El día ocho de febrero en la
capital del Reino, o sea en el Madrid del oso y el madroño
donde a las nativas de aquel lugar le llaman “gata”, vino al
mundo, Nicolás Pérez Pasarón, primer fruto del matrimonio
formado por mis grande amigos el doctor Javier J. Pérez
Pérez y su encantadora esposa Virginia Pasarón.
Esto sería, Nicolás, lo que antes se llamaban ecos de
Sociedad y que, a pesar del paso del tiempo se sigue
manteniendo en los distintos rotativos de este pais, de
momento, llamado España.
Pero al menda, servidor para lo que se te ocurra mandar, se
le ha ocurrido que, además de todo esto, te debería dedicar
unas palabras que las puedes considerar como una especie de
consejos preparatorios que te adelanten a conocer, aunque
sea de pasada, el lugar a donde has venido.
Antigüamente se decía, que cuando nacía un niño traía un pan
debajo del brazo. Es la primera mentira que te cuentan nada
más nacer porque, los niños cuando nacen no traen un pan
debajo del brazo.
Oye, amigo, a no ser qué cuando nací yo el panadero
estuviése haciendo una huelga y no me pudo poner el pan
debajo del brazo, pues por más que levantaba ambos dos, no
caía de ellos ningún bolillo.
O sea, Nicolás, con claridad meridiana, que nada más nacer
nos están engañando de forma torticera. Y sino nos
espabilamos nos siguen engañando de por vida, porque ese es
el deporte favorito de todos esos “listillos” que nos
quieren conducir cual manadas de borregos. Nada hay más
fácil para manejar un país que procurar, por todos los
medios al alcance, de que sea mayoritariamente analfabeto.
Por eso, mi querido amiguito, Nicolás, cuando llegue la hora
de “hincar los codos”, lo debes hacer con todas tus fuerzas
para evitar, con ello, pertenecer a esas manadas de
borregos, fácilmente manejables.
Fíate, sólo y exclusivamente, de aquellos que te quieren tus
padres y esos familiares capaces de darte todo a cambio de
nada. Lo que te cuenten los demás es pura mentira porque,
esos, sólo te medirán por el tanto tienes tanto vale,
hablándote de libertad y no sé cuantas historias. Cuando la
libertad está dentro del propio individuo. El respeto a la
libertad de uno mismo, es el respeto a la libertad de los
demás.
No van a ser muchos más los consejos que te dé, porque los
niños de, hoy día, al contrario de los de mi época, nacen
con los ojos abiertos que les sirve para percibir, desde el
primer momento, todo su entorno.
Oye, Nicolás, no es por nada, pero viéndote en la foto,
tengo que decir y digo, que tienes unos ojos preciosos Y si
te llega a ver mi madre hubiése exclamado, lo que se decía
en aquel tiempo, cuando venía, al mundo, un niño hermoso,
como eres tú, ”este niño viene ya criado”.
Una ventaja, sobre todos aquellos que nacimos con los ojos
cerrado y que, muchos de nosotros, seguimos sin abrirlos al
mundo que nos ha tocado vivir, aplicando aquello de : “para
lo que hay que ver”.
Un error el aplicar esa frase, porque, en este mundo, hay
muchas cosas que ver, como podrás ir comprobando, en cuanto
el tiempo vaya pasando.
Otra cosas es que lo que veas te guste o no te guste y, ahí,
no te puedo aconsejar nada porque el libro del gusto, es el
único libro que está en blanco. Nadie ha sido capaz, de
escribir nada en él.
Verás, Nicolás, amigo mio, permíteme llamarte amigo, a pesar
de la diferencia de edad, tú estás en el prólogo de la vida
mientras yo ya estoy en el epílogo de la misma,. Pero como
la amistad en un sentimiento y los sentimientos no están
sujetos al paso del tiempo, yo te llamo amigo y espero que
me honres con tu amistad porque ese es mi sentimiento hacia
tu persona, amistad.
Por cierto, Nicolás, que yo soy, siempre, el que elijo a mis
amigos, sin permitir que nadie me elija a mi como amigo
suyo, sino tengo ese sentimiento de amistad hacia las
personas. Tú eres mi amigo aunque, aún, no hayamos
intercambiado palabra alguna. Tranquilo, tiempo habrá de
hacerlo.
No te quiero poner mal cuerpo, Nicolás, pero éste mundo al
que has llegado por la vía del amor nacida entre tus padres
y que es, sin duda alguna, la mejor vía que puede encontrar
uno para aparecer por estos lares, no es ningún paraíso,
sino una lucha constante por ocupar el puesto, en ella, que
uno cree merecer.
La lucha se hace mayor, tanto en cuanto, se tiene uno que
enfrentar, a los pelotas, lameculos, hipócritas, envidiosos,
falsos y demás fauna que rodean a los que ostentan el poder
aún cuando, todos ellos, los que tienen el poder me refiero,
en la mayoría de los casos, son unos ineptos totales.
Un último consejo, Nicolás, por nada del mundo dediques tu
vida al periodismo. Esta es una profesión de locos aunque,
algunos de nosotros, la consideremos una bendita profesión.
Mi querido amiguito, Nicolás, por lo demás te deseo lo mejor
del mundo. Un mundo, al que tu generación deberá hacer el
mayor de los esfuerzos, para que, cada día, sea mejor que el
actual.
Un fuerte abrazo, Nicolás.
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