejeros, de
hecho, los nostálgicos de la vieja Marbella parecen
reducirla al Marbella Club y al Príncipe de Hohenlohe,
pasando del pueblo llano, de ese pueblo llano que votó todas
las veces de forma abrumadora a Gil, porque especulación
inmobiliaria había a tope, pero el paseo marítimo de la
ciudad era una maravilla, las plazas arboladas, los
jardines, el paisajismo más exquisito llegaba hasta la más
humilde de las barriadas, los promotores acudían como moscas
a la miel y la ciudad daba trabajo en la construcción y en
el sector servicio a todos los pueblos circundantes. Fue una
especie de milagro, con sus luces y sus sombras. Pero
fenecido Gil pareció llegar el desmadre, las arcas quedaron
exagües, los que mandaban eran descarados y presuntamente y
denle con el presunto, julandroncillos madrugadores, tipo
Jose María el Tempranillo, excesivos, fardones, pura
fanfarronada y pasó lo que tenía que pasar y lo que yo añoro
tanto que pase en el País Vasco en el tema de las
subvenciones al entorno batasunos, presos etarras,
familiares de presos y desmanes varios. Siempre lo clamé
dunarnte los durísimos embates del Partido Popular contra
Jesús Gil que acabó muriéndose de disgustos “Esto que le
hacéis al Gordo, hacedlo en el norte y se acabará el mamonéo
nacionalista”.
Pero para que te lean y te atiendan tienes que estar
apuntada en las listas de los pelotilleros del sistema y
saber agitar con gracia el botafumeiro ante el personajillo
de turno y servidora, al ser ciberderecha, vota al PP, pero
como no es centrista reformista, aunque le gustaría reformar
la Constitución para que apareciera consagrado
constitucionalmente el derecho de los españoles a ser
felices, vamos, que como eso del centrismo reformismo no es
ninguna ideología que se conozca ni tiene filósofos ni
pensadores, yo voy a lo mío y me alineo con los nuevos
filósofos de la ciberderecha neocom, que es lo que, a nivel
pensamiento, está más fashion y más de moda.
Lo que no estará nunca de moda y vuelvo a Marbella, son esos
lujos excesivos del poder local, tanto trapo, tanta joya,
tanta operación de estética, tanto derroche descarado y
ofensivo. Porque a los marbelleros y a los marbellitas, les
cuesta trabajo levantar sus sueldos y jornales, andan, como
toda España, terriblemente empobrecidos por esa usura
bancaria llamada eufemísticamente “hipoteca” y los excesos,
tan publicitados, tan burdos, tan evidentes, tenían al
pueblo con los instintos de un gato rabiando ¡Mucho han
tardado en intervenir! Y ahora mucho tardarán en instruir
una diligencias que parecen un catálogo de bienes
materiales, aun ¡cuidadito! El Juez Instructor, pese a su
juventud, es experto, es un magnífico jurista, es miajita y
va en plan rottwailer jurídico, agarra un tema y no hay
manera de que lo suelte. Los intereses de marbellitas y
marbelleros están en buenísimas manos, los actores de la
tragicomedia en prisión, el zoológico disecado clausurado,
la yeguada Dios sabe donde irá y los dineros, o parte, puede
que vuelvan a las arcas. Pero esa pata de rinoceronte como
paragüero ¡Eso no tiene perdón de Dios! ¡Cosa más hortera!.
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