De siempre se le ha venido dando muy poca importancia a las
elecciones de la Cámara de Comercio de Ceuta que, dicho sea
de paso, vino siendo regida por quienes en procesos poco
difundidos y pactados por círculos reducidos de empresarios
“organizaban” su composición y todo ello debido, como hemos
indicado, al poco interés que despertaba el pertenecer al
órgano directivo de la entidad.
No es menos cierto que aun cuando se trata de un ente
público de obligatoria afiliación, tutelado por la
Administración, la Cámara ha venido cumpliendo con sus
fines, por los menos en las últimas legislaturas que
conocemos, representada por sus Presidentes José María
Campos y, últimamente, por Luis Moreno Naranjo, quienes han
desarrollado una importante labor y rigiendo muy dignamente
los destinos de la misma.
Pero al ser la Cámara una institución que, por Ley, asume
responsabilidades y representación de los empresarios ante
la Autoridad Portuaria, Consejo Económico-Social, Jurado
Provincial de Expropiación Forzosa, Consejos de
Administración de distintas entidades de la Ciudad Autónoma,
etc., parece ser que ésta última convocatoria ha suscitado
interés por la participación y, de hecho, hemos visto como
por parte de una de las candidaturas presentadas, se ha
procedido a la impugnación del proceso, por razones que
seria prolijo comentar aun cuando el motivo principal del
contenido de la impugnación se basa, según alegan que, al
parecer, no se han seguido los “pasos democráticos en la
emisión del voto por correo” en todo el proceso y,
consiguientemente, los miembros de la nueva candidatura
–algunos de ellos totalmente inéditos en estas lídes-
optaron por la referida impugnación, que prosperó y que ha
ocasionado la fijación de un nuevo calendario, posponiéndose
la fecha de votación.
Todo lo anterior nos lleva a considerar que, por fin, en
cuestiones profesionales y laborales (que también en ello
tiene su incidencia la Cámara) el empresariado ceutí ha
tomado en consideración, por una arte, el interés en
participar y, por otra, en mejorar las actuaciones del ente,
pues aquí no cabe más deseo (que sepamos) que la
“satisfacción del deber cumplido”, conociéndose como se
conoce por todos el carácter de honorífico de sus cargos y
la necesidad, principalmente de los directivos, de la
disposición del tiempo suficiente para atender debidamente
las obligaciones que se van a contraer por los mismos,
dirigidas fundamentalmente a la atención, ayuda y
fortalecimiento de colectivo empresarial de la Ciudad a
través de la entrega, con el mayor celo y dedicación, a las
importantes labores que tiene encomendadas la Cámara.
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