Se denominará “Educación para la Ciudadanía y Derechos
Humanos”, y tiene como finalidad reforzar la formación en
valores de los alumnos. Se impartirá en 5º ó 6º de Primaria,
en uno de los tres primeros de Secundaria y en uno de
Bachillerato, dentro de la Filosofía. En Primaria será
impartido por maestros; en Secundaria por profesores de
Ciencias Sociales, Filosofía y Ética; en Bachillerato por
los docentes de Filosofía. Esta asignatura nunca será
alternativa de Religión. La incorporación de esta materia al
Currículo Escolar, según establece la LOE, ha suscitado
reacciones encontradas. Para unos encierra el “peligro” de
adoctrinamiento ideológico del gobierno de turno, amenazando
repetidas veces con ejercer la objeción de conciencia al
impedir que sus hijos cursen esta asignatura; para otros, es
imprescindible esta asignatura, y la clave está en quién y
cómo se imparta, no en la propia existencia de la materia.
Con independencia de temores, polémicas y valoraciones en
uno u otro sentido, el hecho es que todos los sistemas
educativos europeos incluyen con denominaciones diversas, la
educación cívica o para la ciudadanía en los programas de
Primara y Secundaria, de acuerdo con la Recomendación del
Consejo de Europa que, en 2002, instó a que todos los
niveles del sistema educativo deben contribuir a la
introducción de este concepto, ya sea a través de una
materia escolar específica o como tema transversal que
impregne todas las asignaturas. Ya ambas pos ibilidades no
se excluyen. Los objetivos que se persiguen con la Educación
para la Ciudadanía se agrupan en tres grandes categorías:
cultura política, actitudes y valores y participación
activa. En cuando se refiere al desarrollo de la cultura
política implica adquirir saberes sobre los derechos
humanos, la democracia, el funcionamiento de las
instituciones políticas y sociales y el reconocimiento de la
diversidad cultural e histórica; en el apartado de actitudes
y valores, los alumnos deben aprender a respetar a los
demás, analizar a resolver los conflictos pacíficamente,
promover la coexistencia en armonía y construir valores
tomando en consideración la pluralidad de puntos de vista de
la sociedad; por último, los estudiantes aprenden a
implicarse en la vida de la comunidad escolar y local,
adquieren las competencias necesarias para participar de una
manera responsable y crítica en la vida pública y a promover
iniciativas democráticas, así como a estimular sus
capacidades a favor de los demás, es decir, a ser
solidarios. En algún caso, las competencias que los alumnos
deben adquirir con esta materia tienen una mención
específica en los objetivos de cada nivel. Por parte de la
U.E. ha propuesto a los estados miembros la incorporación de
las denominadas competencias claves –en España, competencias
básicas- en los currículos, entre las que se encuentra la
interpersonal y cívica. También la U.E. ha propuesto
trabajar en todas las enseñanza para que todos los alumnos
adquieran esta competencia al acabar la educación básica.
Esa idea, España la ha incorporado al artículo 6 de la LOE y
pretende que en su desarrollo se favorezca la educación para
la ciudadanía y los derechos humanos a través de un área
propia, pero también desde el trabajo en las distintas áreas
y materias, es decir, de una manera transversal, y que
trascienda al conjunto de las actividades del centro, así
como al entorno familiar y social del alumno. España busca
un modelo que concilie todas las posturas. Las autoridades
educativas españolas han iniciado el proceso de elaboración
de los programas para la nueva asignatura. Ya se han
establecido las bases para que tenga realmente “interés
educativo para todos”. Para la escuela católica preocupa “no
tanto el momento en qué se imparta cuanto los contendido”.
Defiende que sea una materia optativa, pero advierte de que
en todo caso “su contenido debe ser aceptado por todos y no
entrar en colisión con la ética personal ni con las
convicciones religiosas”. Por parte del Ministerio se
asegura que no se prende invadir el ámbito moral o religaos
o de los alumnos sino ajustarse a las sugerencias de la U.E.
El debate en la U.E. está superado. Su presencia en los
programas educativos varía según los modelos y los niveles
de enseñanza. En la U.E., 18 de los 25 estados miembros
cuentan con una materia separada en algunos de los niveles
de enseñanza obligatoria y postobligatoria. Otros seis
países imparten una formación transversal. Las materias en
las que se suele integrar educación para la ciudadanía son
mayoritariamente historia, ciencias sociales, geografías,
religión y moral, ética, filosofía e, incluso, lenguas
extranjeras.
Cuando se trata de una materia específica se suele cursar
durante un año académico. Si está integrada en otras o es
transversal se recomienda un tratamiento amplio de sus
diferentes aspectos, pero en este caso es imposible
identificar el número de años que debe ser impartida dentro
del currículo. Sirva como ejemplo, la situación en Suecia:
las escuelas pueden introducir esta enseñanza así como la
distribución horaria a lo largo de los nueve años de
escolaridad obligatoria (Primaria y Secundaria). Se dedican
unas 90 horas anuales, sobre las 40 horas recomendadas por
cursos.. En nuestro país se prevé una asignatura que, en el
mejor de los casos y, conocidos los planteamientos políticos
del Gobierno sobre de terminados conceptos, provoca un
escepticismo irreversible. Por otro lado, el Estado no se
reserva mecanismos para dotar al sistema de unos
conocimientos verdaderamente comunes y que garanticen la
conservación de un sentimiento general de pertenencia
cultural, social e histórica a España, especialmente
necesarios ante las consecuencias, claramente negativas, de
la política educativa llevada a cabo por gobiernos
nacionalistas autonómicos en las últimas décadas…
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